domingo, diciembre 17, 2006

Irak: Daddy Bush llora, Laura calla y la mascota Barney ya no ladra

Alfredo Jalife-Rahme

George W. Bush y su perro Barney Foto: Imagen tomada del portal de la Casa Blanca
El documento Baker-Hamilton cumple tres propósitos: 1. margina a los neoconservadores straussianos de la toma final de decisiones; 2. brinda el apoyo teórico bipartidista de un "grupo de sabios" exitoso en política exterior (v.gr. la fase triunfal de la posguerra fría), y 3. procura algunos puntos de apoyo a Baby Bush para aminorar la catástrofe de su aventura unilateral que aceleró la decadencia de Estados Unidos (EU) a escala planetaria y que gestó en forma anticipada al "nuevo orden multipolar" todavía en fase embrionaria.

Queda claro que Condi Rice y el mismo Baby Bush adoptarán el documento Baker-Hamilton, que dejarán en el cajón de sastre como una última opción antes de intentar una vía intermedia que se aleja también del fallido unilateralismo de los neoconservadores straussianos.

Es el turno de operar de Condi, cuyos "dolores de parto" para el nacimiento de un "nuevo (sic) Medio Oriente" fueron abortados por el fracaso de la guerra de Israel contra la guerrilla chiíta Hezbollah, apuntalada por Siria e Irán. La entrevista de Condi a The Washington Post (14/12/06) relega el documento Baker-Hamilton y asienta que EU aún no se dispone a vender Líbano por enésima vez a Siria ni a aceptar todavía la nueva hegemonía de la teocracia chiíta iraní desde el golfo Pérsico hasta la costa oriental del mar Mediterráneo.

Quizá, con el fin de que Damasco y Teherán bajen su puja maximalista, Condi deja entrever en el metanálisis hermenéutico la amenaza de que una balcanización de Irak afectaría a Irán y Siria con la emergencia de dos entidades antagónicas: la kurda y la sunita que carcomerían las respectivas geografías del régimen alawita sirio y la teocracia chiíta persa.

Pareciera que Baby Bush, quien como prototipo del ranchero texano padece el "síndrome Fox" (cuyo padre era texano), desea heredar el fracaso de su política medio-oriental a su sucesor (Hillary Clinton o John McCain). Tampoco hay que soslayar que la retirada de EU de Vietnam fue larga (duró cinco años) y sangrienta, antes que de que colapsara el régimen títere de Vietnam del Sur dos años más tarde.

Baby Bush ha atenuado los alcances del documento Baker-Hamilton, en el que colaboró Bob Gates, flamante secretario de Defensa, y se empecina en proseguir su desastrosa intervención militar en Irak.

Hay que reconocer que Baby Bush siempre ha sido consistente en referencia a su aventura iraquí. No hace mucho, bajo las fuertes presiones paternas, profirió en forma pueril: "No me voy a retirar de Irak, aún si Laura (nota: su esposa) y Barney (nota: su mascota) son los únicos que me apoyan" (The Times, 10/12/06). Hace mucho que Laura calla; ni siquiera se inmutó ante las amenazas que sufrieron sus hijas gemelas en su reciente periplo por Argentina. Sobre la simpática mascota Barney, con quien Baby Bush suele dialogar (se han de entender muy bien), se sabe por las reseñas de las "columnas de chismes" en EU que ya no ladra como antes.

El bien informado Pepe Escobar (Asia Times, 14/12/06) sostiene que EU no variará su política en Irak debido a los intereses de sus poderosas trasnacionales petroleras: "no puede existir un cronograma para una retirada completa de EU porque depende de la nueva ley petrolera a ser aprobada en Irak y en la capacidad del ejército para defender las inversiones del poderoso cartel petrolero". EU fue a "capturar las fabulosas reservas petroleras" de Irak y no las va dejar al garete. La nueva ley petrolera permitirá que las "compañías locales (nota: ¿cuáles?) e internacionales exploren el petróleo iraquí". Las inversiones, avaladas por el gobierno federal iraquí dominado por los chiítas, alcanzarían 20 mil millones de dólares. La tácita colaboración de EU e Irán sobre el petróleo de Irak ha puesto en ascuas a las petromonarquías árabes del golfo Pérsico, según "rumores (sic)" en Dubai reportados por Escobar, quienes estarían dispuestas a castigar los ingresos petroleros de Irán mediante una baja artificial a 40 dólares el barril, lo cual ha sido impedido por el presidente venezolano, Hugo Chávez, hasta ahora.

Escobar enfatiza que aun el documento Baker-Hamilton se pronunció por "privatizar el petróleo de Irak para beneficiar al cartel petrolero anglosajón". Si la ilegal invasión unilateral anglosajona fue por el petróleo iraquí, su retirada también contabilizará la tenencia del oro negro.

En efecto, el mismo Baby Bush confesó que la presencia del ejército de EU era para impedir que los "radicales y extremistas" se apoderaran del petróleo de Irak (The Washington Post, 6/11/06).

Tras bambalinas, la perfidia británica resplandece y el mendaz primer ministro Blair envió a Damasco a Nigel Scheinwald, su jefe en política exterior, a negociar en "secreto (sic)" con el presidente Bashar Assad (IHT, 30/11/06).

El mismo día, Siria firmó 20 contratos con la trasnacional británica Shell para explorar petróleo en la frontera con Irak (easybourse, 30/11/12).

El problema crucial de la decadencia estadunidense es la "negación" de la realidad, de carácter más siquiátrico que geoestratégico cuando los lúcidos pensadores que quedan aceptan con amargura que la mejor solución radica en su manejo racional. No es para menos y habría que recurrir al "síndrome de estrés postraumático", cuya primera fase es justamente la "negación", antes de elaborar el "duelo" de una estrategia fallida para asimilar al final la ineludible aceptación de la cruda realidad.

Baby Bush, una personalidad inmadura e hipercompleja de corte caligulesco, se encuentra en la primera fase de "negación" que su padre más maduro ya elaboró como delatan las lágrimas públicas que vertió en la despedida de su hijo Jeb de la gubernatura de Florida.

Las lágrimas de Daddy Bush, aunque había suficiente motivo, no fueron por su asistencia a la toma grotesca de posesión del neopinochetista Felipe El Breve, quien carece de legitimidad internacional como atestiguó la patética ausencia de personalidades de primer nivel, tanto de Latinoamérica como del resto del mundo. Daddy Bush, "padrino" del dictatorial "salinismo financiero" de un cuarto de siglo, fue la única personalidad digna de ese nombre que se arriesgó a presenciar la toma de posesión del primer "presidente nocturno" en la historia de México.

Peggy Noonan, una de las amanuenses de Daddy Bush, el presidente número 41, explica que las lágrimas del padre no eran específicamente vertidas para el gobernador Jeb, sino para su otro hijo, el presidente 43, al momento de haber proferido una frase con enorme carga histórica y emocional: "la verdadera medida de un hombre es la manera en que se conduce en la victoria como en la derrota" (The Times, 10/12/06). El problema de Baby Bush es que, fuera de sus notorios fraudes electorales, nunca ha conocido una victoria tangible.

Baby Bush exhibe connotadas semejanzas "divinas" con Calígula, y ha cometido errores geoestratégicos irreparables que desbancaron a EU del primer lugar unipolar. Calígula era un sicópata con aspiraciones a la divinidad, pero en estrictos términos geoestratégicos no puso en riesgo al imperio romano que se recuperó mediante el desafuero de la época, que era el magnicidio.

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