lunes, septiembre 04, 2006

Reflexión sobre "La clínica del odio" de Jaime Avilés

Sique

Con el ánimo de contribuir a un razonamiento basado en el psicoanálisis y la psicología moderna, reflexiono respecto a un excelente artículo de Jaime Avilés con el cuál muchos nos identificamos. Obviamente una disertación profesional sobre el tema no se ajustaría al texto de un blog. Por tanto, sólo intentaré responder a algunos de los cuestionamientos que atinadamente hace el autor y espero que de algo sirvan.


Desfiladero (La Jornada)
JAIME AVILÉS

Urge una clínica de odio

Material explosivo usado para dominar y destruir a los de abajo.

R.- el odio se convierte en explosivo cuando se dirige a quien, por ser diferente, representa el miedo a la pérdida de algo, sea material (ej. casa) o abstracto (ej.identidad): a los pobres, a los ricos, a los judíos, a los homosexuales, a los musulmanes…

La propaganda panista inoculó ese veneno en el cuerpo del país.

R.- el impulso agresivo es inherente a la naturaleza humana y puede liberarse de manera constructiva o destructiva , en razón de la vida o de la muerte; el odio es la perversión del impulso agresivo. El impulso agresivo se pervierte cuando está asociado al miedo; cuando no hay un balance con el impulso amoroso; y cuando se dirige a un objeto que no representa realmente amenaza de pérdida. La propaganda asoció el miedo a la pérdida con López Obrador y ese miedo se transformó en odio hacia él y sus simpatizantes. Es decir, la publicidad pervirtió a muchos mexicanos porque les provocó el odio. Evidentemente para la cúpula sí representaba la pérdida de los privilegios y de la riqueza mal habida, sin embargo, la propaganda faltó a un principio ético: la verdad, porque era mentira que fuera un peligro para México, al contrario. Si el impulso agresivo se utiliza para construir un puente o para crear una vacuna que destruya a un enemigo real como la viruela no está pervertido. El impulso agresivo se pervierte cuando la premisa que justifica su liberación es falsa.

¿Poner la otra mejilla? No: entender el fenómeno y superarlo.

R.- la forma de resolver el odio es: identificarlo, entender el fenómeno, elaborarlo mediante un proceso en el cual el impulso agresivo retome una dirección constructiva o destructiva en razón de la vida. Esto significa que haya un balance entre éste, el impulso amoroso y la ética. Entonces se supera. No es poner la otra mejilla, es que el golpe no llega porque hay un límite psicológico que impide su recepción.

Desde el Zócalo, a las cuatro de la tarde, empiezo a dictar estas líneas con profundo dolor. Y todo porque anoche propuse la organización de una clínica de odio con excesivo énfasis.

R.- el odio es doloroso porque atenta al bienestar psíquico. El que odia sufre más que el que es odiado. De ahí que la frase de López Obrador: “yo no odio, soy un hombre feliz”, sea congruente y verdadera.

¿Qué es una clínica de odio? No sé cómo definirla, pero trataré de ofrecer algunas ideas. En noviembre de 1999, asistí a la inauguración de un pequeño bar en la colonia Condesa, y desde entonces adquirí la costumbre de pasar por allí dos o tres veces por semana convirtiendo ese establecimiento en uno de mis centros periodísticos de operación. Pero después del 2 de julio, un sábado a medianoche, me dejé caer por ahí y pedí un trago antes de irme a la cama. El encargado del changarro, que me lo sirvió, me dijo: "López ya debería irse a vivir a Venezuela".
"No te insultes a ti mismo hablando como lector de ese pasquín salinista que regalan en la calle. Por lo menos dile López Obrador", le contesté apretando el estómago de furia. "Mejor lárgate y ya no regreses nunca, aquí ya no vamos a dejar entrar a nacos como tú", fue su respuesta y su inapelable sentencia. Por fortuna estaba sobrio.

