sábado, septiembre 01, 2007

Juegos de palabras


Michel Balivo y J. Kalvellido

(¿Seguiremos jugando a cuan diferentes podemos ser?)

Estoy contemplando el mar en la playa Guacuco, en Margarita, una isla del Caribe venezolano, mientras la espuma de las olas juguetea entre mis pies y las ardientes, apasionadas caricias del sol enrojecen mis hombros. A la distancia hasta donde alcanzan mis sentidos veo una superficie de diferentes tonalidades de celestes, azules y blancos que se supone son agua y aire aunque no se muy bien donde se encuentran, cuando y como se tocan.

Si miro hacia atrás la superficie se convierte en matices de verdes y marrones, veo palmeras y montañas hasta donde la vista alcanza. Sin embargo, nuestro pensamiento y las extensiones de nuestros sentidos que hemos creado cual apéndices o herramientas que los amplían, nos dicen que en el micromundo todo, incluyéndonos, son juegos de infinitesimales electrones.

Mientras que en el macromundo somos una esfera de fuego que navega por un ilimitado universo, un pedacito de sol cuya superficie los vientos cósmicos han ido enfriando muy lentamente configurando una delgada capa habitable o biosfera, cuya temperatura aumenta hacia el centro del planeta hasta convertirse en magma, fuego líquido como lo evidencian las erupciones volcánicas.

Que una vez más se enfrían y solidifican lentamente al contacto con aguas y vientos hasta convertirse en sólida roca. Que sin embargo no son sino vibrantes electrones que no conocen de descanso o inmovilidad. Aunque estos parezcan inútiles juegos de palabras sin aplicación práctica haríamos bien en recordar que no tenemos idea de que cosa sea la fuerza que genera y sostiene nuestras vidas. Y no por ello dejamos de estar vivos.

¿Creen uds. que haya una condición más importante que la de estar vivos? Pues bien, desconocemos esa condición sin equanon para que todo lo demás sea posible. Y sin embargo no se ha paralizado nuestra historia por ello. La ley de gravedad no comenzó a operar ni las manzanas a caer cuando Newton cayó en cuenta de ello.

Lo mismo sucede con las energías que hoy nos comunican y mueven nuestra civilización, no las vemos, y sin embargo las hemos concebido, hemos diseñado instrumentos para encontrar eso invisible que concebimos, hemos aprendido a operarlo y ponerlo a nuestro servicio.

Tampoco deberíamos olvidar que todo eso sucede dentro de una determinada condición y delgada biosfera que en cualquier momento puede alterar su delicado e inestable equilibrio. De hecho hoy el clima se ha alterado y los fenómenos elementales se han intensificado. La tecnología y la sociedad humana tampoco escapan a tales transformaciones estructurales.

Todos esos espacios y sustancias desconocidas a la base misma de la vida y todas esas condiciones inestables que alteran nuestras vidas dan para muchos juegos de palabras de esas que parecen imprácticas. Por ejemplo el presidente Chávez sale de gira por Argentina, Uruguay, Ecuador y Bolivia a implementar los TSE, (Tratados de seguridad energética). Que incluyen todo lo relacionado con generación, almacenamiento y ahorro de energía, petróleo, gas, electricidad, petroquímica, abonos, plásticos, etc. En un momento en que tales reservas se encuentran ya en situación crítica mientras el consumo aumenta geométrica y aceleradamente desestructurando las economías y formas de vida de los pueblos.

Desde el norte vienen propuestas de sustituir esa creciente dependencia del petróleo y sus derivados que en definitiva representan y son toda nuestra presente economía y forma de vida, sin la cual todo se paralizaría, por la producción de alcohol a base de maíz por ejemplo. Los primeros estudios ya demuestran que es una propuesta totalmente inviable.

No solo porque los bosques y selvas que se arrasan para dicha siembra absorben, procesan mucha mayor cantidad de anhídrido carbónico que la que el alcohol o combustible biológico evitará que se lance a la atmósfera aumentando el efecto invernadero de calentamiento. Sino porque la menor cantidad de tierras disponibles para la siembra de alimento, dado que rinden menos dividendos, afectará crecientemente el ya elevado nivel de dificultad para satisfacer las necesidades de las clases de menores recursos, elevando el hambre, la enfermedad y la muerte.

Esas son las respuestas de un automatismo inhumano. Que las empresas que dan mayores ganancias y contaminan más el ambiente, como la fabricación de vehículos, sigan creciendo, aunque eso cueste el sufrimiento creciente de la especie y su hábitat conduciéndola un paso más hacia el abismo de la barbarie, de la inhumanidad, del sinsentido.

