miércoles, enero 24, 2007

Un día más con vida

Ryszard Kapuscinski

La editora de Ryszard Kapuscinski en México, Paola Tinoco, nos convida un testimonio que se suma a los distintos puntos de contacto que tuvo el periodista polaco con La Jornada y con México, pues en estas páginas se dieron a conocer los adelantos de sus sucesivos últimos libros publicados. Con autorización de Anagrama, reproducimos abajo un fragmento breve pero intenso de Un día más con vida, "considerado el mejor libro de Kapuscinski, si es que se puede decir eso", apunta Paola Tinoco. En este volumen está el registro de su estancia en Luanda, "donde se quedó por su voluntad, a pesar de que era prácticamente un suicidio dejar pasar el último avión de salida y donde apostó una botella de vino a que sobreviviría. Escogí un pasaje en que habla del sentimiento de soledad y de que a pesar de la depresión no podía dejar de escribir aunque fuera un texto breve, que fue justo lo que hizo hasta el día en que lo ingresaron al hospital, el sábado pasado en la noche".

Para mí, las nueve era el momento más importante del día, una experiencia única que se repetía noche tras noche. No dejé de escribir un solo día; escribía llevado por un impulso de lo más egoísta, me obligaba a romper mi parálisis y depresión internas para redactar un texto, por más breve que fuera, y a mantener la comunicación con Varsovia, que era lo único que me salvaba de la soledad y del sentimiento de abandono. Cuando tenía tiempo, me quedaba clavado junto al télex mucho antes de las nueve. La luz que se encendía despertaba en mí el mismo entusiasmo que despierta en un hombre perdido en el desierto el repentino hallazgo de una fuente. Usaba todo mi ingenio para prolongar el tiempo de aquellas sesiones. Describía con todo lujo de detalles cada una de las batallas. Preguntaba qué tiempo hacía en Polonia y me quejaba de no tener nada para comer. Pero finalmente llegaba el momento en que Varsovia decía:

RECIBIDO CORRECTO PROXIMA COMUNICACION MAÑANA 20:00 HORAS GMT GRACIAS BY BY...

La luz se apagaba y me quedaba en la mayor soledad.

Tomado del libro del mismo título, escrito en 1976 y publicado en castellano en 2003 con un una posdata que añadió el autor en el año 2000

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