¿En qué momento se instaló el odio entre nosotros? Hoy en día todo el mundo conoce anécdotas de personas que se liaron a golpes porque una llevaba el moñito tricolor en la solapa o una cartulina pegada al vidrio del coche con una leyenda de "repudio total al fraude de Fecal", en tanto que la otra ostentaba en el vidrio trasero de su vehículo el muñequito de AMLO creado por Hernández, pero adulterado por el vengativo mensaje de: "sonríe, no gané".
El domingo pasado en el Zócalo un camarógrafo mexicano de CNN llegó tarde a la asamblea informativa de las 11 de la mañana y no encontró sitio en la primera fila del palco de prensa. De nada le valieron sus ruegos, nadie le abrió un lugar. Colérico, tuvo que irse hasta atrás y abrió un banquito desplegable para subirse y tener un mejor ángulo de la situación que más tarde sería vista durante 20 segundos cuando mucho en millones de pantallas domésticas del mundo. Desconocedora de su trascendental misión, la gente que estaba detrás de él le pidió que se bajara, a lo que el sujeto respondió gritando: "Ojalá que ya venga la PFP y los mate a todos, y a ver quién los graba, pinches indios".

R.- El odio surge internamente cuando permitimos que el impulso agresivo se pervierta al no identificar al verdadero objeto que nos daña o nos provoca la pérdida. Lo que perjudica no es el mesero del bar o el camarógrafo de CNN, ni siquiera Roberto Hernández, Fox, Azcárraga o Calderón. Lo que verdaderamente perjudica es la ignorancia, la falta de información, la carencia de principios éticos, el desamor, porque la razón de ser de la ética es el bienestar de todos. De manera que lo que hay que destruir es a la ignorancia, a la desinformación y lo que hay que construir son principios mediante los cuales orientemos nuestras vidas. No son las personas, son los elementos que pervierten a las personas los verdaderos enemigos. Cuando el odio desaparece, queda un balance entre el impulso amoroso y el agresivo en razón de la vida, AMLO lo expresa de manera sencilla: cabeza, corazón y firmeza, o bien, conocimiento, amor y agresividad bien orientada, para “sentirnos bien y de buenas” (AMLO dixit). No quiero decir con esto que la frustración y la rabia no nos asalten de pronto ante situaciones aberrantes, es natural, pero estos sentimientos son pasajeros si tenemos una buena estructura psíquica.

¿Qué es el odio? ¿Cuál es su fisiología? ¿En qué zona del cerebro se origina, qué tipo de neuronas entran en acción cuando nublan nuestra inteligencia? Estas son preguntas que deben responder los expertos. Lo cierto, sin embargo, es que el odio actúa como una enfermedad, esto es, como un agente que se introduce en nuestro organismo y lo empieza a dañar, a destruir.

R.- el psicoanálisis contempla al instinto como una cualidad biológica del individuo, continente de una energía que lo impele a actuar desde su propia naturaleza y en relación con el medio. Independientemente del instinto de conservación, existen dos tipos: el instinto de vida (Eros) y el instinto de muerte. De estos se derivan los impulsos que motivan al individuo a comportarse de una manera u otra. El impulso que procede del instinto de vida es el amoroso y/o sexual y el que sucede al instinto de muerte es el agresivo y/o destructivo. Sin embargo estos no son suficientes para explicar la conducta de las personas, existen otras estructuras y procesos de la psique humana que intervienen. Pero, como dije antes, no es propio de este texto explicar todo eso, simplifico diciendo que el yo, la entidad psíquica encargada de pensar y actuar tiene que ser fuerte para orientar los impulsos de manera conveniente y el super yo debe alojar reglas morales, principios e ideales.

