miércoles, noviembre 21, 2007

Necesidades concurrentes y complementarias


Por Dr. Eugenio R. Balari

Las necesidades humanas, la producción y el consumo

VII

En el anterior artículo sobre esta serie, publicado en las páginas de POR ESTO!, hicimos algunas valoraciones sobre cómo se había desarrollado el carácter ilimitado de las necesidades humanas y explicábamos cómo las mismas se habían visto acrecentadas a lo largo de la evolución de la sociedad y de la misma historia.

Sin embargo, las necesidades humanas son limitadas en su propia capacidad porque es comprensible que para satisfacer cualquier tipo de necesidad también existe siempre un determinado límite, un nivel de saturación que rechaza en la práctica espontáneamente los excesos del consumo.

En general se aprecia que toda necesidad disminuye en intensidad a medida que se satisface hasta llegar al punto de saturación, de saciedad, en que la misma desaparece. Sin embargo, los estudios y las experiencias acumuladas indican que el límite de las necesidades es más preciso en las que son de orden fisiológico humano, y mucho más imprecisos en las que son de orden espiritual/cultural.

Existen a su vez otros tipos de necesidades, éstas son las también llamadas concurrentes o suplementarias; por ejemplo, con reiterada frecuencia nos encontramos en la vida que existen ciertas necesidades humanas que pueden suplirse unas por otras.

Veamos algunos ejemplos para ilustrar mejor la comprensión de lo que expresamos:

El té y el café.
El cine y la televisión.
El partido de pelota o la playa.
El vaso o la jarra.
El automóvil o la motocicleta.
El tequila, el ron o la cerveza.
El jabón o el detergente.
La bicicleta o el caballo.

Cuando las necesidades tienden a agruparse, o sea que aisladamente no se pueden satisfacer, se les identifica o denomina con el nombre de necesidades complementarias. Por ejemplo, el hombre civilizado a la hora de comer requiere, además de los alimentos, la mesa con su silla, el mantel, la servilleta, los platos, los vasos y los cubiertos. Son también productos complementarios la cocina y la luz brillante, el automóvil y la gasolina, el cigarro, el tabaco y los fósforos, la fosforera y la bencina.

Para cualquier sociedad, sea ésta una economía de mercado que se basa fundamentalmente en las leyes del mercado, del valor y la oferta y la demanda o incluso en una economía planificada, es inconcebible que se desconozcan y no se estudien las leyes de la formación de las necesidades habidas y de las satisfechas.

Incluso sabemos que la previsión creciente de la producción no se puede basar solamente en el conocimiento o en el estudio de las necesidades satisfechas, sino que es imprescindible conocer el grado de satisfacción de las necesidades formadas y el de las insatisfacciones.

Los esfuerzos productivos de cualquier nación, de las empresas que se respeten y actúen con responsabilidad, deben partir en lo fundamental del conocimiento de la estructura perspectiva de las necesidades de la población.

Y finalmente considero que no sólo es posible y necesario el estudio de las necesidades de los seres humanos sino que, además, las mismas hay que encausarlas, mucho más en estos tiempos en que estamos abocados a trabajar ineludiblemente por la transformación de los insostenibles patrones de producción y consumo.

Hay que orientar definitivamente a la ciudadanía a satisfacer sus necesidades de una forma racional, de la manera que sea más sana y menos perjudicial hacia su salud y la que menos contamine e impacte negativamente sobre el medio ambiente y los recursos naturales.

Hay que desarrollar entre la ciudadanía la educación ambiental y del consumo, al hacerlo, de la única forma responsable e inteligente, estaremos dando pasos importantes hacia la sostenibilidad del planeta y de la propia sociedad contemporánea, sólo así podremos seguir satisfaciendo las necesidades humanas que hemos explicado en estos artículos aparecidos en POR ESTO!

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