domingo, febrero 18, 2007

¿La tolerancia o un chinga a tu madre…?

No pude ayer postear más que el artículo de Luis Javier Garrido, uno de mis analistas políticos preferidos, y dos consideraciones respecto a la supuesta amenaza de Al Qaeda y la patraña de Tello respecto al supuesto “perdí” de AMLO, porque la problemática de la instalación en otro país y las dificultades para conectarme a internet no están aun resueltas. Tampoco contesté los correos por las mismas razones ni pude postear nada de sus envíos y colaboraciones. Poco a poco según pueda lo iré haciendo con aquellos que no resulten ya extemporáneos. Sólo les pido paciencia y que no me abandonen porque estoy sola y lejos, y el saber que ustedes estarán pendientes me consuela un poco. Antes, en México, con mi familia, mis perritas y con conexión a la hora que quisiera no me daba cuenta de lo acompañada que estaba, y del mundo de información al que tenía acceso. Ahora siento que no sé que está pasando o si hay algo urgente de lo que no me he enterado. Sin embargo, todo eso quedará resuelto en un par de semanas y por otra parte he tenido tiempo de reflexionar. Comparto con ustedes lo que he estado pensando y sintiendo:

Guardo mucho resentimiento, hipersensible e intolerante. El fraude y la serie de agresiones que hemos sufrido, quienes no estamos de acuerdo con que: se nos mienta, se lleven a cabo prácticas discriminatorias, haya una desigualdad social y económica tan insultante para todos, tanta gente sufra por la avaricia de unos cuantos, haya absoluta impunidad ante la corrupción y el asesinato; me ha convertido en una persona intolerante. Pero debo ser sincera, no siento que esté mal y les voy a decir porqué. La tolerancia es una virtud cuando se trata de distintos modos de ver la vida y de comportarse, siempre y cuando esto no afecte a terceros. Pero, por ponerlo en caricatura, si se trata de que una persona piensa que matar niños no es trascendente y se pone a asesinar cuanta criatura se le presenta ¿no debe uno ser intolerante?

Bueno, pues sirva esta hipérbole para ejemplificar por qué no siento que esté mal siendo intolerante: no tolero a una persona que piensa que está bien que un usurpador ocupe la presidencia, no tolero que alguien sea tan estúpido de no darse cuenta de que el rumbo que lleva nuestro país va hacia una injusticia cada vez peor, no tolero el odio, no tolero la indiferencia ante cuestiones tan vitales como la destrucción de nuestro entorno, ni ante la deshumanización.

Hace poco, estando en México, me invitó un millonario conocido, porque en realidad nunca fue mi amigo, a una cena en su casa, y le dije que no podía ir porque lo más probable era que fuésemos a tener un disgusto debido a nuestras diferencias en cuestiones políticas. Lo tomó a broma y desvió la plática suponiendo que no iba debido a que tendría muchas cosas que hacer por la premura del viaje. Yo lo dejé así y no insistí. Pero ahora he estado pensando que debí haber asistido a expresar ante la concurrencia en la que también iban a estar otros amigos y conocidos de la alta burguesía, de los que me he distanciado porque son panistas, para decirles lo que ellos representan y después de mentarles la madre tomar mis cosas e irme con la satisfacción de haberles dicho unas cuantas verdades. Sé que eso no hubiera sido lo razonable, lo inteligente hubiera sido ir y calmadamente exponer las razones por las cuales considero que están equivocados para convencerlos, já, bueno con que hubiera convencido a uno para sumarlo a nuestra causa, y si acaso meter un poco de ruido a algún otro, pero no pude.

Sin embargo, he aquí porque no me siento mal con mi intolerancia: si bien ellos no son directamente responsables del fraude, sí son responsables de muchas cuestiones por las que México es un país de delincuentes de cuello blanco y de asesinos impunes. Es evidente que el millonario éste que nunca ha tenido que trabajar para comer y que desde la infancia se mueve dentro de la riqueza es un inconsciente sin compasión que si hubiera tenido que intervenir para cometer el fraude lo hubiese hecho, (a lo mejor lo hizo) y los otros son una bola de hipócritas que si bien no son millonarios en el fondo son la misma mierda reaccionaria.

Siempre he sido de izquierda, estuve en el 68, colaboré activamente en el 88, apoyé al EZLN, entonces ¿por qué antes los frecuentaba y hasta podía pasarla bien con ellos? ¿qué antes no me daba cuenta de que teníamos parámetros morales totalmente opuestos? ¿por qué antes sí los toleraba y ahora no? Seguramente porque no me había calado tan profundamente el dolor de la inmoralidad en la que está sumido nuestro país, quizás porque la mierda estaba más camouflageada y ahora está saliendo a borbotones y la claridad de lo que ocurre se ha vuelto más luminosa.

Cuando me dicen que la polarización que el PAN ha provocado es mala para el país, no estoy tan segura de ello. ¿No es mejor darse cuenta de quienes integran cada bando? ¿no es mejor la definición? ¿es mejor que estemos todos revueltos para que los reaccionarios se confundan en la bola y no saberlos identificar?

Porque debo decirles que estos, “mis amigos” (debería decir ex - amigos) y conocidos que son “intelectuales” se mostraban como gente liberal y hasta de “izquierda” , resulta que a la hora de la hora sacaron el cobre. Recuerdo sobre todo a una de ellas que votó por Cárdenas en el 88 y simpatizaba con el EZLN, y me pregunto, ¿sería que por intuición sabía que eso nada más daría para pura pose y que no se iba a lograr nada? ¿será que ahora intuye que López Obrador sí es auténtico y que sí puede llevar a cabo un cambio, lo cual constituye una amenaza a su status quo y por eso lo odia?
Hasta ahí la confesión de algunas reflexiones, la recomendación: debe uno ser tolerante, para que con el poder de la razón se pueda atraer a más gente a la causa y no pelearse, trataré. .. lo que pasa es que a veces dudo si un chinga a tu madre no será más efectivo.

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