viernes, junio 22, 2007

¿Con que guerra quieren? ¡Guerra tendrán!

Antecedentes de los sátrapas delincuentes del banco HSBC para que quede claro cuales sí son "sus intereses".

HSBC y sus antecedentes históricos como eje financiero del narcotráfico, hoy vienen a demostrar que la camaña iniciada por Feli -pillo contra el crimen organizado y el narcotráfico es una farsa. Aqui el documento publicado

ANTECEDENTES
(En los sucesivo 5 capítulos resumidos)

HSBC: narcotráfico antecedente histórico
Narcotráfico S.A., la nueva guerra del opio
Por: Lindon LaRouche
Fecha de publicación: 23/01/04


INTRODUCCIÓN

En los siguientes párrafos resumiremos, un poco libremente pero sin afectar su contenido, el libro “Narcotráfico S.A. La Nueva Guerra del Opio”.

La primera edición (en inglés) fue encargada en Septiembre de 1978 por Lindón H. LaRouche, fundador de Executive Intelligence Review. Bajo su dirección cientos de investigadores en el mundo entero indagaron sobre el negocio del narcotráfico hasta llegar a sus orígenes.

En aquella época, LaRouche y sus colaboradores iniciaban una campaña internacional contra el hampa y el tráfico de drogas. La columna vertebral del libro fue el informe “ A National Strategy to Control Crime” que LaRouche publicó en octubre de 1978. En 1985 apareció la segunda edición (en español) que ahora tengo ante mis ojos.

No. No se preocupe buscándolo en las librerías. Resulta que en la parte III del libro, se le dedica un capítulo entero a la familia Cisneros, en la actualidad disminuida en su influencia política gracias al Presidente Hugo Chávez (el cual reproducimos completo) El libro desapareció del mercado venezolano como por arte de magia. Todos menos algunos. Una copia puede ser consulta en la Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas de la Universidad de Los Andes.

En el Prefacio a la edición española se muestra la similitud entre la Primera Guerra del Opio llevada a cabo por Inglaterra contra China, con la Segunda Guerra del Opio que de nuevo está llevando a cabo los herederos de la vieja Compañía de las Indias Orientales británica (Hoy su con instrumento financiero el banco HSBC), la mismísima monarquía británica y algunas de las mismas casas bancarias - contra Iberoamérica. - Los perpetradores dirigen el cartel de mayor éxito en el mundo, Narcotráfico S.A. Tal vez algunos nombres y domicilios ya no son los mismos. Pero, como veremos, se trata de la misma facción oligarca, cuyo perverso método ha pasado de padres a hijos, y en muchos casos los apellidos y las fortunas familiares, los círculos de la nobleza, son exactamente los mismos.

El Fondo Monetario Internacional ocupa hoy día el lugar de la Compañía de Indias Orientales británica, y el imperio soviético, que heredó el designio de la rancia oligarquía rusa de erigirse en la “Tercera y Última Roma”, ha negociado su tajada en el imperio internacional de Narcotráfico S.A.

En los comienzos de la Segunda Guerra del Opio, los efectos estaban concentrados en los EE.UU. como víctimas consumidoras. Los proveedores se encontraban en el conocido “Triángulo Dorado”, una región entre la antigua Camboya, Laos y Vietnam. El dinero sucio se lavaba en Hong-Kong. - Pero en los últimos años algunas de estas premisas han cambiado enormemente. (Hoy HSBC) - El “Triángulo Dorado” perdió su hegemonía y surgieron, la llamada “Media Luna Dorada”, región comprendida entre Irán, Afganistán y Pakistán; e Iberoamérica (que además también comenzó a formar parte de las víctimas). Para el lavado de dinero se usan ahora los bancos extraterritoriales del Caribe.

De hecho, 1978 fue el año en que se inició la gran operación de hacer a Iberoamérica una vasta colonia productora de drogas. En ese entonces Jimmy Carter, el presidente estadounidense nombrado por la Comisión Trilateral, sentó las bases para que la banca estadounidense se pusiera a la par con los narco-bancos más grandes del orbe o fuese absorbida por ellos.

