lunes, agosto 21, 2006

Ni blanco ni negro


Sique

No es cuestión de blanco y negro. La vida se presenta en claroscuros.

En las historias de los niños están el bueno y el malo (por razones arquetípicas que no intento analizar aquí), sin matices, el bueno es bueno, buenísimo, y el malo, malo, malísimo (como en las telenovelas, por eso son tan irreales y dañinas). Permítanme la perogrullada de decir que las personas no son así en la realidad. Deviene de nuestro psiquismo infantil la tendencia a imaginar un mundo ideal y perfecto (principio del placer sin un yo en contacto con la realidad). Como éste no existe en la realidad, entonces nos jugamos en los extremos y, según el prejuicio personal, colocamos el asunto de que se trate dentro de uno de ellos. Nos resulta más fácil. Aunque si así fuera, el bueno en extremo sería igual a su contraparte de maldad. De ello da cuenta el magnífico escritor Italo Calvino en el Vizconde Demediado.

Sirva esta introducción para lo que deseo comunicarles. Los que estamos en el movimiento por la democracia tenemos principios y convicciones, ideales; esto nos incita (mea culpa) a idealizar a Andrés Manuel López Obrador, objeto de nuestro amor, no aceptamos que tenga mácula alguna. A donde él vaya sale el sol, lo que él toque se santifica, lo que él diga es verdad absoluta, lo que él decida es justicia divina,… Y esto no nos permite valorar verdaderamente la realidad, lo cual es de suma relevancia para que nuestras actuaciones sean más certeras en función de lo que deseamos construir. Así mismo, es muy injusto para él, y esa injusticia puede perjudicar tanto a nosotros, como a él, como al movimiento que es lo más importante. Digo esto porque cuando uno idealiza y de pronto la persona a la que idealizamos comete a nuestro juicio un error tendemos a echarlo a la hoguera. Sentimos que nos ha traicionado porque no es lo que nosotros pensábamos; y entonces caemos en el otro extremo.

Hay que tener siempre presente que nuestros ideales, son eso, ideales, que AMLO es excepcional como dirigente y como persona, pero que es humano, no Dios. Tenemos que estar conscientes de que así como existe un fondo ético y un deseo auténtico de que nuestro país se transforme, ni esto puede ser de la noche a la mañana ni quiere decir que el éxito del movimiento es la transformación absoluta del país en un mundo de felicidad; que en esta lucha todos nos estamos enfrentando a un mundo muy atrasado intelectual y moralmente. Que cada uno de nosotros tenemos muchas limitaciones de juicio, porque no conocemos todo lo que hay ni la complejidad de las estructuras políticas, sociales y económicas de nuestro país, no somos expertos. Que en nuestra resistencia no sólo está la lucha contra un mundo externo adverso, sino que también hay un conflicto interno con el desánimo, el pesimismo y una exigencia de un ideal que sabemos no va a materializarse. Por tanto, estemos conscientes y en la creencia firme de que nuestro camino es el correcto porque está sustentado en principios y convicciones éticas y que tenemos un líder que acorde con ello ha demostrado valentía y honestidad, pero que lo ideal no existe, sólo es una guía que orienta por dónde hay que caminar a sabiendas de que la meta es inalcanzable, y que a lo que se aspira es a estar en ese camino.

Por ejemplo, lo que sucede ahora con Chiapas: resulta que Juan Sabines, el candidato de la Coalición por el Bien de Todos, alianza que en este momento es la que se ha comprometido a la transformación que queremos, es un individuo que está apoyado por el gobernador, Salazar Mendiguchía, que a juzgar por las condiciones en las que está el pueblo chiapaneco no ha dado muestras de ser buen gobernante y que por otra parte, el mismo Sabines ha sido priísta y no goza entre muchos de un buen prestigio. Sin embargo, por el otro lado tenemos a un candidato del PRI, José Antonio Aguilar Bodegas, que seguirá no sólo las mismas prácticas de ese nefasto partido sino que ahora apoyado por el PAN va a combinar el cáncer con el SIDA, por decirlo de alguna manera. Y no es cuestión de tomar la postura del de las piernas más bellas de la selva chiapaneca, que irresponsable con la gente que vive dentro de una estructura política que por más que quieran no pueden soslayar (y a quienes lo que más conviene es participar en ella o si no los van a desaparecer), y decir que “todo es lo mismo” y que empecemos desde cero; porque no hay cero, hay un montón de gente que va a ser perjudicada o perjudicadísima. Nunca se nos presenta entre lo bueno y lo malo para elegir, eso sería excelente y muy fácil, pero no es así. La noticia para el que exhibe sus piernas en Televisa es que frecuentemente en nuestra vida la elección es: lo menos peor.

Por ejemplo, AMLO va a Chiapas a echarle la mano a Juan Sabines. No creo que él en verdad piense que esa opción es la ideal para los chiapanecos, pero evidentemente, sabe que el otro está peor, no sólo será mal gobernante sino que fortalece a la derecha y se pierde un bastión importante para la Coalición por el Bien de Todos. Entonces, no hay de otra. Y aquí es donde viene a cuento lo que mencionaba al principio, como dije, la opción de Sabines, no es la ideal, es más, ya está haciendo algunas declaraciones buenas y otras que quizás no dan tan buena espina, démosle el beneficio de la duda, pero si el otro hubiera resultado ganador entonces las cosas se ponen peores para el camino que deseamos andar. En relación con mi argumentación central, podríamos hacerle un mal juicio a AMLO por apoyar a Sabines cuando de hecho no es digno de mucha confianza, dicho sea de paso es justo lo que van a utilizar los adversarios en su contra, pero lo que hay que ver es que la política (que AMLO conoce muy bien) a veces obliga como opción menos peor a llevar a cabo acciones que no son las ideales.

Cuando se tienen discusiones sobre política, el PRD no sale bien librado en cuanto a deshonestidad e ineptitud y eso lo utilizan quienes se oponen a las corrientes de izquierda, sin embargo, cuando se le compara en corrupción y estupidez con el PRI y el PAN resulta un ejemplo de cordura y honestidad. No hay que perder esto de vista, no es cuestión de blanco y negro, es de claroscuros, cual está más claro y cual más oscuro.

Sigamos adelante, hacia un horizonte más despejado, más claro.

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