lunes, agosto 13, 2007

Lecciones de periodismo

Julio Hernández López

La noche del pasado martes 7, cuatro reporteros de Monclova fueron detenidos por militares que recorrían la ciudad en una aparente operación contra narcotraficantes que hizo a los periodistas (quienes cubrían un accidente automovilístico en una de las puertas de Altos Hornos de México) dar seguimiento profesional a ese desplazamiento sugerente de noticias. Sinhué Adolfo Samaniego y Manolo Acosta, del Zócalo; Jesús González Meza, de La Voz, y José Alberto Rodríguez, del Canal 4 de la televisión local, estuvieron en prisión más de 48 horas. Se les acusó de llevar armas y droga, y este viernes salieron en libertad condicional mediante el depósito de una fianza, obviamente sujetos a proceso, a pesar de los evidentes errores que en sus declaraciones cometieron sus captores castrenses. Incluso algunos de esos militares, de manera destacada el subteniente Adrián Barrera Castorena, aportaron una violatoria innovación consistente en prestar declaración ministerial con el rostro cubierto con pasamontañas a la hora en que los medios de comunicación se alistaban a tomar sus imágenes.

Los reporteros, cuyas edades fluctúan entre 19 y 24 años, han recibido ya la primera lección del nuevo México militarizado. A la autocensura a que obliga la impunidad con que el narcotráfico puede actuar contra periodistas en general, los comunicadores de reciente cuño deben agregar todo lo relacionado con el actuar de militares por las calles mexicanas. Novias, familiares y abogados de los jóvenes aseguran haberlos escuchado quejarse de torturas y vejaciones. Por ejemplo, el defensor Luis Humberto Rodríguez Sáenz pedirá que los vecinos del cuartel militar ubicado en la colonia Las Flores rindan declaración ministerial, pues ellos dicen haber escuchado los "gritos de dolor" en el interior de la base militar.

Es posible que los reporteros directamente agraviados, y los jefes y directivos de esa ciudad coahuilense y del país entero, estén recibiendo el mensaje de que deben entender que los temas castrenses han de ser tocados con especialísimo cuidado, no sólo en asuntos como el de la "guerra" contra el narcotráfico, sino, por ejemplo, el de las acusaciones a soldados por la violación de 13 sexoservidoras el 11 de julio de 2006 en la zona de tolerancia de Castaños. El proceso contra los acusados de participar en ese terrible episodio está en su tramo final y varias voces conocedoras del expediente aseguran que el poder militar sostendrá la protección a los involucrados, mediante maniobras "legales" que han incluido la amenaza a denunciantes para que retiren sus señalamientos y un retorcimiento jurídico anunciante de impunidades por venir.

El pasado 7 de julio, desde Monclova, Jaime Avilés reportaba para La Jornada que el obispo Raúl Vera recibía "presiones y amenazas para que ya no me meta en el caso Castaños. Me queda muy claro que de eso se trata, y veo la mano de algunas dependencias del gobierno federal para que, al igual que en el caso de Zongolica, los militares acusados tengan total impunidad". Lo más preocupante, decía el religioso a Avilés, es "que se está dando una pésima señal para que el Ejército haga y deshaga, como si estuviéramos en una dictadura".

Por si hubiese necesidad de más ejemplos, Roberto García M. reporta desde Hermosillo lo publicado ayer en primera plana de El Imparcial con el siguiente encabezado: "Resulta fiasco cateo a casa". Según la nota, "la PGR, la AFI y el Ejército despliegan un operativo por más de 27 horas en la colonia El Choyal y no encuentran nada". Luego del prolongado sitio, supuestamente en preparación de un golpe a traficantes de drogas y armas, un agente del Ministerio Público Federal entró a una casa; 30 minutos después, de acuerdo con la nota de Cuitláhuac Quintero, "salieron con una bolsa negra, que contenía más bolsas de plástico transparente, pero sin indicios de materia ilícita (...) Adentro todo quedó en desorden, ropa y utensilios de cocina regados y sillones volteados". Graciela Tovar Enríquez, de 46 años, quien gana 100 pesos diarios y paga 600 de renta por esa casa, se quedó esperando alguna explicación por lo sucedido. Dos meses atrás, recuerda el reportero sonorense, "agentes federales también mandaron a los militares a sitiar un expendio en la colonia El Sahuaro. Estuvieron más de dos días y resultó que los agentes se habían equivocado de sitio".

Astillas

Norberto Rivera recibió una especie de desagravios sentimentales ante los enredos en que le mantiene una Corte californiana. Ayer, en la Catedral de la ciudad de México, el acusado de proteger a pederastas escuchó expresiones de apoyo y declaratorias de inocencia (sin valor judicial)... Dos de los principales organizadores de la represión en Oaxaca quedaron sin fuero a pesar de que pretendían quedar como diputados locales por la vía plurinominal. Jorge Franco y Lizbeth Caña, quienes fueron, respectivamente, secretario de Gobierno y procuradora de Justicia con Ulises Ruiz, habían sido colocados en los sitios primero y segundo de la lista privilegiada de aspirantes, que sin hacer campaña podrían tener fuero y cobrar dietas. Pero resulta que al gran jefe mapache Ulises se le pasó la mano en cuanto a relleno de urnas y dejó al PRI como único ganador de la contienda electoral, con carro completo. Y, con ese triunfo arrasador, nadie de la lista pluri entró, así es que Franco y Caña tendrán que buscar empleo y protección por otro lado. Del lado de los opositores a Ulises también hubo dos damnificados. Los profesores Zenén Bravo y María del Carmen López dejaron de ser consejeros de la citada asamblea popular para dar el brinco a la arena electoral (la APPO no convalidó la participación en los comicios de ninguno de sus dirigentes). A fin de cuentas tampoco llegaron a la Cámara estatal: uno, Zenén, por falta de votos, y María del Carmen porque en junio pasado el tribunal electoral revocó su candidatura... Y, mientras Bizente Focs ¡escribe!, ¡un libro!, ¡en inglés!, que pronto saldrá a la venta con el pejiano título de Revolución de esperanza, ¡hasta mañana, en espera de que el TLCAN sea revisado en Canadá, gulp!

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