sábado, octubre 13, 2007

UNAM, el gran elector

José Narro Robles
Foto: miguel dimayuga

México, D.F. (apro).- Colocada nuevamente de forma positiva en el escenario internacional, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) llega a un nuevo proceso sucesorio que la coloca en una paradoja.Innegable impulsora de la democratización en México, sus métodos internos de designación de autoridades están lejos de ser abiertos y transparentes.Integrada por 350 mil personas, entre estudiantes, maestros y trabajadores, sólo 15 de ellos, agrupados en una obscura Junta de Gobierno, son los encargados de decidir quién habrá de reemplazar al rector Juan Ramón de la Fuente para el periodo 2007-2001.Desde hace 62 años, cuando el mundo entraba a la ya desaparecida “Guerra Fría”, esa pequeña junta de “notables” ha tenido en sus manos la designación, aunque durante el régimen priista la decisión pasaba por el presidente de la República.Juan Ramón de la Fuente fue el último rector de ese régimen autoritario, pero la UNAM en nada ha avanzado en la democratización de su vida interna.Agotado el régimen presidencial del PRI, ahora el espacio para la designación del rector lo tiene De la Fuente, sobre todo después de su gestión reconocida como exitosa aún por sus críticos dentro de la Universidad.Bajo su rectorado se renovaron 13 de los 15 integrantes de la Junta de Gobierno, siete de los cuales participaron ya sea en su primera designación o lo ratificaron para un segundo periodo. Por eso no es extraña la sospecha sobre la aspiración sucesoria de José Narro Robles, director de la Facultad de Medicina, y colaborador directo en los últimos 13 años de Juan Ramón de la Fuente, tanto en la secretaría de Salud, en el gobierno de Ernesto Zedillo, como en la UNAM.Sin duda, Narro tiene sus propias credenciales para llegar a la rectoría. De los contendientes es el que conjunta la operación política, el conocimiento administrativo y el respeto profesional.Fue nada menos que negociador de la Rectoría durante los movimientos del Consejo Estudiantil Universitario, a principios de los noventa, y del Consejo General de Huelga, a fines de la misma década. Primero en el rectorado de José Sarukhán y luego con De la Fuente.En dos ocasiones ha sido secretario general de la UNAM, además de funcionario público. Sus propios interlocutores lo tienen como conciliador; pero los méritos que pueda tener en caso de llegar a la rectoría estarán eclipsados por la forma de designación, propia de un concilio vaticano, en el que el grupo de notables “ausculta” a la comunidad, entrevista a los aspirantes, decide candidatos y entonces designa a uno de ellos.Nada más antidemocrático y antiguo para una institución que pretende estar a la vanguardia en el siglo XXI.Si bien el rectorado que termina tenía la urgente tarea de estabilizar a la máxima casa de estudios del país después del paro de casi un año de 1999 y una vez logrado se empeñó en recuperar el prestigio internacional de la UNAM, la gestión de De la Fuente deja el gran pendiente de la discusión sobre la renovación de sus órganos de gobierno y formas de representación. (12 de octubre de 2007)Comentarios: jcarrasco@proceso.com.mx

Que quede el que Ramon de La Fuente conste que es de conviccion, cualquiera menos un fecal....ademas confiamos en los estudiantes de la UNAM, que no son tan ignorantes y no se corrompen tan facil.

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