sábado, septiembre 15, 2007

Boletín Informativo ISA núm 191

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ESTE AÑO, COMO EL PASADO, EL ZÓCALO YA ES TAMBIÉN UN ZÓCALO DE LA RESISTENCIA CIVIL PACÍFICA

Son las 7 y media de la tarde; en la Ciudad de México empieza a anochecer. Es 15 de septiembre; dentro de menos de 4 horas, se habrá celebrado en todo el país el 197 aniversario del inicio de la lucha de Independencia nacional.

Este año, uno después del fraude electoral que apoltronó en la Presidencia de la República a Felipe Calderón, falto de legitimidad, esto que tradicionalmente es una fiesta popular nacional se ha convertido en una nueva jornada de lucha entre el movimiento de la resistencia civil pacífica que encabeza el presidente legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador, por un lado, y el gobierno de facto, por el otro, con sus miles de soldados, policías y medios de comunicación tratando de que la realidad contundente de la protesta social no se conozca.

Las horas anteriores a este anochecer septembrino han hecho del Zócalo de la Ciudad de México un territorio en disputa entre estos dos Méxicos: el real y popular de ciudadanos libres que buscan ejercer esa libertad y festejar el Grito de Los Libres, y el de Calderón y sus militares, que buscan en esa misma plaza celebrar una ceremonia que pueda ser televisada en cadena nacional sin que en las imágenes y los sonidos se filtre la protesta de los primeros

Para ello, miles de soldados han sido “disfrazados” de ciudadanos comunes y colocados en el lado del Zócalo que da al Palacio Nacional, costado en el que la derecha que robó la Presidencia pretende también reunir al panismo para “arropar al presidente”.

Para ello también, los controles para acceder al Zócalo se han multiplicado, sin importar violentar el derecho constitucional al libre tránsito y el también constitucional derecho a la libre expresión. Se ha prohibido acceder al Zócalo con vestimenta amarilla, que es el color del opositor Partido de la Revolución Democrática; igualmente, se ha impedido ingresar a la plaza con pancartas o mantas alusivas al movimiento lopezobradorista.

Todo este dispositivo se ha coronado con la instalación de un equipo de sonido de decibeles más allá de lo humanamente resistible, a fin de, en el momento oportuno, silenciar cualquier grito proveniente de las gargantas de los miembros de la resistencia civil pacífica.

Se pensaría entonces que el gobierno de facto de Felipe Calderón tiene bajo control la situación y que podrá mostrar ante las pantallas televisivas ese México virtual, de ficción, en el que no hay enojo popular y en el que él goza de aceptación popular.

Desgraciadamente para él, ésta no es, otra vez, la realidad. Cuando el reloj se acerca a las 8 de la noche, los intentos de infundir temor en la ciudadanía para que no asistiera hoy a esta magna plaza han fracasado, pues el Zócalo está terminando de llenarse de gente alegre, que ríe, que festeja, que corea canciones, que forma círculos para bailar y que, pese a los retenes militares, enarbola cientos de carteles con la imagen de Andrés Manuel López Obrador. Esos retenes también fueron inútiles ante la habilidad de quienes ahora han desplegado a todo lo ancho del Zócalo una larga manta que reza: “Andrés Manuel López Obrador, presidente legítimo de México”.

Como hay dos México, hoy también hay dos Zócalos en la Ciudad de México. Uno, en tres cuartos de la plancha de cemento, ocupado por ciudadanos libres que esperan la llegada de la senadora Rosario Ibarra de Piedra para celebrar el Grito de los Libres. Otro, en un cuarto de la plaza, separado por vallas metálicas y ocupado por soldados sin uniforme, estupefactos, apabullados a pesar del poder militar que representan, arrinconados en ese lado de la Plaza de la Constitución gris, sin sonrisas. Si eran ciertos los rumores de que la intención del gobierno calderonista era ocupar la totalidad del Zócalo y excluir de él todo lo que oliera a López Obrador, en este momento en que ya pasan de las 8 de la noche, esto ha fracasado.

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