jueves, julio 19, 2007

Por Liberalización Económica

Traído de revoluciones.blogspot.com

…Y entonces el capitalismo quiere decir que hay unos pocos que tienen grandes riquezas, pero no es que se sacaron un premio, o que se encontraron un tesoro, o que heredaron de un pariente, sino que esas riquezas las obtienen de explotar el trabajo de muchos. O sea que el capitalismo se basa en la explotación de los trabajadores, que quiere decir que como que exprimen a los trabajadores y les sacan todo lo que pueden de ganancias. Esto se hace con injusticias porque al trabajador no le pagan cabal lo que es su trabajo, sino que apenas le dan un salario para que coma un poco y se descanse un tantito, y al otro día vuelta a trabajar en el explotadero, que sea en el campo o en la ciudad.

Sexta declaración de la selva lacandona

México es un país de grandes retos, retos que debe enfrentar día con día. Los bajos niveles de ingreso, la precaria salud de la población, escaso nivel educativo, rezago tecnológico; entre otros factores, evidencian la problemática nacional. Parte de la solución se encuentra en el esmero de todos, al consagrado trabajo cotidiano, pero también es atribuible una fuerte responsabilidad a las directrices oficiales que se dictan a través de los Poderes de la Unión y de las Órdenes de Gobierno, estatal y municipal.

En una perspectiva regional es posible percatarse de la fuerte concentración económica y poblacional que prevalece en el país. Un indicador al respecto señala que uno de cada tres mexicanos habita en zonas metropolitanas como: Jalisco, Nuevo León y Distrito Federal-Estado de México. A pesar de la fuerte y añeja aglomeración poblacional en estas ciudades, la concentración económica en la actualidad es aún mayor, lo cual quiere decir que, poco menos de la mitad de los ingresos totales que se generan en el país provienen de estas tres zonas metropolitanas. El resto del territorio nacional se describe perfectamente a partir de la división Norte Sur. Los estados fronterizos del norte han mostrado mejores indicadores socioeconómicos mientras en el sur-sureste del país sólo destacan las industrias petrolera y turística.

Frente a esta realidad dual -del México del Norte y el México del Sur- no se conocen iniciativas gubernamentales para cerrar la brecha de desigualdad, a pesar de la presencia permanente en medios de comunicación del gobierno de facto y de las cotidianas declaraciones acerca de la estrategia económica. Entre los documentos que hasta ahora hemos conocido lo que se prevé es una creciente desigualdad, así se puede constatar en el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012, en su Visión 2030, el acuerdo migratorio con Estados Unidos, la Reforma Fiscal y en el recientemente creado ProMéxico. En esta misma línea se puede sumar la declaración de Chichen Itzá como una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno con la expectativa de aumentar el arribo de turista a la ruta Maya del Sureste Mexicano.

¿Cuál ha sido la experiencia regional en este modelo liderado por las exportaciones y la inversión extranjera? Típicamente las zonas metropolitanas de los estados de DF-México, Nuevo León y Jalisco son las que contribuyen en mayor medida a la riqueza nacional, en segundo término se encuentran los estados fronterizos del norte -Nuevo León, Chihuahua, Baja California, Coahuila, Tamaulipas y Sonora- y posteriormente se ubican los estados del Sur-Sureste (por orden de importancia: Veracruz, Chiapas, Guerrero, Quintana Roo, Oaxaca, Yucatán, Tabasco y Campeche).

Ciertamente existe una relación aproximada entre el número de habitantes y el tamaño de la economía de un estado. Pero la diferencia entre el Norte y el Sur de México tiene una explicación mucho mayor que solo el número de habitantes. En nuestro análisis estamos considerando ocho estados del Sur con un 30% más de población en relación a la frontera Norte. Sin embargo, la generación de ingresos de los seis estados del Norte es desproporcionalmente mayor a la del Sur.

Esta desigualdad Norte sur de México había tenido una ligera disminución en el período 1970-1985. Ahora, el sur presenta un rezago equivalente a los niveles de 1970 coincidente con la promoción de las exportaciones y la entrada de capital extranjero. La constante en el discurso oficial, desde inicios de los ochenta hasta estos días, es la supremacía del mercado, ante la cual las instituciones públicas solo tienen un papel regulador secundario. De esta manera el mercado se ha encargado de generar un proceso de desigualdad creciente no solo Norte Sur de México, sino también entre pobres y ricos.

Se soslaya que el Estado es el encargado de normar los procesos económicos, de proteger a los ciudadanos y de garantizar que exista un nivel de vida cada día mayor. Las dependencias creadas para regular al mercado han tenido un desempeño adverso, véase el caso de la Procuraduría del Consumidor en el caso de las gasolineras, la CONDUSEF y el cobro de comisiones en los bancos, la COFETEL y las tarifas telefónicas, la CONSAR y los bajos rendimientos de las Afores, etc.

Entonces, no encontramos elementos que estén dirigidos a reducir las brechas de desigualdad en el país. En todo caso, prologando las políticas de liberalización comercial y financiera se acentuarán las condiciones actuales. Nunca serán suficientes los programas de combate a la pobreza, toda vez que en el mediano plazo estos recursos serán insuficientes y no crean condiciones de desarrollo, es necesario reactivar la economía, generar crecimiento y establecer condiciones de justicia social. Hoy en día de los 2.3 billones de pesos del presupuesto público se distribuyen a los estados y municipios el 28.2%, cerca de 644 mil millones de pesos, la mayor parte se destina al gasto público que no incide sobre el crecimiento económico ni a la infraestructura de salud, educación o desarrollo urbano. Para fines comparativos tenemos que a la deuda se destina cerca del 10% del presupuesto.

El resultado es que el proceso económico actual ha generado en el ámbito regional una desigualdad notable. Los promedios que usualmente utilizan los medios de comunicación no ayudan a tener una visión correcta, el siguiente ejemplo es muestra de ello. En el país un trabajador en promedio percibe una remuneración mensual de $4,299. En los estados de las citadas zonas metropolitanas la remuneración es de $5,546, en los estados fronterizos del norte de $4,994 y en las entidades del sur-sureste de $2,877. A esta remuneración en el sur aún se debe descontar los altos ingresos de los trabajadores en la actividad petrolera, con lo cual queda de manifiesto la tremenda brecha entre el Norte y el Sur de México que continúa ampliándose.

Es ineludible resaltar este resultado. Así como es necesario el pleno empleo, el equilibrio de los sectores económicos, el control inflacionario; de manera análoga es forzoso un crecimiento regional armónico, para no tener regiones atrasadas junto a polos de desarrollo, pero este criterio no se da en la medida en que las ganancias y no los índices de desarrollo son el criterio de la actividad económica.

Por el Taller de Economía Social y Políticas Públicas, Facultad de Economía de la UNAM.

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