martes, mayo 15, 2007

Respeto a la profesión médica

Javier Flores

La primera reacción de las instituciones de salud a nivel federal ante la despenalización del aborto en el Distrito Federal fue cerrar las puertas de las clínicas y hospitales del IMSS, ISSSTE y la Secretaría de Salud a las mujeres que, en la ciudad de México, decidieran interrumpir sus embarazos. No sólo eso. El secretario de Salud amenazó al personal médico de estas dependencias con la cárcel y la pérdida de la licencia si participan en este tipo de atención médica. Se trata de un esfuerzo desesperado, visceral, irrespetuoso, e inútil (y tal vez ilegal) por tratar de evitar lo inevitable.

Y no me refiero a la posibilidad de entorpecer la decisión de las mujeres en la capital, donde cuentan ya con el pleno respaldo de las leyes y de la mayoría de los ciudadanos que eligieron a autoridades y representantes dotados, a diferencia de otros, de gran legitimidad. Los servicios médicos públicos y privados en el Distrito Federal son más que suficientes para atender la demanda en esta entidad federativa. Me refiero a la inutilidad de estas actitudes amenazantes para impedir un efecto, que más temprano que tarde, se extenderá al resto del país.

Desde que era estudiante de medicina siempre me pregunté por qué en la dirección del IMSS y del ISSSTE, que cuentan con la mayor cobertura y con las mejores instalaciones en los niveles secundario y terciario (hospitales de especialidades), se nombraba a personas tan alejadas del saber médico. Abogados, contadores, economistas y administradores, en lugar de cardiólogos, cirujanos, ginecólogos o expertos en salud pública. La razón -me trataba de convencer yo mismo, siempre de manera inútil- es que el concepto de seguridad social va más allá del terreno de la atención médica.

Estas instituciones son conquistas de los trabajadores que se desarrollaron todavía bajo el aliento de la Revolución Mexicana. Entonces se creaban, además de clínicas y hospitales, sitios recreativos, como teatros y albercas para los derechohabientes, y sobre todo, el manejo de las pensiones, que son una forma de garantizar a quienes han entregado su vida al trabajo por el país, una forma de subsistencia digna durante la vejez. Entonces la dirección quedaba en manos ajenas a la medicina y las decisiones propiamente médicas en subdirectores, esos sí, especialistas en los distintos campos del conocimiento médico, pero siempre subordinados a los administradores.

Pero volvamos al tema del aborto. Se trata de un problema de salud pública, cuya penalización lleva a la muerte a miles de mujeres cada año. El director del IMSS, Juan Molinar Horcasitas, no sabe absolutamente nada de medicina y, sin embargo, decide cerrar las puertas de la institución que dirige, por razones ideológicas, a las mujeres que desean interrumpir sus embarazos en la ciudad de México.

Horcasitas es una persona inteligente y muy preparada, yo le pediría que mirara a su alrededor. Podría preguntarse, por ejemplo, ¿por qué las mujeres mexicanas, católicas, e inclusive de filiación panista, no tienen en promedio siete hijos, en lugar de dos o tres como ocurre ahora? Sólo hay tres respuestas posibles: a) porque usan métodos anticonceptivos, b) recurren al aborto y c) practican la abstinencia. Yo creo que es por las dos primeras (que por cierto son condenadas por la Iglesia católica). Como quiera que sea, lo apropiado sería que se expresaran en el caso del IMSS y el ISSSTE, no los directores, que no saben nada de salud pública, sino los subdirectores médicos, que pueden entender mejor la dimensión del problema... A menos que estén amenazados, como ha ocurrido en el caso de Zongolica, Veracruz, cosa que dudo, porque hay una ética médica, que los llevaría a renunciar antes que someter los principios de su profesión a una dictadura hipócrita.

En el gobierno de Felipe Calderón, los directores de instituciones como el IMSS y el ISSSTE están para cumplir una función muy particular. Se trata de revertir las conquistas de los trabajadores, específicamente en materia de pensiones. El caso del ISSSTE es lamentable. Miguel Angel Yunes, quien tiene una larga trayectoria política que incluye labores policiacas, ahora amenaza a los derechohabientes con quitarles sus derechos si recurren a un mecanismo legal (interponer amparos contra la nueva ley de la institución que dirige).

La actual Secretaría de Salud es el resultado de la decisión irresponsable de Calderón de entregar un área clave para la salud de los mexicanos a la Iglesia católica y a Provida. No quiero ni imaginar qué pasará si México enfrenta una contingencia sanitaria. Pero el secretario de Salud ha cometido un grave error: amenazar a los médicos. Debería de saber que los profesionales de la medicina nunca trabajan bajo amenaza. Una dependencia que ha tenido al frente a grandes mexicanos, como Guillermo Soberón, Juan Ramón de la Fuente o Julio Frenk, entre otros, que son respetados por todos los médicos mexicanos, no se merece lo que tenemos ahora.

Señor doctor José Angel Córdova Villalobos: antes de amenazar al gremio médico, que ha contribuido con su esfuerzo y talento a hacer de este país lo que es, gánese su respeto profesional, o mejor guarde silencio.

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