sábado, diciembre 22, 2007

Comunicado de prensa CILAS

México, D.F., 21 de diciembre de 2007

NACE MUERTO EL INCREMENTO DE 4% AL SALARIO MINIMO;
CONDENA A LAS Y LOS TRABAJADORES A MAS MISERIA

- Como efecto del gasolinaza el alza de precios sólo en enero será de 5 por ciento
- Cada vez mayor, el rezago salarial que atenta contra el bienestar de los mexicanos
- Indispensable la organización de los trabajadores para luchar por mejores condiciones laborales

El incremento de 4.0 por ciento al salario mínimo, determinado este viernes por la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, nació muerto, pulverizado, porque no revierte el rezago histórico de la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, y lo que es más grave todavía, ni siquiera compensará la depreciación salarial por la escalada inflacionaria que se avecina en enero próximo, que se estima, será de 5 por ciento, solamente como efecto del anunciado gasolinazo.

El infame aumento de dos pesos al día, equivalente a una pieza de pan blanco (en la zona A, por ejemplo, pasa de 50.7 a 52.7 pesos), es un nuevo atentado contra las y los trabajadores mexicanos, que los condena a la miseria permanente, porque no revierte la caída constante de su capacidad de compra impidiéndoles acceder a los niveles básicos de sobrevivencia.

En el estudio salarial 2007 del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Laboral (CILAS), los investigadores Luis Bueno y Rodolfo Pérez señalan que de acuerdo con los datos del Banco de México (Banxico) la inflación acumulada de 1999 a 2006 es de 64 por ciento mientras que el aumento acumulado a los salarios (2000 a 2007) fue apenas de 47 por ciento.

Estos datos indican que tenemos un rezago salarial acumulado en este período de 17 por ciento, considerando el incremento de los precios de la canasta básica. Esto, sumado la inflación con que termina este año el incremento para los salarios mínimos debió ser de al menos del 20%. Anotamos que las cifras del Banxico sobre la inflación generan desconfianza pues no reflejan lo que sucede en la economía.

Una muestra más de la política gubernamental y empresarial de anular los derechos laborales: según un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM, la Canasta Alimenticia Recomendable, integrada por 33 alimentos de consumo básico y recomendable para una familia mexicana de cinco personas, por día, pasó de $ 80.83 pesos el 1o de diciembre del 2006 a $100.69 pesos el 1o de septiembre del 2007 con un incremento de 24.57 por ciento. En el mismo periodo, el salario mínimo se incrementó apenas en tres por ciento, lo que representa una caída de de 15.74 en su poder de compra sólo en unos cuantos meses.

Como puede comprobarse con el nuevo incremento del salario mínimo de $2.00 (dos pesos diarios) difícilmente se puede adquirir una aspirina ($1.50 pesos una aspirina) o un mejoral ($1.50 pesos un mejoral). Pero si se puede adquirir un boleto del metro ($ 2.00 pesos un boleto del metro) o adquirir 1/2 litro de leche Liconsa ($ 4.00 litro).

A su vez, el programa anunciado por el gobierno federal a través de la Secretaría de Economía y las tiendas departamentales, en el que se comprometen de buena voluntad a hacer descuentos a unos 300 productos aproximadamente, representa un hecho con carácter más mediático que efectivo. Puesto que sólo pone énfasis en la “buena voluntad”, sin que se expresen criterios y metas concretos o medidas reales y ciertas para controlar el incremento de los precios.

Este pacto sui géneris es reflejo de la desesperación manifiesta del gobierno de Felipe Calderón para tratar de detener algo que es inevitable: el resurgimiento de la inflación y con ello la caída del poder adquisitivo de los salarios. La inflación es consecuencia del incremento del costo de los insumos productivos como la gasolina, porque la transportación de las materias primas, el traslado de los trabajadores y las mercancías a los centros de consumo necesariamente requieren de este energético. Eso es razón suficiente para que los precios finales se incrementen, como sucederá en unos cuantos días.

Este pacto, al igual que el Programa del Primer Empleo, tiene por origen una fragilidad conceptual pues ninguno de ellos ataca las causas que originan los problemas, más bien pretenden actuar sobre las efectos, de ahí su seguro fracaso.

De acuerdo con las perspectivas planteadas por el CILAS, una acción efectiva es revisar los salarios considerando la inflación, de manera que se garantice un porcentaje adicional para los salarios con relación al incremento de los precios. Esta es la única forma de garantizar la recuperación de los salarios y con ello inyectar dinamismo al mercado interno.

Las estrategias de contención salarial, confirmadas este día con el anuncio del nuevo salario mínimo, constituyen una política deliberada de saqueo a millones de mexicanos en beneficio de un puñado de millonarios y son la forma de concretar la ofensiva más brutal de los capitales y sus aliados en el ámbito gubernamental.

Desde el punto de vista del CILAS, la contención salarial no se ha traducido en una menor inflación ni en una reactivación económica ni en la creación de empleos. Por el contrario, ha tenido como consecuencia la agudización exasperante y alarmante de la miseria y de la pobreza, la concentración de la riqueza en unas cuantas manos, el debilitamiento del mercado interno y el crecimiento desmesurado de la economía informal.

Con o sin trabajo, cincuenta millones de mexicanos se encuentran por debajo del límite de la pobreza: unos 30 millones viven con 30 pesos diarios –dos terceras partes de la remuneración mínima vigente—hay 10 millones que sobreviven con 22 pesos al día y una porción similar de la población subsiste con apenas 12 pesos y 21 centavos al día. Con o sin empleo, a estos millones de mexicanos no se les ofrece más futuro que trabajar en condiciones de sobreexplotación, pedir limosna, sumarse a la delincuencia o migrar al norte.

Frente a esta situación alarmante que padecen los trabajadores mexicanos, es necesario destacar que el salario remunerado es un derecho laboral y por ende un derecho social, de vital importancia y es así como debe reconocerse. El derecho social es parte de las reivindicaciones que requiere un ser humano para satisfacer sus necesidades como persona y no solo para él, sino también para su familia.

De ahí que es preciso que las organizaciones sindicales generen un acuerdo para respaldar la demanda por un incremento real al salario y que en torno a esta demanda se aglutinen la reivindicación que debe partir de los sindicatos para ser llevado a los diversos frentes. El reclamo de un salario digno debe ser parte de un programa amplio de demandas sociales donde se incluya: la defensa de la soberanía, de la seguridad social, la democracia y la construcción de un país para todos los mexicanos.

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