miércoles, septiembre 26, 2007

Reforma electoral: ahora que florezcan con canales

Enviado por correo de De El Pregón del Día


Cuando el senador Pablo Gómez, del Partido de la Revolución Democrática, se reunió con periodistas y empresarios de la radio y la televisión para discutir las reformas a las leyes electorales, pareció asegurar a Grupo Televisa y TV Azteca que la intención de los cambios legislativos no era alterar la estructura de su industria.

"No es ahora cuando queremos cambiar el duopolio", dijo Gómez con gran ironía. "Eso será después, en la Ley de Radio y Televisión. Ojalá lo logremos".

Las palabras del senador dejaron boquiabiertos a los presentes pues fueron un claro desafío al poder e influencia que por décadas han ejercido esas dos compañías, las únicas empresas de televisión abierta con cobertura nacional en México. También fueron una bocanada de aire fresco para quienes creen que es ya imprescindible abrir la industria de la televisión mexicana a nuevos competidores.

Las propias empresas televisivas parecieron haber encendido más el debate sobre su situación privilegiada y la necesidad de que México cuente ya con más de dos opciones en materia de televisión al encabezar diversos esfuerzos para derrotar la reforma electoral. Las iniciativas eliminan una fuente de ingresos para las dos televisoras al prohibir los anuncios de partidos políticos y organizaciones privadas en los medios electrónicos.

Así, los comentarios del senador Gómez y la reacción de las televisoras parecen indicar que el complemento natural a las reformas electorales será la apertura de la industria de la televisión a un mayor número de jugadores. Sólo así, podrá de verdad limitarse la influencia y el poder de Televisa y TV Azteca en los procesos democráticos del país, además de que sólo así se daría un enorme paso en los esfuerzos por elevar los niveles de competencia en México y de implantar una verdadera economía de mercado en el país.

Es un hecho notorio,que el duopolio televisivo no va a desaparecer simplemente por la eliminación de la compraventa de publicidad política durante las campañas electorales,Ellos son los que menos dependen de ese ingreso. La manera universalmente aceptada de luchar y combatir a los monopolios, los duopolios, las prácticas monopólicas y sus efectos perniciosos es la aplicación estricta de las políticas federales de competencia económica.

La preocupación de los legisladores por controlar la influencia del dinero y de las televisoras en las campañas electorales está más que justificada. El año pasado, los tres principales partidos políticos, el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), gastaron poco más de 1,800 millones de pesos, o 56% de sus presupuestos electorales, de 3,300 millones, en spots de radio y televisión para promover sus campañas electorales.

Esa cifra es insultante frente a las carencias de millones de mexicanos y la necesidad del gobierno de invertir en salud, educación e infraestructura.

Además, los gastos de campaña en materia de publicidad en radio y televisión del año pasado pudieron incluso ser mayores, ya que hasta ahora las cifras que ha dado a conocer el Instituto Federal Electoral, no incluyen los fondos que emplearon esos tres partidos políticos para comprar cerca de 280,000 spots (32,867 de televisión y 248,159 de radio) en la última elección.

Frente a este dispendio, es entendible que los legisladores hayan buscado formas para reducir los costos de las campañas electorales mediante la prohibición del uso de anuncios en radio y televisión pagados. Los partidos y sus candidatos a partir de ahora sólo podrán anunciarse en los medios masivos de comunicación usando los tiempos oficiales del gobierno.

Esas metas podrían reforzarse si se termina además con el duopolio de Televisa y TV Azteca.Aasí como la apertura de la aviación a un mayor número de líneas aéreas ha bajado los costos de los viajes en avión, un mayor número de participantes en la industria de la televisión no sólo incrementaría las posibilidades de entretenimiento e información de los televidentes, sino que incluso reduciría el costo de la publicidad en la pantalla chica.

Además, una diversidad de cadenas de televisión podría también reducir el poder e influencia que hoy gozan las únicas dos compañías de televisión abierta nacional.

Con más jugadores, la capacidad de chantaje de las televisoras a los candidatos o legisladores desaparecería..El año pasado los senadores y diputados de todos los partidos políticos se vieron presionados por Televisa y TV Azteca para aprobar reformas a su favor a la Ley Federal de Telecomunicaciones y a la Ley de Radio y Televisión. La presión tuvo lugar durante los comicios electorales y bajo la amenaza de que si los diputados y senadores no aprobaban los cambios sus candidatos no saldrían al aire en sus estaciones, canales y noticieros.

