lunes, septiembre 18, 2006

Apoyo para California

Miguel Robles nos envía este correo de California, cuya iniciativa es sumamente valiosa para nuestro movimiento, así que todos los que puedan apoyar a nuestros paisanos del otro lado que se solidarizan con nosotros, ahora es cuando:

Hemos estado hablando con organizaciones de Los Angeles y Stockton sobre
la necesidad de reconocer aqui públicamente a López Obrador como presidente
legítimo, para lo cual estamos invitando a todas las organizaciones e
individuos que apoyen esta lucha por la democracia en Mexico a que
participen.

La idea es entregar una carta en los consulados de diferentes ciudades en
California en la cual ciudadanos y organizaciones reconozcan la validez
del voto popular ante acciones vergonsozas de un gobierno corrupto, que
defiende privilegios de unos cuantos y entrega el país al mejor postor sin
hacer caso a las exigencias de justicia social por parte de las mayorias.

Tentativamente pensamos en el dia miércoles 27 de septiembre de 9:00 a.m. a
12 a.m. y nos gustaría que participara mas gente que en los eventos
anteriores, para esto es importante que aparte de reunir firmas de apoyo e
invitar a los medios, que cada organización aporte un orador.

COMITE DEFENSA DEL VOTO

NUNCA MAS UN MEXICO SIN NOSOTROS

1 comentario:

Carlos Gustavo dijo...

De la izquierda
SERGIO SARMIENTO

A primera vista la izquierda mexicana parecería estar unida en torno a Andrés Manuel López Obrador. Todos los integrantes del PRD repiten, con entusiasmo y aparente convicción, el dogma de que hubo un fraude en las elecciones del 2 de julio y que por lo tanto hay que repudiar las instituciones del país. Se ha creado también un Frente Amplio Progresista que busca preservar la unidad que en la campaña tuvieron los partidos de la coalición Por el Bien de Todos.

Nadie en la llamada Convención Nacional Democrática se atrevió a cuestionar la monárquica proclamación de Andrés Manuel López Obrador como “Presidente Legítimo de México”. Y cuando Elena Poniatowska mencionó en la Convención el nombre de Cuauhtémoc Cárdenas, los participantes respondieron de inmediato con chiflidos, abucheos y acusaciones de “traidor”.

Sin embargo, las voces disidentes de la izquierda empiezan a surgir en distintos puntos y podrían con el tiempo convertirse en avalancha. Cárdenas ha sido hasta ahora el más abierto y congruente crítico de López Obrador desde la izquierda. En su primera entrevista a un medio de comunicación desde las elecciones del 2 de julio, la cual se publicó ayer, le dijo a Joaquim Ibarz, corresponsal de La Vanguardia de Barcelona, que el nombramiento de López Obrador como Presidente de México en una votación a mano alzada “es un grave error, que puede tener un alto costo para el PRD y para el movimiento democrático… Hay que respetar las instituciones. El camino de la confrontación, de romper y no respetar un orden constitucional, no dará los mejores resultados para el país.”

En el número de septiembre de la revista Letras Libres, el prestigiado investigador emérito de la UNAM, Roger Bartra, integrante de esa generación que llevó al Partido Comunista a la democracia, afirma en el ensayo “Fango para la democracia” que “el candidato de la izquierda populista ha volcado un inmenso alud de lodo sobre las elecciones presidenciales más transparentes y auténticas que ha habido en México. No ha aceptado su derrota, ha denunciado un inmenso fraude, sin probarlo, y ha rechazado las decisiones del Tribunal Electoral”.

López Obrador, según Bartra, no es un hombre de izquierda sino un representante de un “populismo conservador”: “Populismo porque su base es la relación del jefe con ‘su’ pueblo, al margen de las instituciones democráticas de representación… Conservador porque se propone preservar o restaurar formas de poder e ideas propias de nuestro antiguo régimen, el autoritarismo revolucionario que dominó a México durante siete décadas”.

López Obrador parece haber perdido contacto no sólo con las instituciones democráticas sino incluso con las más racionales convenciones republicanas. Su proclamación como “Presidente Legítimo de México” en un voto a mano alzada en una asamblea de simpatizantes puede parecer una burla o una parodia. Lo increíble es que tanto López Obrador como muchos de sus seguidores se la han tomado en serio. Quizá por eso el diario El País, usualmente asociado con los socialistas españoles, le señalaba ayer a López Obrador que su comportamiento ha pasado “del esperpento a la amenaza real para las instituciones políticas de México”.

Según el editorial de ese periódico titulado “De mal en peor”, el tabasqueño está siguiendo el camino de los líderes de Venezuela y Bolivia que buscan “perpetuar o ampliar las presidencias actuales sin pasar por las unas. Son la excrecencia de actitudes caudillistas o de simple desprecio a las reglas más elementales que deben respetar todos los partidos democráticos: el ganador, por el margen que sea, gobierna.”

Algunos izquierdistas mexicanos que durante años defendieron la vía democrática para alcanzar el poder hoy prefieren cerrar los ojos a los abusos del cacique. Amalia García, Jesús Ortega y Carlos Navarrete son tres ejemplos de perredistas que hasta ahora habían mantenido posiciones socialdemócratas, pero que ahora aplauden las posiciones antidemocráticas de López Obrador. Es difícil saber si lo hacen por temor a un linchamiento como el que ha sufrido Cárdenas o si, como Andrés Manuel, siempre ocultaron detrás de un barniz democrático sus verdaderas posiciones autoritarias.

Roger Bartra se pregunta en su ensayo de Letras Libres: “¿Cuántas escenas de bochornoso resentimiento tendremos que soportar antes de que las corrientes más sensatas de la izquierda logren frenar a su cacique? Espero que, en la izquierda, intervengan sus líderes más democráticos, sus gobernadores más sensibles, sus aliados más inteligentes y sus intelectuales más críticos. Si no logran cambiar el curso de la confrontación, se enfrentarán al sólido muro de una coalición que representará a la inmensa mayoría de los ciudadanos, y la izquierda seguirá pataleando tercamente como un chivo en la cristalería de la democracia.”