miércoles, agosto 29, 2007

La Reserva Federal, al rescate de Citigroup y Bank of America (el Fobaproa/IPAB bushiano)

Alfredo Jalife-Rahme

¿Se puede entender a inicios del tercer milenio cristiano, con la mayor tecnología al alcance de la mano jamás soñada por el género humano y la mayor información de los multimedia globales, que se ignore quiénes son los perdedores y a cuánto asciende el monto de los quebrantos de la “burbuja Greenspan”?

Se trata de un desinflamiento físico crónico (ver Bajo la Lupa, 15 y 22/08/07) que durará un buen periodo en el que se conocerá paulatinamente la identidad de los especuladores perdedores y el monto de sus cuantiosos quebrantos que han tenido un efecto dominó global debido a la interdependencia de las transacciones financieras, muchas de las cuales permanecerán en el secreto de sus operadores debido a la desregulación (ausencia de supervisión gubernamental y ciudadana) que les proveyó la “contabilidad invisible” en los paraísos fiscales. Aquí radica el cáncer de toda la desregulada globalización financiera neofeudal que beneficia exclusivamente a una parasitaria plutocracia con ínfulas de omnisciencia y en detrimento del bien común. Ni siquiera lo sabrán los bancos centrales que pretenden combatir la aspiración vertiginosa del “agujero negro”, como lo describe Robert C. Merton, uno de los creadores de los derivados financieros y, para colmo, laureado con el Nobel de Economía (¡para lo que sirven!).

En este teatro del absurdo de la desregulada globalización financiera de la plutocracia neofeudal, un cadáver sonámbulo, Bank of America, pretende rescatar a otro cadáver sepultado, Countrywide Financial Corp. (la colosal hipotecaria de EU), mediante una compra accionaria por 2 mil millones de dólares, gracias a la alquimia de la Reserva Federal, que usa en forma tiránicamente discrecional los ahorros ciudadanos.

Asistimos a la macabra escena surrealista de una multitud de cadáveres que intentan ser resucitados, por medio de inyecciones masivas de liquidez, aplicadas en cuidados intensivos por los enfermeros centralbanquistas (estuve a punto de escribir central-alquimistas), desde donde se expele el mefitismo global de los rescates.

El sagaz Peter Veis, de la revista Fortune (24/08/07), descubrió en las propias páginas de la Reserva Federal (que en público conserva su flema, pero que en privado se encuentra en pleno pánico) uno más de sus movimientos desesperados: envió el 20 de agosto pasado sendas cartas a Citigroup y Bank of America para permitirles “romper” el techo legal al otorgamiento de empréstitos a sus propias corredurías, lo cual, en términos simples y llanos, significa un rescate a sus filiales insolventes que se sumergieron en las apuestas del casino apodado “mercado de derivados financieros”.

Comenta que “este movimiento poco usual de parte de la Fed muestra que las principales firmas de Wall Street todavía tienen problemas para fondear sus operaciones ante las presentes dificultades del mercado, según escépticos de la industria bancaria. El movimiento de la Fed parece sostener el punto de vista de que aun las mayores corredurías han sido atrapadas con la guardia baja por la sequía de liquidez crediticia y no pueden financiar sus tratos debido a la resultante dislocación de los mercados”.

De acuerdo con las cartas expuestas, Citigroup y Bank of America solicitaron la “exención” (¡súper sic!) para cumplir la normatividad bancaria debido a la urgencia de liquidez para cubrir primordialmente los seguros de los préstamos hipotecarios (mortgage backed-securities).

A ver si los mismos bancos citados, unos verdaderos agiotistas al estilo del mercader de Venecia, Shylock, ya no se diga los bancos centrales del G-7, son capaces de otorgar similares “exenciones” a los comunes mortales. No se le escapa que “otros bancos mayores hayan recibido probablemente (sic) la misma exención”, como J.P Morgan. Ahora Citigroup puede proporcionar 25 mil millones de dólares a su filial (Citigroup Global Markets), que constituye 30 por ciento de su capital, contra el límite de 10 por ciento que permite la normatividad”.

En tiempos anteriores a la tríada sagrada de la globalización financiera, es decir, la desregulación (ausencia de vigilancia gubernamental y ciudadana), los paraísos fiscales y la “contabilidad invisible”, Citigroup y Bank of America ya se hubieran pronunciado inequívocamente en quiebra técnica.

Charlie Peabody, analista bancario de Portales Partners, comenta que el rescate, que representa 30 por ciento de su capital regulado, no constituye una pequeña exención”. Sería, más que “exención”, la excepción de la regla para dictaminar su quiebra técnica.

Peter Veis señala que el rompimiento de la normatividad por la Fed es “muy serio”, ya que los “bancos con depósitos federales asegurados nunca deben ser sobrexpuestos a sus corredurías filiales”. Tampoco se conoce la fecha de vencimiento de tal “exención”.

Veis debería entender que cuando el Titanic se hunde se rompen todas las reglas y aquí lo interesante será conocer si el salvavidas de la línea de crédito de la Fed por 50 mil millones de dólares en total para los dos bancos en pleno naufragio serán suficientes para su rescate. Aduce que el modelo de rescate de Citigroup y Bank of America constituirá la “parte principal de la estrategia de recuperación del sistema financiero por la Fed”. Pero los problemas se complican cuando la misma Fed se encuentra en “crisis de manejo en estos momentos” cuando sus rescates los realiza “tras bambalinas”: la “renuncia a una de las más importantes regulaciones bancarias solamente agrega nerviosismo al mercado”.

En defensa del rescate de la Fed a Bank of America, el súper cínico Bob Sticker, portavoz del banco naufragado, adujo que se trataba de “un tecnicismo (¡súper sic!) que permite abrir nuestros canales regulares de negocios con los fondos de la ventana de descuento de la Fed”, en alusión a la reducción de las tasas de interés en su ventana de descuento el 17 de agosto.

Peor aún: la Fed llegó a proclamar que estaba actuando para el “bien público” (¡súper sic!), ya que permite a Citigroup obtener liquidez para su correduría “en la forma más rápida y al menor costo posible”. ¿No es acaso la confesión cruda de una genuina dictadura financiera que ejercen los bancos centrales del G-7 sobre los haberes y deberes de los ciudadanos?

¡Gracias, Fed! ¿Qué sería del género humano sin ti? ¿Cómo pudo vivir la humanidad, que lleva más de cuatro millones de años de existencia planetaria y más de 6 mil de supuesta civilización, antes de la creación de la Fed en la primera década del siglo XX?

Cómo nos recuerda al Fobaproa mexicano y toda la insanidad desvergonzada del anterior vendedor de naranjas de Tuxpan, propulsado a casa-bolsero y luego a banquero, Roberto Hernández Ramírez, quien en un país civilizado estaría tras las rejas. Recordemos que Hernández vendió Banamex a Citigroup en forma sencillamente inmunda (como gran parte de sus actos en su vida poco gloriosa).

El peor crimen que puede cometer un país contra sus ciudadanos es abrir las jaulas del zoológico financiero a las hienas bancarias sedientas de sangre e ingratas por naturaleza biológica.

¿No le quedará un cachito a la Reserva Federal para rescatar también a los damnificados de Katrina que llevan dos años en la desolación?

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