En octubre de 1979, Paul Adolph Volcker, jefe de la Reserva Federal designado por Carter e íntimo amigo de David Rockefeller, cencerro de la Comisión Trilateral, inició su infame legalización de la usura imponiendo tipos de interés de hasta 20%. Todo el sector en desarrollo, y en particular Iberoamérica, quedó a merced de las maniobras de los narco-banqueros. Al tiempo que las deudas nacionales se duplicaban o triplicaban, el Fondo Monetario Internacional aceleró el proceso de recolonización.

Las naciones que esperaban entrar al siglo 21 como naciones desarrolladas se vieron obligadas a renunciar a esa esperanza. Los grandes problemas industriales que fueron la esperanza de los setentas –energía nuclear, riego, puertos y otras obras de infraestructura esencial para erigir economías sanas- se desmantelaron por órdenes del FMI.

Los adalides de la “libre empresa”, los seguidores de Hyek y Friedman, que han justificado el genocidio tal como el Pastor Malthus justificara las barbaries de la Compañía de las Indias Orientales británica, victorearon la ni tan “libre” dictadura del FMI sobre todo el hemisferio sur.

El mismo dictador de la “libre empresa”, el FMI promovió con más fuerzas la legalización de la “economía informal” de las naciones iberoamericanas, la libertad de los narcodólares para infiltrar las bancas nacionales y los planes agrícolas basados en “cultivos de exportación”, cuya verdadera finalidad es fomentar el cultivo de estupefacientes.

Con la crisis de la deuda de los ochentas vino la desesperanza del desempleo en masa, la desnutrición crónica y la marginación: los ingredientes de un ambiente de pesimismo cultural, propicio a la drogadicción, el terrorismo y el caos, y la desintegración social.

Por más que sociólogos y antropólogos cataloguen el terrorismo y la desmoralización de nuestros días como “fenómenos sociales”, es evidente que se trata más bien de consecuencias directas del obrar de las familias oligárquicas internacionales, obrar tan premeditado como predecibles son esas consecuencias. Basta echarle un vistazo a la serie de ensayos políticos publicados en 1979 por el Congreso de Relaciones Exteriores de Nueva York, el infame Programa de los Ochentas , en el que se aboga sin tapujos por la “desintegración controlada”, para entender ese juego de ajedrez mundial en el que los estados nacionales son meros peones sacrificables.

Las operaciones de saqueo de los ochentas se planearon de modo que fuesen tan devastadoras como los métodos británicos del siglo XVIII. Con fugas de capitales, bajas forzadas de los precios de las materias primas del Tercer Mundo y brutales devaluaciones, se obligó a una nación tras otra a desistir de sus planes de desarrollo y someterse a la recolonización virtual.

El narcotráfico internacional funciona como una firma multinacional única, no muy distinta de los carteles farmacéuticos suizos, con una administración centralizada de la producción, el transporte, la distribución, el almacenamiento y el financiamiento de su “producto”. Su objetivo, al menos para la cúspide de su jerarquía, no son las ganancias. Lo que se denomina Narcotráfico S.A. constituye una fuerza estratégica consagrada a ejecutar el trato que tienen concertado la oligarquía financiera de Europa y la Ex Unión Soviética. Es el trato que sellaron Bertrand Rusell y los representantes de la ex Unión Soviética vía las discusiones de “trastienda” de las Conferencias Pugwash, celebradas en los cincuentas, entre otros canales.

Según ese acuerdo, que el finado presidente ruso Yuri Andropov denominó “nuevo pacto de Yalta” a principios de 1983, el mundo se redividirá así: las naciones de Europa occidental devendrán satrapías del Imperio Ruso y los Estados Unidos quedarán relegados al hemisferio occidental, a la función de brutal cobrador de las deudas contraídas por Iberoamérica con intereses bancarios angloamericanos y suizos.

Henry Kissinger y su directorio político internacional, conocido como Kissinger Associates, son el nudo central. Ese papel lo fortalece la posición regente de Kissinger en American Express, entidad en la que se ha integrado buena parte de la jerarquía de Narcotráfico S.A.