El odio aumenta la presión arterial, contribuye al endurecimiento de las arterias, eleva el riesgo de ataques cardiacos, irrita las cuerdas vocales porque nos obliga a alzar la voz sin tener la garganta preparada para ello; afecta nuestros pulmones porque nos cambia súbitamente el ritmo de la respiración, pero, sobre todo, fundamentalmente, golpea en el aparato digestivo.
Cuando el odio nos asalta se nos endurece el estómago, se nos inflama el intestino grueso, lo que se transforma en un padecimiento crónico llamado colitis (no hace falta explicar que ésta sobreviene cuando se hincha cualquiera de los tres segmentos del colon), que llevado a límites extremos pueden desencadenar una apendicitis y si ésta no es atendida a tiempo, un estallido de la víscera con el consiguiente derrame de excrecencias dentro del vientre que ocasiona una septicemia en muchos casos mortal.

Además, el odio altera el apetito, aumentándolo o reduciéndolo y exacerbando el consumo de alcohol y tabaco, entre otras drogas. Sin meternos a ponderar otras cuestiones como diarreas y estreñimientos que igualmente pueden derivarse del hecho mismo de odiar, estamos ante un cuadro de signos y síntomas que desde luego constituyen una enfermedad.

R.- Decía Pierre Janet que “el fenómeno psicológico no es espiritual, ni corporal; acontece en el hombre entero, ya que se trata de la conducta de ese hombre tomada en conjunto. Un sentimiento no es más localizable en el alma que en el vientre”. Las emociones y la psique humana están contenidas en nuestra entidad biológica, es por ello que tienen una repercusión física. Pero estos trastornos no revelan el sentido del amor ni del odio; son una manifestación de las relaciones con el mundo. Estos malestares no se resuelven físicamente, sino en la medida en que somos capaces de analizar esa “enfermedad” y “curarla” desde el pensamiento. La salud mental la constituye un yo fuerte, que por un oído escucha a los impulsos y por el otro a los principios y los ideales para tomar una decisión inteligente de que decir y como actuar tomando en cuenta el mundo en el que vive. En este sentido Andrés Manuel López Obrador, contrario a todas esa charlatanería psicológica y mal intencionada que le atribuye locura, es una de esas personalidades extraordinarias que rebosan de salud mental como pocas he conocido en mi ya larga vida profesional: tiene un yo fuerte, tiene principios e ideales y tiene un balance adecuado entre el amor y la agresividad (ama a sus semejantes y construye las bases que van a destruir lo que los perjudica).

La herramienta del PAN
A falta de carisma personal, oferta política atractiva o capacidad para generar esperanzas entre el pueblo, el candidato presidencial de la derecha entró a la contienda esgrimiendo la herramienta del odio como recurso supremo. En un acto de irresponsabilidad que lo descalifica por completo para ejercer cualquier cargo de elección popular, Felipe Calderón trajo desde las catacumbas españolas del franquismo a un especialista en odio llamado Antonio Solá. Este le vendió la receta al Partido Acción Nacional, a las televisoras, a los empresarios y al "gobierno" de Vicente Fox. Todos contribuyeron a desplegar con ilimitados recursos la asombrosa campaña propagandística que inoculó el veneno del odio en este país.

Ahora, millones de mexicanos estamos enfermos de odio, odiamos y somos odiados, y no estamos reflexionando con la suficiente seriedad al respecto. Yo odio, tú odias, él odia, nosotros odiamos, ustedes odian, y en uno y otro bandos de la confrontación política todos percibimos por igual que ellos nos odian.

¿Yo me odio, tú te odias, él se odia? Sí, nosotros nos odiamos, nos obligaron a odiarnos, tuvieron la habilidad de dividirnos sin importarles que fuéramos ciudadanos independientes o militantes de cualquier partido político, se colocaron por encima de nosotros para dominarnos a placer.

Hay quienes todavía no se dan cuenta del material explosivo que están manejando. Uno de ellos, faltaba más, es Calderón. La frase que a últimas fechas más le gusta pronunciar en público dice: "Gané, pésele a quien le pese, y duélale a quien le duela". Pero ayer se superó a sí mismo innovando lo siguiente: "Gané voto por voto y casilla por casilla". Eso es una provocación que no puede venir de nadie, pero mucho menos de él. ¿De quiénes se está burlando y en nombre de quiénes lo hace y para qué?

