sábado, enero 20, 2007

¿A quién le sirve el silencio?

Primera parte

En los primeros trasiegos "gubernamentales" del espurio que se ostenta como presidente de México, ha demostrado que teníamos razón cuando dijimos que usarían el texto Constitucional como un moderno "Lecho de Procusto" –ajustar SU verdad constitucional por encima del texto y la legalidad que implica-. Para muestra ahí queda el infausto (por inútil para usos prácticos) testimonio del texto constitucional en su artículo 129, que no deja lugar ni a dudas, ni mucho menos a interpretación: "En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer mas funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar. Solamente habrá comandancias militares fijas y permanentes en los castillos, fortalezas y almacenes que dependan inmediatamente del gobierno de la Unión; o en los campamentos, cuarteles o depósitos que, fuera de las poblaciones, estableciere para la estación de las tropas. (texto vigente al 5 de diciembre de 2006)".

"En tiempo de paz…", tal vez sea por ello que asume el espurio que puede ignorar el texto y el espíritu de la Carta Magna, tal vez por que ya nos encontramos en guerra y no nos hemos percatado, o no se nos ha informado. Tal vez. Tampoco se nos ha informado que estamos en guerra, debido a que esta nueva guerra que el Estado mexicano ha emprendido –el Estado, sí, pues dichos procedimientos se encuentran avalados por la colusión sumisa del Poder Judicial; la pávida omisión supina e indolente del Legislativo; la supresión de facto de los poderes derivados por la Federación a los Estados, que han dejado de ser "libres y soberanos" y la cancelación del Municipio Libre, como sustento del poder popular- esta nueva guerra decíamos, es ahora contra el pueblo de México.

Se nos quiere vender la idea de que la seguridad pública es la "seguridad nacional" como concepto unificador y misterioso que les permitiría justificar sus trapacidades. Bajo esta premisa se reproduce una idea que ya estuvo vigente en México durante dos décadas: La unificación de todas las policías del país bajo un solo mando, presumiblemente a cargo de Ardelio Vargas Fosado.

Sobre estas dos afirmaciones pasamos a argumentar sus porqués.

Primero, atender los asuntos de seguridad pública –vinculados al narco- bajo la lógica de la seguridad nacional, implicaría de hecho, haber iniciado los operativos en contra de los soportes financieros y tácticos del poder militar del narco, para inmovilizarlo.

Al no hacerlo de esta manera, los recientes operativos "Michoacán" –donde han contado con la procacidad de Lazarito, en papel de mozo de brida y comparsa de su paisano el espurio-, "Tijuana" –donde aún se regodea el jefe financiero del narco, en funciones de presidente municipal-, y "Sinaloa" –donde se fortalece cada vez más (y no sería raro que este fuera el motivo real de los "operativos") al cártel del Chapo Guzmán- sólo se atiende a los efectos secundarios del poder del narco, dejando intocadas sus estructuras fundamentales.

En sentido contrario a la lógica de combate al delito en su más fuerte implicación –el poder financiero-, la "lucha" contra el narco se hace dirigida a los minoristas, y campesinos depauperizados, que sin más opciones por la política económica, se dedican a prestar y cuidar sus tierras para el cultivo de la droga.

El narco en la calle pone en riesgo la Seguridad Pública. El narco en los bancos, las empresas, y la estructura gubernamental pone en riesgo la Seguridad Nacional y es ahí donde no se le persigue.

Segundo, desde 1969 y hasta 1989, todas las policías de México se manejaron bajo un solo mando operativo real. Policías municipales, fiscales, federales, judiciales, preventivos, aduanales, secretos, políticos y cualquier otra fuerza policíaca, legal o ilegal debía reportar –en asuntos de "seguridad nacional" al director en funciones de la Dirección Federal de Seguridad (hoy CISEN), y así emprendieron el proceso de aniquilación de las fuerzas guerrilleras y de lucha popular de los 60´s, 70´s y 80´s. Desde ese mando único se tenía un control absoluto de todo cuanto ocurría en México, se espiaba y violaba la ley en nombre de la seguridad nacional, se torturaba y desaparecía en "bien de la nación", se asesinaba "patrióticamente".

El conspicuo Ardelio Vargas Fosado, formó parte, como militar, de una estructura civil surgida en 1967, en las entrañas de la temible Dirección Federal de Seguridad, el Grupo C-047, que estaba dirigido entonces por Miguel Nazar Haro. Ya por 1974, y habiendo recibido múltiples entrenamientos militares en contra insurgencia y con especialidad en "interrogatorio" –forma eufemística de llamar a la tortura en ese ámbito- (en la Escuela de las Américas o SOA por sus siglas en inglés, la llamada "Escuela de Asesinos" donde se entrenó a los dictadores latinoamericanos), pasó a formar parte de la macabra Brigada Blanca, bajo el mando del mismo Nazar y de Salomón Tanús.

Ese es el precedente y la lógica bajo la cual se formó y la cual se pretende reproducir, bajo el mando único de Vargas Fosado, a la AFI, la PFP y todas las fuerzas federales que quieran poner bajo su égida.

Contrainsurgencia, no contra narco. En sentido contrario a la inercia gubernamental tradicional, esta vez se ha supeditado a las instancias llamadas de "Inteligencia" (CISEN, AFI, G-2-inteligencia militar-) a un poder militar directo. Así, la designación de Guillermo Valdés Castellanos (ex encuestador estrella de Calderón) como flamante Director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), con un bajísimo perfil profesional en el área, y sin ninguna jetatura moral ni ética sobre la estructura de "Inteligencia" –que en su cimiento es la misma que la del viejo PRI-, seguramente quedará a cargo "decorativamente" del puesto y quien asumirá las funciones reales, será Vargas o algún jefe de su estructura militar.

Para los escépticos, les decimos que, si no nos creen, revisen las recientes actuaciones de Ardelio Vargas al frente de la PFP, es el instrumentador de la nueva guerra sucia en Atenco, Oaxaca y la represión a los movimientos populares. Sí, la guerra sucia ya está de nuevo entre nosotros, con sus ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, torturas, abusos, detenciones extrajudiciales –secuestros-, violaciones a la ley en el traslado a presos a prisiones federales , clasificación de personas como de "alta peligrosidad", acusaciones de "sedición", "revuelta", "rebelión" a defensores de derechos humanos. Ese es el método que saben, el único que conocen.

¿A quién le conviene nuestro silencio?

Pues a estos prevaricadores, que se erigen como garantes de la nación, pervirtiendo su esencia legal e institucional. Esa es una de las muchas razones que expondremos aquí para no quedarnos callados.

A T E N T A M E N T E .

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