sábado, junio 16, 2007

Aznar es un centauro

Koldo Campos Sagaseta
Rebelión

Eran los centauros para los griegos unos seres mitológicos y salvajes, carentes de leyes y hospitalidad, y esclavos de las pasiones animales. Algunos expertos los definen como criaturas inconstantes, que miraban con frecuencia al cielo para determinar sus destinos y muy aficionados a la adivinación, a los secuestros y a pelear con los lapitas. A los centauros no les gustaba que nadie les indicara lo que tenían que hacer, a qué velocidad debían galopar o cuantas garrafas de vino podían consumir. Mientras la cabeza y el torso de un centauro correspondía a un ser humano, el resto del cuerpo era el de un caballo. Eso era al menos lo que creían los griegos no obstante la dificultad, a veces, de distinguir un relincho de un rebuzno, y pese a ser conscientes de que cuatro patas, el lomo y un rabo, a falta de cabeza que confirme la identidad del animal, lo único que aseguran es un cuadrúpedo, y un cuadrúpedo también puede ser un asno.

En consecuencia, nadie más indicado para incorporarse como asesor a Centaurus Capital, una de las compañías que más y mejor especula en el mundo, que José María Aznar.

A partir de ahora, además de conducir ebrio, también podrá manejar, con el mismo donaire que le conocemos como bodeguero honoris causa, los fondos de inversión libre (hedge funds) que otros ingenuos o delincuentes pongan en las patas del centauro.

Según refiere la prensa, Centaurus tiene su sede en Londres pero su domicilio fiscal está en las Islas Caimán, paraíso fiscal dotado de una de las lavanderías más prósperas y eficientes con que cuentan las altas finanzas.

En los últimos años, además de multiplicar sus beneficios, Centaurus también ha multiplicado sus asesores, sus centauros mitad hombres mitad cuadrúpedos, y hasta las suspicacias de quienes sospechan tráfico de influencias en la contratación de ex presidentes o muy altos funcionarios de Estado expertos en dar coces.

El ex primer ministro inglés John Major, los ex secretarios del Tesoro John Snow y Lawrence Summers, el ex responsable del Tesoro británico Keneth Clarke, y la ex secretaria de Estado de los Estados Unidos, Madeleine Albright, son parte de la manada de centauros y centauras, que fungen como asesores para empresas de este tipo. Cuentan, además, con la colaboración de otros centauros como Rodrigo Rato en el Fondo Monetario, y el cuadrúpedo que sustituya a Paul Wolfowitz al frente del Banco Mundial., que si bien es cierto que como buenos centauros viven a merced de las pasiones animales y carecen absolutamente de escrúpulos, si disponen en cambio de privilegiada información para operar, que hace que siempre lleguen al negocio antes, incluso, de que ocurra.

Y a Aznar, obviamente, no lo eligieron por el genio militar que revelara en la Operación Perejil, bélica hazaña en la que en mucho menos tiempo del que los ingleses tardaron en recuperar las Malvinas, él reconquistó para España el Peñón de Perejil, roca que se levanta frente a la costa africana y que había caído en manos de dos moros y una cabra.

Y no parece que sus hazañas deportivas, por él mismo narradas, sus portentosas marcas de velocidad batidas, hayan sido suficiente motivo para reconvertirlo en un centauro.

Menos aún sus dotes como historiador, no obstante sus aportes al capítulo de la reconquista con la pública declaración de la deuda que los musulmanes tenían con él por haberle ocupado el país ocho siglos.

Tampoco da la impresión de que lo eligieran por su innata inteligencia o su destreza, la misma que, el ayer bodeguero y hoy centauro, manifestaba en relación a Iraq y sus armas cuando reconocía: “cuando yo no lo sabía, nadie lo sabía... yo no fui tan listo”.

Pero de que es un centauro es un centauro y por alguna razón lo han elegido.

De hecho, casi estoy por creer que, como centauro dedicado a la asesoría del mundo de la especulación, la suerte podría invertirse y, así, cuando nadie lo sepa, por no haber ocurrido, ya Aznar esté presintiendo el desplome de ciertas acciones o la repentina alza de otras; cuando a nadie se le ocurra y nada haya pasado, ya Aznar anticipe quiebras o vislumbre repuntes ventajosos, y adivine cifras de negocio, antes que nadie, antes que la noticia, antes que los rumores... y los damnificados de los mitológicos cuadrúpedos confirmen de la peor manera haber sido tan bobos.

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