R.- la derecha actúa de esa manera porque por un lado carece de principios, de ideales, y por otro, le falta impulso amoroso. Sus yoes sólo atienden al impulso agresivo que los orienta a la destrucción de los demás a través de las perversiones. No es una coincidencia que los de ultraderecha son los más proclives a las perversiones sexuales, porque al carecer de principios y de amor, liberan su sexualidad indiscriminadamente como animales. Si uno se percata de su falta de principios éticos y de su falta de amor, todas sus actuaciones son congruentes en relación a estas carencias. Su miedo y su débil estructura psíquica los hace odiar.

Nada más lejos de estas notas que la intención de poner o llamar a poner la otra mejilla para iniciar una reconciliación nacional. Lo que se necesita es otra cosa: una clínica de odio, el concurso de un conjunto de especialistas en diversos dolores del cuerpo y del alma que nos enseñen y ayuden a sacar el odio de nuestro organismo, a impedir que ese veneno siga siendo usado por los de arriba para dominar y destruir a los de abajo. Hay que hacerlo, y pronto. Anoche por ejemplo, en una concurrida taberna donde había gente de cine, de prensa y de la vida universitaria, el ruido de las voces y los vasos se mezclaba con el estruendo de las fichas de dominó y las carcajadas de quienes se la estaban pasando de pelos. Pero el tema de la política estaba presente en todas las conversaciones.

Un mesero, joven y simpático, que vive muy lejos de ese lugar y que votó por Andrés Manuel ahora lo odia porque debido al plantón de Reforma todo el dinero que gana lo gasta en el taxi que lo lleva a su casa en lugar del pesero que tomaba antes. Cuando una muchacha le pagó con su tarjeta de débito y el uniformado fue a la caja a plancharla, y regresó con la mala noticia de que no tenía dinero, se la aventó a su clienta con un gesto despótico y le dijo: "Que te la llene López Obrador". Y poco faltó para que los acompañantes de la joven le sacaran los ojos por el insulto.

En otra mesa un grupo de estudiantes comentaba que había sido todo un éxito el concierto del miércoles en el estadio de beisbol de la UNAM, donde los asistentes, que en el mejor momento llegaron a ser 15 mil, reunieron media tonelada de productos para el centro de acopio del campamento en Reforma, y criticaron la postura del secretario de rectoría, José Narro, quien trató de impedir la realización del evento. Mientras ellos hablaban de eso, el conflicto entre la muchacha de la tarjeta y el mesero furibundo seguía subiendo de tono y luego se apagó, lo que por mi parte me hizo pensar en el asunto de la clínica de odio y al ver a un querido amigo sentado con otros dos a tres pasos de mí fui a saludarlo y le expuse la idea. "Creo que tenemos que empezar a trabajar el problema del odio con mucha seriedad", le dije, y agregué indebida, innecesariamente: "Pero lo que no podemos hacer es olvidar la responsabilidad social de Calderón y los panistas que metieron el odio entre nosotros". No lo hubiera dicho.
Uno de los amigos de mi amigo me volteó a ver con ojos de fuego y me fulminó con estas palabras: "Ahora nomás falta que también acusen a Calderón de eso, van a decir que el odio empezó con los espots, no nos hagamos pendejos, lo empezaron ustedes". Y en ese instante el odio se apoderó de mí y cerrando el puño comencé a golpear la mesa gritando una por una algunas de las propuestas más atractivas de la campaña electoral de López Obrador: "¿Sembrar 3 millones de cedros genera odio? ¿Construir un tren bala del DF a las fronteras produce odio? ¿Pagarle un salario social a todos los ancianos genera odio?" El estruendo provocado por el énfasis de las palabras hizo que la gente de las mesas vecinas se pusiera de pie y que mi amigo se enfrascara en una horripilante discusión a gritos con el que acababa de recibir mi filípica. Yo sólo alcanzaba a escuchar a mi amigo que decía: "¿Sabes quién es él, sabes quién es él?" Media hora después, apaciguados los ánimos, mi amigo nos presentó diciendo mi nombre y el del otro sujeto, y éste a boca de jarro me contó una anécdota alucinante: "En 1982, tú eras candidato a diputado, luchabas por la legalización de la mariguana y organizaste una tocada de rock en la colonia San Simón, pero la delegación quitó la luz para sabotearte y una persona te ofreció conectar un cable de 50 metros hasta el enchufe de su casa. Esa persona era yo".

