lunes, marzo 05, 2007

Solidaridad con Guillermo Almeyra

Hemos recibido esta carta y a continuación el texto del problema que tiene en este momento Guillermo Almeyra, una de las personas más valiosas de nuestro país. Manifestamos nuestra absoluta solidaridad con él y las acciones que se tomen para denunciar y evitar este ultraje.

Querido Guillermo:

Somos Miles los que sabemos no solo de tu siempre incondicional solidaridad, así como de tú generosa disposición a enriquecernos con tu inmensa sabiduría.

La indignación ante la actitud miserable de los traidores de siempre, no solo me enfurece, sino que en este momento al leer Tere y yo tu carta, queremos expresarte no solo nuestra incondicional solidaridad, sino pedirte encarecidamente que nos instruyas respecto a lo que quieras que hagamos tanto en el terreno de la amistad, como en la forma de denunciar a este señor y otros que como el alguna vez consideramos nuestros camaradas.

Por lo pronto en este momento comienzo a mandar correos a todos lados y mañana mismo hablo con Rosario Ibarra que anoche mismo en su casa me expresaba su admiración y cariño por tí, así mismo aunque se trate de un debilitado PRT veré de que iniciemos una campaña no de las otras, sino de adeveras para pararle los tacos a ese pobre personaje.

Disculpa si esto está redactado con las patas, pero expresado con el corazón.

Tus siempre amigos y camaradas: Los Armada.


EL PODER DE QUIENES “NO QUIEREN” EL PODER
Permítanme exponer al respecto un ilustrativo caso personal. Trabajo en la Uam-Xochimilco , División de Ciencias Sociales y Humanidades, cuyo director (hasta junio próximo) sigue siendo Arturo Anguiano Orozco, miembro del grupo que edita la revista Rebeldía que se declara zapatista y que no da otro signo de radicalidad más que la continua violación de la ortografía por su mismo director.
Tengo casi 79 años y sólo dentro de seis meses, o sea, en octubre del 2007, podré reunir los 10 años de antigüedad en la UAM necesarios para obtener una pensión de medio salario ( 8 000 pesos o sea cerca de 700 dólares). He obtenido varios premios académicos, soy uno de los profesores con más horas de trabajo y más asesorados en Maestría y en Doctorado, soy el único miembro de mi Departamento (Relaciones Sociales) miembro del Sistema Nacional de Investigadores a nivel III y uno de los muy escasos que hay en toda la UAM así como también uno de los contados profesores a los que recurren siempre los estudiantes para sus eventos.
Ya en 1982, cuando aún enseñaba en el Posgrado de Ciencias Polìticas en la UNAM , me tuve que ir de México pues no aguantaba la altura ni la contaminación (de entonces, mucho menor hace 25 años que la actual). Ahora, con más edad, me encuentro en la misma situación. Pedí pues a la División que dirige Anguiano no esperar hasta octubre e irme en pensión anticipada. Se me negó. Pregunté a Anguiano cuál otra solución habría y, citando otros antecedentes, me respondió que se podría hacer un acuerdo de intercambio con una Universidad, argentina, por ejemplo, situada a 0 metros sobre el nivel del mar, como la UBA o la de Rosario. Con ocasión de un seminario al cual fui invitado en octubre del 2006, y de cuyos resultados informé como corresponde en su oportunidad, impulsé entonces dicho acuerdo con la UNR. El mismo permitiría el intercambio de profesores y alumnos entre ambas universidades, por un trimestre. Llegado a México, en enero, Anguiano no sólo desechó el intercambio (favorable y prestigioso) sino que también impidió el intento de hacerlo aceptar por el Secretario Académico de la Rectoría General al cual mintió diciendo que yo era profesor de tiempo completo de la UBA , difamándome y calumniándome ya que el contrato con la UAM , que firmé conscientemente, establece que un profesor de Tiempo Completo no puede trabajar fuera de la UAM , por salario, más de 3 horas por semana, cosa que siempre he respetado. Ahora bien, entre tantas cosas, Anguiano ignoraba que en las Universidades argentinas a los 65 años (tengo 79) rige la jubilación de oficio y, cuando mucho, hay oportunidad de conseguir un contrato transitorio para un seminario o un curso de posgrado, cosa que no tengo, entre otras cosas, por la razón de peso de que por 8 meses la UBA no pudo elegir rector y no hubieron por consiguiente nombramientos. No sólo por consiguiente, no he firmado nada ni se me ha ofrecido oficialmente nada sino que tampoco ello hubiera sido posible. Existe, sí, el ofrecimiento de la UNR de incorporarme al posgrado por un trimestre en el marco de un convenio de intercambio con la UAM y si ésta, por supuesto, lo aceptase.
Así las cosas, y dado el agravamiento de una bronquitis contraída en el DF, con graves problemas respiratorios de los que son testigos todos- alumnos y colegas- que tuvieron contacto conmigo, pedí, por primera vez en mis diez años de trabajo, sólo algunos de los días por enfermedad que me corresponde según el contrato laboral (o sea, de los 45 con sueldo entero y 45 a medio sueldo). El certificado médico está firmado por uno de los profesionales de mayor capacidad y prestigio del DF, director además del Hospital de Especialidades del Gobierno. Incluso esta prestación legal me es ahora cuestionada, siempre con mentiras, a pesar de lo que establece el contrato (dicen mis “superiores” que no estoy enfermo sino que me habría ido a un simposio que sólo existe en su imaginación habituada al fraude) La realidad es en cambio que, en efecto, me invitan a menudo a reuniones internacionales pero, estando sano y en México, jamás he querido defraudar a los alumnos y dar más trabajo a los colegas faltando a mis obligaciones y, estando enfermo, me atengo ahora al reposo absoluto recetado para recuperarme y poder trabajar.
Anguiano no sólo ha mentido a la Rectoría general sino que también miente ahora con el objetivo miserable de no dejar que llegue en octubre del 2007 a la pensión que me corresponde por contrato, intentando con falsedades que se me sancione por faltas inventadas antes de esa fecha o forzarme renunciar abandonando derechos laborales legales adquiridos. Todo eso porque a él y a otros mediocres no les gusta lo que escribo y, no teniendo argumentos para discutir o rebatir los míos, apelan a los métodos stalinistas que en otros tiempos denostaron.
Cualquiera sea el resultado de esta mísera pelea en un charco de ranas, quería poner en conocimiento de Uds. cuál es la calidad moral y la ética de los autodenominados “académicos” “izquierdistas” que tanto daño hacen a la Universidad pública.
Afectuosamente, Guillermo Almeyra

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