No es tan difícil darse cuenta que si de ese combustible fósil depende toda la civilización conocida y sus reservas llegan a su fin, la pretensión del tercer mundo y los países emergentes de desarrollarse, de intercambiar tecnología por materias primas, de industrializarse y dejar de ser países bananeros que exportan para mantener el bienestar del centro civilizador, ha de ser controlada a como de lugar. Por otra parte, también los estados de los países desarrollados reducen cada vez más sus funciones sociales a favor de las corporaciones privadas.

¿Creen uds. entonces que haya tema más urgente e importante a tratar? ¿Creen que debiéramos dejarlo al azar de las leyes del mercado? Pues los que invadieron Irak y Afganistán, amenazan ahora a Irán y le echan nuevamente leña al fuego de la guerra fría con Rusia y China, no parecen pensar que haya que esperar a que los acontecimientos sucedan.

Por eso gritan a los cuatro vientos su derecho a declarar guerras preventivas y utilizan como excusa entre tantas otras, un venezolano residente en EEUU que fue detenido en Buenos Aires tres días antes de la llegada del presidente Chávez con un maletín que contenía 800.000 dólares no declarados. Dicen, sin aportar pruebas de ningún tipo, que es integrante del gabinete presidencial venezolano y que no está claro con que fines llevaba ese dinero.

Como bombarderos que dejan caer su letal cargamento de muerte sobre los puntos vitales elegidos, los medios de comunicación hacen circular la noticia que recorre el mundo en instantes. Y allí entran los premeditados y a veces no tan inútiles juegos asociativos de palabras. Venezolano, lavado de dólares no declarados, drogas, armas, guerrillas, terrorismo.

Eje del mal, enemigos desestabilizadores de la democracia continental, guerra preventiva. Miedo, sicosis colectiva, despertar y afloración de los siempre latentes fantasmas del temor en las zonas oscuras de la conciencia que cual inseparable sombra la acompañan en su devenir hacia un incierto futuro. Satanización y rechazo de la propuesta venezolana en un momento crítico políticamente por la cercanía de elecciones presidenciales argentinas.

Manipulación de las energías invisibles, en este caso sicológicas, concepción de los mecanismos o instintos que nos movilizan. Desarrollo de herramientas y aparatos para encontrar partiendo de la base corporal lo que concebimos. Y entonces gracias a los medios de comunicación desarrollados, operar, influir sobre los tropismos sicológicos direccionándolos según nuestros intereses predominantes, poniéndolos a nuestro servicio.

No podemos olvidar que gracias a la acumulación de experiencia colectiva, generación tras generación, desarrollamos nuestro actual conocimiento. Ese que nos permite concebir, encontrar y traer a ser en el mundo de nuestros sentidos, energías invisibles e inexistentes para ellos. Por lo cual vivimos en un mundo de energías invisibles, intangibles, que no por desconocerlas y descreerlas dejan de mover y transformar nuestro mundo, incluyéndonos.

Es lo mismo que decir que gracias al desarrollo de nuestros cuerpos en relación con su entorno, a su capacidad de respuestas adaptativas, superadoras del dolor, transformadoras de limitaciones en gratificante placer, hemos ido cayendo en cuenta de nuestra mente, de la actividad creativa de nuestra conciencia que se abre paso no solo frente a las limitaciones naturales, lo que nos muestran nuestros sentidos, lo que genera dolor movilizando acción.

Sino también de nuestras propias concepciones organizadoras del paisaje en que vivimos, de los modelos con que concebimos y organizamos nuestra sociedad, es decir de las ideas-fuerza con que damos dirección lineal en el tiempo a nuestro colectivo accionar. Modelos que pueden liberarnos, pero también desviarse generando mayor sufrimiento, devolviéndonos hacia lo natural pero esta vez a través de lo intencional.

¿Creen uds. que en algún otro momento de nuestra historia una tercera parte de la humanidad viviera en el inestable y estertóreo abismo del hambre, la esclavitud, la enfermedad y la muerte, esta vez en medio de todos los conocimientos y tecnologías necesarios para extirparlos definitivamente del paisaje humano?

Ese es el necesariamente incierto futuro o devenir de nuestra historia, si es que hemos de ser capaces de elegir entre opciones que superen nuestras experiencias anteriores y nos proyecten a nuevos e ilimitados futuros aún por concebir, imaginar para traerlos a ser, para hacerlos experimentables, perceptibles, vivibles.