Dichas jerarquía comprende los siguientes grupos principales:

· La combinación británica que domina los bancos extraterritoriales y el comercio de metales preciosos; es decir, el Hong-Kong and Shanghai Bank (HSBC), los intereses auríferos Oppenheimer, importantes instituciones financieras como la Eagle Star Insurance y el Barclay’s Bank, y sus parientes canadienses tales como el Banco de Montreal y el Banco de Nova Scotia;

· Los principales bancos suizos;

· Los encargados de continuar las manipulaciones financieras veneciano-genovesas personificadas por el finado Roberto Calvi, del Banco Ambrosiano (La Iglesia Católica) y el sórdido Edmund Safra, de American Express.

· Los vástagos de la banca suiza y los viejos fondi europeos: el cartel granero internacional formado por Cargill, Continental (de la familia Fribourg), Bunge y Louis Dreyfus; y

· Las grandes instituciones financieras vinculadas al ex secretario de Estado de los estado Unidos, Henry A. Kissinger, entre ellas los bancos Citibank y Chase Manhatan, y American Express.

Este es el conglomerado financiero y político que respalda a Lord Peter Carrington, ex ministro del Exterior británico y ex secretario general de la OTAN, el Yago de la guerra británica de las Malvinas, librada contra Argentina y toda Iberoamérica.

Este monstruo devora ahora las finanzas norteamericanas. Las finanzas de los Estados Unidos dependen ya de que les llegue del exterior una corriente de capital por un total anual que rebasa los 120.000 millones de dólares (en 1984). El Fondo Monetario Internacional reconoce de modo oficial que la fuente principal de esos recursos es la “fuga de capitales”; es decir, fondos que cruzan fronteras nacionales sin consideración alguna de las leyes impositivas o de cambio de los gobiernos nacionales.

¿Cómo es posible que cada año cientos de miles de millones de dólares crucen impunemente las fronteras internacionales? La respuesta es simple: una gran porción de la banca internacional fue creada exclusivamente para lavar dinero sucio. Una comisión senatorial de los Estados Unidos, nombrada para investigar los bancos, llegó a la conclusión, en 1983, que los principales implicados eran los tres principales bancos suizos, el más grande banco británico, el Barclay’s, su socio principal HSBC, el banco de Nova Scotia en Canadá y varias divisiones extraterritoriales de bancos estadounidenses.

En el mundo misterioso de los intercambios de cuentas gubernamentales, se conoce como “discrepancia estadística en la cuenta global de las balanzas de pago” a una simple suma. Si el intercambio comercial mundial fuera transparente, la déficit de un país serían superávit de otro, de tal forma que la suma total debería ser cero. - Pues no, las discrepancias demuestran que en la década 73-83 (Informe del FMI) las discrepancias sumaban 800.000 millones de dólares. Es decir, entraron ilegalmente al sistema bancario. Esta confesión del FMI indica que, después de arruinar las economías y socavar la estabilidad política de la mayor parte de Iberoamérica, así como de Nigeria, Filipinas y muchas otras naciones en desarrollo, el FMI reconoce lo que provocan sus acciones: el éxodo en masa de capitales y la correspondiente inflación de la deuda externa en los países victimas.

El lavado de dinero sucio se realiza a través de una red financiera muy intrincada, cuyos orígenes se remontan al narcotráfico de las Guerras del Opio británicas de la década de 1840. El paradigma de esta red es el Comité de Londres, o sea los directores acuartelados en Gran Bretaña del Hong-Kong and Shanghai Bank (HSBC), banco central del Narcotráfico S.A. Está directa e inmediatamente vinculado a las cinco grandes cámaras de compensación londinenses, con los cinco corredores del monopolio del oro de Londres, y los grandes bancos internacionales canadienses.

Años de investigaciones realizadas por cientos de investigadores y corresponsales de Executive Intelligence Review han reconstruido en sus tres dimensiones la maqueta Narcotráfico S.A. cuya fachada principal y más obvia es británica (HSBC). Sus otras dimensiones, igualmente integradas a una sola jerarquía mundial, son la europea, asentada en Suiza con sus implicaciones con el Vaticano, y la rusa.