Asimismo, si el país contara con decenas de televisoras locales o regionales independientes, el poder político, económico y social de las cadenas nacionales podría también diluirse, y los gastos de campaña se repartirían entre más jugadores.

Por otra parte, la estructura actual de la televisión mexicana, con dos empresas nacionales propietarias de varios canales (Televisa tiene cuatro, los canales 2, 4, 5 y 9; y TV Azteca tiene dos, 7 y 13) sub-aprovecha el espectro y genera ineficiencias, sólo buscan hacer rentables dos canales de televisión (El canal de las Estrellas en el caso de Televisa y el canal 13 en el caso de TV Azteca), mientras que los otros sólo sirven como barreras de entrada a un mayor número de participantes.

La concentración de la televisión abierta en México responde a un comportamiento estratégico de las televisoras existentes para minimizar la posibilidad de competencia, reacuérdese el asunto de saba y el despiadado ataque de que fue objeto por televisa y tvazteca..

El país podría dar un salto cualitativo en su desarrollo democrático y económico si existieran un mayor número de participantes en la industria televisiva, que reflejara mejor la diversidad política y cultural de país, más cuando algunas de las concesiones parecen estar sub-utilizadas.

"El equilibrio y el pluralismo demandan que haya "de todo un poco": no se trata de borrar del mapa a ningún sector de la radiodifusión, porque eso sería pasar de un extremo a otro. Por ello es necesario un marco que permita racionalizar y hacer más equitativa la administración del espectro, de manera que en él tengan cabida la mayor cantidad de voces de las tantas que conforman a nuestra nación pluricultural", dijo hace poco Genaro David Góngora Pimentel, Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en un foro sobre radiodifusión que organizó el Senado.

Los inversionistas también se han ya percatado del debate que existe en el país entorno a la estructura duopólica de la televisión mexicana y los riesgos que esto podría representar para el futuro de Televisa y TV Azteca. Las acciones de ambas empresas han caído en los últimos meses, lo que podría reflejar una preocupación mayor que la sola pérdida de los ingresos por la prohibición a las campañas políticas en los medios electrónicos, o inclusive por los cambios a las leyes fiscales que también aprobaron los legisladores hace unos días.

La acción de Televisa ha caído 21% desde mediados de abril, en tanto que la de TV Azteca ha perdido 32% de su valor desde principios de junio. El índice de la bolsa registra una ganancia de más de 15% este año.

El descenso de los precios de los títulos de Televisa y TV Azteca es la señal de que los inversionistas perciben que el ambiente bajo el cual han operado las dos televisoras se está tornando cada vez más hostil.

Algunos incluso creen que las televisoras podrían sufrir en los próximos meses o años un cambio radical en su marco regulatorio, ya sea mediante la autorización gubernamental para la creación de nuevas cadenas de televisión abierta o, algo mucho menos probable y más remoto pero tal vez más efectivo, mediante la cancelación de alguna de las múltiples concesiones de que gozan hoy Televisa y TV Azteca para operar más de un canal de televisión nacional.

El ambiente en contra de las televisoras comenzó a emerger con claridad en junio de este año cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación dio marcha atrás a algunos de los artículos de las recién aprobadas leyes de Telecomunicaciones, y de Radio y Televisión. El público bautizo a las dos piezas legislativas con el nombre de Ley Televisa por las supuestas ventajas que daban a la mayor de las dos empresas de televisión del país.

La Corte decretó hace algunas semanas que algunos de los artículos de esas leyes iban, entre otras cosas, en contra del espíritu anti-monopólico de la Constitución Mexicana, por lo que los declaró anticonstitucionales y eliminó así muchas de las ventajas que iban a gozar las dos empresas de televisión abierta del país bajo las nuevas leyes.

Eso, más el hecho de que las compañías televisoras, con la ayuda de algunos de sus conductores más prestigiados, no hayan podido convencer a la opinión pública de que la prohibición de los anuncios políticos es una afrenta a la libertad de expresión es otro síntoma más de que las televisoras están tal vez hoy, como nunca antes, contra la pared.

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