viernes, abril 13, 2007

El pelele y el plan de sus amos

De Blogotitlan

El Reparto

La reactivación del Plan Puebla-Panamá no sólo extenderá el territorio de Estados Unidos hasta el Darién, sino que encierra una posible balcanización de Mesoamérica (con muchos países pequeños fácilmente manipulables).

por Fausto Fernández Ponte

I

El Plan Puebla-Panamá (PPP) ha sido reactivado por el empleado mayor mexicano de los grandes consorcios trasnacionales que dominan y rigen al mundo y ello nos barrunta consecuencias ominosas para México y, predeciblemente, los que vivimos aquí.

Señálese que ese empleado mayor mexicano es —ya lo habría adivinado usted, caro y perspicaz leyente— es Felipe Calderón, quien se ostenta espuriamente como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Don Felipe sólo hace su trabajo.

Pero ese trabajo es deleznable, pues consiste en acatar instrucciones de los poderes que son y están —los de las trasnacionales— para darle prisa a la repartición de los tesauros y activos tangibles de México para fines de saqueo.

Por supuesto, don Felipe —es decir, don Sagrado Corazón de Jesús, pues tal es su nombre, el cual figura en su acta de registro civil y presumiríase que también en su fe de bautismo— tiene motivaciones sinceras: cree en lo que está haciendo.

Dígase de otro jaez que don Sagrado Corazón de Jesús se desempeña a favor del reparto legal de nuestro país y el saqueo legalizado —como lo confirma la Ley Gordillo— de nuestras riquezas, porque está convencido de que ello nos conviene, pues nos beneficia.

Bien. Así pensaban, desde luego, los ex presidentes Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, quienes abrieron a los grandes consorcios trasnacionales y grupos de poder fáctico de México, las puertas del saqueo.

Todos ellos y, desde luego, el actual mandatario, don Sagrado Corazón de Jesús, actuaron contra los verdaderos intereses estratégicos de México —los del pueblo— aduciendo que lo hacían por patriotismo; es decir, por nuestro bien.

II

Mas el hecho de que todos ellos se hayan enriquecido escandalosamente en su actuación contra los intereses reales de México y su pueblo, es secundario, accesorio y carece de importancia. No lo hicieron por beneficiarse, sino por su enorme amor a la patria.

Por convicción, pues. Pero esa convicción es ideológica, lo que implica un compromiso con sus paradigmas y sus objetivos y, obvio antojaríase, sus objetivos. Todos ellos profesaban una fe superior: la del capital y el mercado.

Esa fe en el capital y el mercado les lleva a crear condiciones extraordinariamente favorables para la reproducción colosal de los intereses y ganancias para el poder real, el de los dueños del dinero y sus operadores.

Esas condiciones suelen ser, por lo general, metalegales. Consisten en legalizar la corrupción, el reparto de nuestro país y el saqueo de las riquezas del patrimonio de los mexicanos. Ello define la modalidad más salvaje del capitalismo.

Históricamente, el capitalismo es, de por sí —por naturaleza y razón de ser— depredador y, ergo, antisocial, pues atenta contra los intereses verdaderos de la sociedad en los ámbitos locales o nacionales y, sin duda, internacionales.

Pero en algunos países considerados campeones del capitalismo, éste es regulado estrictamente por el Estado con arreglo a un marco jurídico que constriñe con severidad la naturaleza salvaje y depredadora de esta forma de organización económica.

Así, las prácticas de reparto de cotos y saqueo de riquezas, impunes y cínicas y hasta con el visto bueno legal, están prohibidas en los países con larga tradición capitalista, y penadas sin atenuantes. Mas no en México.

III

Esto nos lleva de retorno al tema del PPP, cuyas secuelas previsibles son las que siguen:

Una, la de que el gobierno de Estados Unidos —país sede de los consorcios trasnacionales de mayor poder y alcance de éste— ha extendido sus fronteras políticas en el sur. La línea divisoria ya no está al norte de México, sino al sur de Panamá.

Otra, la de que, no obstante este corrimiento de la frontera hasta Panamá, ese vasto territorio desde Tijuana y Matamoros hasta El Darién —la frontera panameña-colombiana— es, en realidad, una buffer zone, o zona de colchón o de seguridad estadounidense.

Y una tercera, la de que por convenir a los intereses estratégicos —los de seguridad nacional estadounidense— es previsible que Washington promueva una balcanización de Mesoamérica y Panamá: varios países pequeños. Podrían crearse muchas repúblicas.

Este es, adviértase, solamente un escenario prospectivo posible. Insístase en su atributo de posible, como bien enuncia Julio Ricardo Blanchet Cruz, reconocido difusor de Veracruz. De esa guisa se facilitaría la repartición de México, ya en curso.

Al parecer, ello es cierto. Esa repartición ya estaría ocurriendo aparentemente, a la luz que arrojan determinados indicios. Se está dando, pues, a partir de la desunión entre conservadores y liberales que parece ahondarse entre los mexicanos.

Esa división es no sólo ideológica y política, sino que exhibe una clarísima factura de antagonismo exacerbado de clases. Esta lucha de clases, empero, no es de reciente cuño, sino muy antigua, desde los casi 300 años de yugo colonial español.

Pero esa lucha se ha intensificado, pues una de las clases de la sociedad, la más agraviada por la desigualdad económica y la injusticia social y que conforma la mayoría de la población, es expoliada por una minoría que ejerce el poder.

Glosario:

Expoliada: Relativo a expoliar. Despojar con violencia o con iniquidad.

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