No podemos entonces dejar de reconocer que Argentina eligió una dirección regresiva, involutiva, deshumanizante en que todos los bienes y servicios se privatizaron poniéndolos en manos de intereses de corporaciones internacionales, que en nada se preocupaban ni eran responsables del bienestar humano y su hábitat.

Por concentración de capitales golondrinas que no se reinvertían en industria, trabajo, bienestar social, que no refluían hacia su fuente de energía y generación, hacia la base de la pirámide social, llegó a un punto de posible colapso de su forma nacional de vida.

Allí estuvo presente y disponible Venezuela para hacerles accesibles sin condiciones de sometimiento de su soberanía ni demoras, el combustible y la emisión de bonos necesarios para amortiguar la dirección deshumanizante que pretendía imponerle el FMI y el BM.

Argentina por su parte reconoció y agradeció el solidario, oportuno e inesperado gesto dentro de la dirección deshumanizante llamada paradójicamente globalización de la economía. Retribuyó con ganadería, implementos agrícolas y sanitarios, transfirió tecnología y profesionales capacitados en todas esas áreas. Además se plegó al Gasoducto del Sur, al Banco del Sur, a Telesur, a Opegasur que propone una OPEP del gas.

Lo cual no es sino la lógica consecuencia de esos primeros pasos humanizantes que abren nuevas alternativas para contrarrestar el tropismo globalizante que nos conduce al abismo de la barbarie, de retorno a las limitaciones naturales y el dolor, pero esta vez de la mano del conocimiento y la intencionalidad humana que debiera liberarnos de esas cadenas.

De ese modo cuando hablamos del Alba propuesto por Venezuela y resistido a como de lugar por el viejo tropismo imperialista, haremos bien en comprender que no hablamos sino de la complementación de especificidades estructurales naturales y sicológicas.

Como son las respuestas económicas y culturales dadas por la humana conciencia a las exigencias de diferentes geografías y climas, densidades poblacionales, ubicaciones geopolíticas. Tales como la caribeña venezolana tropical y la atlántica argentina templada, a las que sumamos las particulares circunstancias históricas de su desarrollo, las interacciones durante quinientos años con la cultura europea y estadounidense por ejemplo.

Esas especificidades históricas naturales y sicológicas no elegidas de sus desarrollos, ahora se enfrentan a una nueva condición global, un nuevo escenario de diferentes posibilidades, limitaciones, exigencias. En el cual pueden reconocerse complementarias y actuando como tal elegir una nueva dirección que les permita crecer juntas superando las limitaciones.

O pueden elegir afirmar el viejo tropismo diferenciador, separatista, autoafirmador de identidades nacionales, raciales, religiosas, sectarias, corriendo todas juntas como ganado en estampida hacia el despeñadero, en una competencia que solo acelerará su camino al abismo. Completan este escenario de fuerzas intangibles e inciertos futuros el terremoto que sacudió Perú y el huracán Dean que asoló México, causando cientos de muertos y cientos de miles de damnificados. Paradójicamente son países que han roto y reestablecido recientemente relaciones diplomáticas con Venezuela, todo ello dentro de un escenario y resultados electorales muy inciertos, dudosos.

Sin hacer discriminaciones por ello, de inmediato Venezuela envía aviones de insumos y personal especializado para solidarizarse con hechos y no discursos con las necesidades de los pueblos, de los de menores recursos totalmente desprotegidos ante tales catástrofes naturales avisadas. Y haciéndonos recordar a lo sucedido cuando el huracán Katrina, se repite la absoluta ineficiencia, desinterés, indolencia y falta de prevención de los gobiernos.

Pero no les resulta suficiente con ello, además descalifican y calumnian la humanitaria y oportuna ayuda de Venezuela. Si a ello le sumamos que tras la gira sudamericana del presidente Chávez y la firma de los TSE llegó directo a la Tercera Cumbre de Petrocaribe, que no es sino otro nombre para los TSE y el Alba, donde participan, se benefician otros 14 países.

Si tomamos en cuenta que simultáneamente la burbuja económica virtual de la macroeconomía amenaza pincharse, desinflarse y desmoronarse, exigiendo que los bancos centrales de EEUU, Europa, Japón, Canadá y Suiza inyecten cientos de miles de millones para evitar el colapso por falta de liquidez, contrariando su política antiinflacionaria.

Sabiendo que a fin de cuenta solo inyectan papeles y valores virtuales que no podrán sustituir la falta de reinversión y productividad generada por los capitales golondrinas que solo buscan su ganancia. Nos resulta evidente entonces que esos solo son paños tibios que postergan situacionalmente el desmoronamiento de todo un sistema inhumano montado sobre una base inexistente, una representación que ha abandonado y perdido su respaldo sustancial.

