lunes, agosto 28, 2006

Diálogo con mi padre ya muerto


Sique

En los momentos aciagos, me acuerdo mucho de mis padres. Desde niña oí a mi padre decir: “En México, no hay político honesto, porque en la política mexicana la honorabilidad estorba, no dejan que un político honesto llegue a gobernar”. Si ahora viviera me diría: “Ya ves, te lo dije.” Y yo le contestaría: “Y ¿qué hay de Juárez, Morelos, Madero?”, entonces me diría: “Sí, pero hubo derramamiento de sangre”.


Deseo fervientemente que ya se haya trascendido la época en la que él vivió y que podamos mediante la resistencia civil pacífica constituir la democracia.

Deseo fervientemente que una buena parte de los mexicanos con dignidad, tengamos la inteligencia, la perseverancia y la ejecutividad para construir una nación mejor.

Deseo fervientemente que esto no haya colapsado mi vida toda. Porque yo no puedo vivir así, porque no puedo permitir que nos maltraten como lo han hecho ni la prepotencia del gobierno, porque ya no es posible tanta humillación, porque ya es insoportable tanta pobreza y marginación, porque yo no puedo permanecer indiferente al sufrimiento de mis compatriotas.

El golpe de Estado que acaban de dar en contra de la República ha sido impactante, ya lo habíamos previsto, pero aún había en el fondo de todos los demócratas un pequeño espacio para la esperanza, ahora se nos ha cerrado. Lo dieron. Pero es como cuando te asestan un rudo golpe en la cabeza y quedas un poco atarantada. Este dolor va a menguar y eso es mejor que la angustia latente de la espera en la que estábamos. Saber de una vez a qué nos atenemos para actuar con decisión y firmeza de acuerdo con nuestras convicciones. Acomodar nuestras vidas respecto a las circunstancias que van a imperar no sé por cuánto tiempo, organizarlas cuidando lo más que se pueda todos los flancos. Me temo que la lucha será larga pero lo más importante se mantiene incólume, nos asiste la razón, y esa, a la corta o a la larga siempre triunfa, sólo hay que revisar la historia. Así ha sido y así será siempre. No olvidemos: el pueblo que quiere ser libre, lo será.

Estoy lista, nada más acordemos cual será nuestra trinchera desde la Convención Nacional Democrática o desde donde se tenga que luchar, y hasta la victoria.

Y ojalá que en este diálogo con mi padre ya muerto pueda terminar diciéndole: “Ya ves, esta vez se pudo sin derramamiento de sangre”.

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