R.- estas vivencias con las que nos identificamos todos los que estamos en el movimiento por la democracia se deben, entre otras cosas a que: el neoliberalismo ha sido un sistema económico que: 1) ha cambiado los principios de justicia, verdad y libertad por la devoción al dinero, digamos que los super yoes están vacíos de ideales; 2) ha instaurado la fortaleza del yo en base a la acumulación de bienes materiales en vez de que se establezca a partir del conocimiento y la cultura; 3) ha orientado el amor y la sexualidad al dinero en vez de que estos impulsos tengan como destinatario natural a los congéneres. La herramienta principal para todo esto ha sido la publicidad, que justamente no atiende al principio de verdad. El poder económico ha manipulado la formación de los individuos de la sociedad para salvaguardar su poderío. Si no hay principios; si los yoes están devaluados porque no tienen dinero; y si ya no hay amor por los semejantes entonces no hay quien luche por ideales ni por los seres humanos, lo que predomina es la mentira, la injusticia, la represión y el desamor.

Incluso al calor de la lucha contra el golpe de Estado y el fraude electoral, urge una clínica de odio antes que sea demasiado tarde.

Reflexión.- una buena clínica del odio es aquella en la que todos participemos en la construcción de un sistema en el que impere la verdad, la justicia, la libertad y el amor entre nosotros. La transformación de fondo que formula AMLO es una buena propuesta porque incluye todo esto. Eso es lo que te defiende y te salvaguarda del odio. Por eso tienen que ser primero los pobres, porque eso es amor; por eso tenemos que destruir la corrupción porque eso es injusticia; por eso tenemos que defender nuestro patrimonio porque con eso puede haber justicia social; por eso todos los jóvenes deben tener acceso a la educación superior, porque el conocimiento les forma un yo fuerte, por eso la información de los medios tiene que ser objetiva y veraz, porque alude a la verdad; por eso tenemos que transformar la política, por eso tiene que haber democracia, porque ésta establece lo que conviene a todos y representa los valores sobre los que la sociedad entera se construye. El neoliberalismo y la tecnocracia conforman personalidades que generan odio porque falta humanismo.

El odio ya estaba entre nosotros, en la desigualdad social y económica y en la humillación a la que se ha sometido a los indígenas. Lo que ocurrió es que surgió un líder con amor, principios e inteligencia, un verdadero luchador social, un humanista con quien nos identificamos los que a pesar del sistema conservábamos principios y amor por nuestros semejantes y lo seguimos, entonces el grupo en el poder sintió miedo, utilizó sus herramientas para manipular a la gente en su contra para no perder sus riquezas, sus privilegios y su identidad. La mejor clínica del odio propio y del de los otros es esta lucha, la razón, los principios y el amor son nuestra defensa y nuestra cura. El ejemplo lo está poniendo AMLO por eso es líder. Toda nuestra energía y talento en la refundación de la República a través de la Convención Nacional Democrática.

El miedo es un sentimiento que también valdría la pena analizar para entenderse a uno mismo y a los adversarios. Recomiendo un magnífico artículo de Hernán González: “El gran miedo” para profundizar en ese tema.

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