Decimos que el dinero solo es una representación de bienes concebido para facilitar su intercambio; representación y bienes que no tienen otra finalidad que facilitar la satisfacción de las humanas necesidades, pero en lugar de ello se acumularon convirtiéndose en un objetivo en si mismo.

Ese es un trágico error posibilitado por el conocimiento abstracto, que puede servir y liberar al ser humano que lo concibe proyectándolo más allá de las limitaciones dolorosas de su entorno natural. Como puede convertirlo en esclavo de sus propias creencias y hábitos que lo sugestionan y toman su conciencia, volviéndola pasiva y dependiente de sus propias concepciones convertidas en inamovible realidad. Atrapado en la cual se niega a si mismo como creador, como superador del dolor y el sufrimiento, condición común a toda la especie.

En lo profundo, silencioso y desconocido somos entonces un océano de invisibles electrones. Es desde esas ilimitadas e indiferenciadas informidades y en respuesta a los estímulos del entorno natural e histórico social que damos forma a nuevas miradas que pasan a enriquecer el paisaje perceptual. Miradas creadoras que ponen en evidencia la actividad de la conciencia dejando en claro que no es la resultante o reflejo pasivo de las circunstancias.

Miradas en las que luego quedamos atrapados por hábito y repetición obsesiva de enfatizar lo que nos diferencia y separa, en lugar de reconocer nuevas miradas posibilitadoras de direcciones de acción en las que se trascienden y unifican aquellas diferencias hijas de las limitaciones del pasado.

Tras este paseo por los acontecimientos globales se bosqueja entonces rudimentariamente ante nuestras miradas un paisaje estructural e interdependiente, que no hace sino resaltar un tropismo creciente de deshumanización.

En el que el conocimiento acumulado por los pueblos en lugar de retornar sobre ellos beneficiándolos y cerrando así un ciclo evolutivo agotado para abrir uno nuevo, se convierte en herramienta que nos retrotrae a la esclavitud de las experiencias dolorosas que nuestra intención a través de nuestros cuerpos le impone a la conciencia.

El desorden implícito de cualquier sistema cerrado que evoluciona mecánicamente, desborda sus instituciones y lo hace inmanejable para sus elementos. Allí ocurre la paradoja de que al intentar imponer orden, creciente control y represión, solo aumenta el desorden interno.

En ese sentido la revolución del sistema implica su apertura, es decir humanizarse humanizando el mundo cual alternativa a la globalización mecánica cuyo desorden solo puede conducirnos a reiniciar la civilización desde la barbarie y la desolación.

Cuando condenamos intencionalmente a cientos, miles, millones de seres humanos al analfabetismo en muchos sentidos, educados por las vedettes y opinadores, formadores de opinión de moda que se pasean y turnan ante la pantalla haciendo que predomine un estado mental colectivo desapercibido de lo que está en juego, desestructurado o sin manejo del conocimiento abstracto necesario al eficiente desempeño y manejo de la realidad.

Lo que nos parece una gracia para mantener privilegios no es sino una morisqueta que solo demuestra que compartimos, somos copartícipes de las mismas limitaciones mentales que nos incapacitan para percibir las consecuencias de nuestras acciones acumuladas que ya se ciernen cual amenazadora guillotina sobre el horizonte.

Las acciones aisladas con las cuales los juegos de palabras pueden hacer aparente lo que les venga en gana, cobran ahora un sentido preciso. Dos direcciones reclaman para si la atención y energía colectiva. Una aparenta gran fuerza por el efecto hipnótico que ejerce sobre la conciencia la acumulación e inercia de milenarios hábitos, pero está herida de muerte. La otra es portadora de la ternura y flexibilidad de todo lo que nace.

Más allá de qué naciones, corporaciones o personajes representen situacionalmente una u otra opción, se hace imprescindible la creatividad y la elección del futuro que habremos de vivir. Porque una vez más una cosa es la representación y otra lo representado. No puedes hacer pan con la palabra trigo ni echar a andar tu vehículo con la palabra petróleo.

Una cosa es la felicidad que se imagina o ensueña compensatoriamente a las limitaciones e impotencia, a las especificidades diferenciadoras que genera un modelo civilizatorio. Y otra es el reconocimiento y recreación de ese modelo en nuevas formas de manifestación y/o conductualización que se adapten crecientemente a las nuevas condiciones imperantes, que se abran caminos reales y se puedan vivir.

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