lunes, julio 23, 2007

La guerra sucia de los panismos

Miguel Angel Velázquez

Hostilidades entre calderonistas y foxistas
Tender puentes, trampa para la legitimación

Para quienes así quisieron mirarlo, porque lo creyeron o porque así conviene a sus intereses, Felipe Calderón tendió, la semana pasada, un puente de plata hacia sus oponentes, en este caso hacia Marcelo Ebrard, aunque el gesto, como siempre que se trata del panismo, encerraba una trampa de la que el jefe de Gobierno del Distrito Federal no hubiera salido bien librado.

La supuesta invitación no era sino parte de la estrategia que permitiría a Calderón sumar algo de legitimidad a su función, en el momento preciso, cuando desde dentro, en Acción Nacional, se iniciaba una batalla entre foxistas y calderonistas en cuyo fragor su nombre volvería a ser parte del escándalo.

Detonar el caso Zhenli causó un daño no previsto dentro del círculo más cercano a Calderón, la acusación del chino a Javier Lozano se consideró un ataque directo a Los Pinos. Los niños buitres, como se conoce la alineación integrada por Juan Camilo Mouriño, César Nava, Germán Martínez y el propio Javier Lozano, respondieron con la misma capacidad de fuego que sus adversarios, y el suceso se convirtió en otro cochinero.

La guerra azul ya estaba declarada. El tono de la contienda se iría midiendo conforme se intensificaran los ataques. De un lado y otro, los misiles apuntaban a los centros neurálgicos de los grupos de interés que en cada formación se defienden.

Aunque los elementos probatorios de esa guerra eran obvios, los encargados de contener los daños hicieron lo posible para que la discusión se centrara en el caso Zhenli, sin evidenciar la ruptura profunda que representaba esa guerra que, sea como sea, aún no termina, y que amenaza con descubrir algunas partes invisibles, ocultas en los sótanos del fraude electoral de 2006.

La crisis es cierta y grave. Entre los panistas no deja de ser el tema principal de sus discusiones y los grupos, de dentro y de fuera, se empiezan a modificar en el entendido de que esta vez en la alineación perdedora no habrá sobrevivientes políticos.

Y lo más grave es que allí, entre los azules, todo parece indicar que no hay ninguno con la capacidad de sentar a la partes para proponer un acuerdo, porque entre ellos no hay confianza, saben que el sable de la traición lo blanden unos y otros.

Para los foxistas es de importancia vital debilitar, aún más, el trabajo de Calderón, porque eso significaría conquistar posiciones dentro del gobierno, que aún no se tienen, y con ello, desde luego, incrementar su poder para proteger, también, el secreto de las maniobras sucias de la administración pasada.

Esta guerra interna que pretende no ser vista, aunque se documente públicamente, día con día, estará sujeta a la voluntad de Felipe Calderón. Los compromisos adquiridos durante su campaña son tantos, y tan entramados, que cualquier movimiento, en cualquier dirección, significa lastimar a alguien.

Por eso, un acuerdo con Marcelo Ebrard, cuyo costo para el jefe de Gobierno sería su ruina política, resulta tan apreciado por el flanco calderonista de los azules. Moverse hacia el Distrito Federal es la puerta de escape por donde los compromisos no son un obstáculo. Lo malo es que esa puerta, cuando menos hasta ahora, se halla tapiada y no se ve como podrá Calderón hacerse de la vía libre que necesita.

Frente a esa circunstancia el horizonte de guerra en el PAN amenaza con profundizarse. El asunto de Zhenli Ye Gon, que ha escalado intereses de muy alto nivel, emergió, también, como un asunto interno de Acción Nacional que seguramente nos dará muchas más sorpresas sucias. Y si no, al tiempo.

De pasadita

Lo que parece increíble en estos momentos es que los asambleístas del Distrito Federal, que conocen perfectamente del refinanciamiento de la deuda que propone el gobierno de Marcelo Ebrard, hayan citado a comparecer al secretario de Finanzas, Mario Delgado Carrillo, para que les explique ese movimiento financiero.

Lo políticamente correcto hubiera sido, cuando menos desde las filas del PRD, brindar su apoyo, pero hay quienes pretenden descalificar cualquier acción de gobierno, y ya se sabe, cuando la perra es brava...

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