El Hong-Kong and Shanghai Bank (HSBC) maneja ahora el duodécimo banco más grandes de los Estados Unidos, y sus colaboradores de entre las cámaras de compensación británicas le han entrado en grande a la banca estadounidense, mediante la apropiación del Crocker National Bank de California, por parte del Midland, del BanCal-TriState, también de California, por parte de los Rothschild, e incursiones similares al mercado estadounidense.

El grupo minero Oppenheimer, heredero del imperio de Cecil Rodees, es la fuerza dominante –en colaboración con el hoy HSBC (HongShang) y sus subsidiarias en el Medio Oriente- en el tráfico ilegal de oro y diamantes mediante el que se convierte en activos portátiles e indetectables tanto dinero sucio. El grupo Oppenheimer, mediante De Brees, su monopolio diamantero, Aglo-American Mining y Consolidated Gold Fields of South Africa, sus corporaciones mineras y Phibro, su entidad comercial, ha extendido sus tentáculos a todo el mundo, y especialmente a los Estados Unidos. Por tanto si de diamantes estamos hablando, por lógica no queda fuera del negocio del narcotráfico Holanda con su centro diamantero mundial y su subsidiaria financiera, la trasnacional ING Groeup Inc., en la actualidad infiltrada en América Latina.

La Eagle Star Insurance, que sirve de enlace entre la oligarquía británica y los bancos canadienses, ha penetrado entre las aseguradoras del continente europeo, a la vez que gana enorme terreno en los Estados Unidos. La Eagle Star administra los fondos familiares de aquellos gangsters de la época de la prohibición, a duras penas reencauchados, la familia Bronfman. Los Bronfman, a su vez, comandan una variedad inferior de las especies hamponiles de Estados Unidos y Canada. Las aseguradoras canadienses que funcionan bajo la égida de Eagle Star han venido a predominar en los mercados urbanos de bienes raíces en los Estados Unidos, desde Nueva York hasta Texas.

Pero aún más importante es el papel que asumió Eagle Star a partir de 1983, cuando se convirtió en el principal eslabón visible entre el narcotráfico y el alto mando británico, y con los intereses financieros suizo-germanos organizados en torno ade las grandes fortunas familiares del sur de Alemania. Allianz Versicherung, de Munich, la aseguradora más grande del continente europeo, compró 30% de Eagle Star en una batalla de adquisición que recibió mucha publicidad. Hoy la Aseguradora Allianz tiene su sucursal en México y casi toda Latinoamérica ¿Casualidad?

Allianz representa una coalición de los más antiguos y venenosos círculos familiares alemanes, incluidos los de la antigua dinastía bávara de los Wittelsbach, y la más perversa familia en la Europa de habla alemana, los Thurn und Taxis. Fueron los Thurn und Taxis y sus parientes políticos, los Braganza, la destronada familia real portuguesa, quienes crearon y sufragaron la organización terrorista Tradición, Familia y Propiedad, involucrada en planes de asesinar al Papa Juan Pablo II (en Venezuela fue prohibida y cerrada su sede).

La vieja United Fruti Company, rebautizada United Brands en los sesentas, ha sido el eje de la gran delincuencia estadounidense desde comienzos del presente siglo, sirviendo de puente entre la mafia siciliana de Nueva Orleáns y las firmas navieras de los “bramanes” de Boston. Desde los inicios del narcotráfico iberoamericano, los buques bananeros de la United que entran a la bahía de Baltimore han sido el más libre vehículo de transporte físico de contrabando a los Estados Unidos. United Brands, merced a una serie de reorganizaciones empresariales, terminó en manos de Carl Lindner, magnate de los seguros y principal socio de Max Fisher, cabecilla del hampa de Chicago.

La suerte de United Brands, mediante un enredo de intereses financieros que parece imaginado por un escritor de folletines de misterio, se ha unido a la American Express, el más eficiente porteador secreto de dinero del mundo, y con el príncipe del lavado de dinero sucio del Levante, el financista suizo-sirio Edmun Safra.

Sin duda el lector se siente perplejo en estos momentos. El mundo no puede ser tan distinto a cómo se lo imaginaba.
(fin de la introducción - Siguiente: primer capítulo)

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