domingo, diciembre 09, 2007

Diluvios y dinero

León García Soler


Los recursos no fluyen en Tabasco para comenzar la reconstrucción de la entidad tras la inundación Foto: Alfredo Domínguez

Primero ser y luego cómo ser. No llegan a Tabasco los recursos del Fondo de Desastres Naturales y lo entregado por el pueblo a los bancos está en caja, en espera de que los banqueros decidan qué harán y quién lo hará. No confían en el gobierno. Hacienda anuncia que le adelantará al estado en desgracia parte de las participaciones que le corresponden para 2008. Ha muerto el ogro filantrópico.

En el Congreso se fija la agenda nacional. Alfredo Elías, director de la CFE, compareció ante comisiones y respondió a dudas y cuestionamientos: el sistema de presas reguló escurrimientos y retuvo casi 3 mil millones de metros cúbicos de agua; Peñitas tuvo un desfogue máximo de 2 mil metros cúbicos por segundo, de un total de 5 mil que entraban al vaso de la presa; según el Colegio de Ingenieros Civiles, Angostura, Chicoasén y Malpaso controlaron el 100 por ciento de los escurrimientos que recibieron, “sin descargar caudales a la presa Peñitas”. Lo del agua al agua. La ética mercantil se salió de madre. Y no fluye dinero para sobrevivir y reconstruir la tierra de Carlos Pellicer y de Tomás Garrido Canabal.

Pero el Consejo Coordinador Empresarial se erige defensor de la libertad de expresión y habla en nombre de la sociedad. No del corporativismo cuyo fantasma mussoliniano recorre México. Interpone demanda de amparo contra las reformas a la Constitución en materia electoral. Un juez de distrito desechó dar entrada a la demanda por “notoriamente improcedente.” Irán a la Suprema Corte los que hace seis años decidieron poner en la Presidencia de la República a un gerente propio. Y lo sentaron en la metafórica silla, con el voto útil y el aplauso generalizado de la gente del común harta del PRI y decidida a sacarlo de Los Pinos a cualquier costo. Caro les costó el gobierno que no era de empresarios, sino de gerentillos, según juicio implacable de uno de los ricos más ricos de la comarca y de la globalidad. Más caro le costó al país.

Y los polkos bailan en busca del tiempo perdido y de las instituciones demolidas por el que esgrime el yunque y acusa a los validos del Presidente de inducir perversiones al interior del PAN: “he visto gente que compra votos, que coacciona voluntades, que presiona militantes”. Palabras de despedida de Manuel Espino. Felipe Calderón no necesita enemigos externos, ni críticos intransigentes y maniqueos. Con los de casa tiene. Aunque persisten los usos cortesanos: el fiero Espino suaviza el tono para decir del Presidente: “Puede parecer que él quiere incondicionalidad absoluta en el partido, pero no es así. Los que se metían eran gentes de Los Pinos, no él”. Jorge Castañeda y Rubén Aguilar lavan y tienden la ropa sucia. Uno escribe “lo que quiso decir...”. Castañeda llama mediocre, ignorante, incapaz a Vicente Fox, pero su gobierno fue mejor que todos los anteriores, sentencia el canciller panista, hijo de canciller priísta, porque en su sexenio no hubo desastre económico ni “magnicidios”.

Así, en plural, con todo el rigor académico del autor. Pero de polkos y oligarcas, de partidos, pastores y rebaños se trata. Germán Martínez Cázares toma hoy posesión del PAN de la victoria cultural y la doctrina puesta al día, sin perder un ápice de los valores y principios del derecho a la vida desde el vientre materno hasta la muerte digna. Sin repiques de campanas, ni cortejos bajo palio que pudieran poner bajo sospecha la modernidad dialéctica de Carlos Castillo Peraza. Aunque tesis y antítesis se fundan en el centro inasible con los reformistas del priato tardío y con José Aznar el breve, cuyo partido adoptó Felipe Calderón como modelo para el PAN. “Calderón quiere la igualdad”, dice Martínez Cázares ante mujeres que se comprometieron a defender al PAN “como fieras”.

Felipillo santo subió a los altares. Un año y habla de avances en la generación de empleos; y hace el recuento de las toneladas de cocaína y los millones de dólares requisados al crimen organizado, con inocultable orgullo que pareciera redefinir el quehacer del estadista. Cierto, la primera obligación del Estado es salvaguardar la seguridad de los ciudadanos y sus bienes. Pero antes hay que garantizar alimento, salud, educación y trabajo a los de la mayoría marginada, hundida en la pobreza extrema, en el hambre, la dispersión y el nomadismo. Implosión en el PAN y explosión en el sistema plural de partidos. Y Santiago Creel llama a evitar la fractura cuando hay que recolectar pedazos.

Será porque tenemos suma de oligarquías. Por lo que hace a los partidos políticos, ya en el siglo XX de las victorias de la izquierda se expuso la ley de hierro de las tendencias oligárquicas en todos los partidos, fueran del signo ideológico que fueran. Pregunten los confundidos integrantes del PRD, del Frente Amplio Progresista, cómo concluyeron los gobiernos de unidad popular; los ensayos de mando colectivo entre los bolcheviques, antes y después de Stalin; lo que quedó del legado de Tito, la presidencia rotativa en la extinta Yugoslavia. Y si hay alguien dispuesto a seguir esa ruta, que nos explique cómo puede una fracción parlamentaria recibir una orden de su líder incontestado y desobedecerla olímpicamente, sin que eso resulte en cambio de liderazgo o en relevo de los mal llamados coordinadores de las bancadas del PRD en el Senado y la Cámara de Diputados.

Andrés Manuel López Obrador se ató a la cola del cometa de la presidencia legítima: No puedo ser líder del partido unido propuesto porque incumpliría mis obligaciones al frente del gobierno legítimo: dirigente social, conductor de masas, mandatario de la tercera parte de los votantes convencidos de que la Presidencia de Felipe Calderón es producto de un fraude, de una conspiración: ilegítima, no existe. ¿Cómo desatender la conducción de un movimiento que no reconoce más verdad que la suya, más legitimidad que la del millón y medio que se han inscrito voluntariamente como sus seguidores?

Frente a eso, nada vale el mandato popular que te hizo diputado o senador; el pueblo puede en todo momento darse la forma de gobierno que quiera. Carlos Navarrete propuso fundir en uno al PRD, al PT, a Convergencia: todos bajo el liderazgo indiscutido de López Obrador, se apresuró a concluir. Abandonad toda esperanza, respondieron los de Dante Delgado. De soberbia acusan a Carlos Navarrete y a Javier González Garza. Luzbel y el auténtico pecado original en los conflictos por las reformas al Cofipe y la obligación de asumir la mayoría de edad que impondría a los “partidos pequeños” que no quieren ser manumitidos. Y la Izquierda Democrática Nacional que conduce Dolores Padierna a nombre de su marido, René Bejarano, pide que caigan cabezas. Y todos callan al difundirse que Manuel Camacho o Porfirio Muñoz Ledo deben sustituir a Jesús Ortega al frente del Frente, porque ambos gozan del beneplácito de Andrés Manuel López Obrador.

Las tendencias oligárquicas de los partidos derivaron a poderes pastorales para los del Poder Legislativo y para los que gobiernan los estados de la Unión. (A salvo, desde luego, la calidad de conductor social que sus seguidores asignan a López Obrador.) En el PRI mandan 17 gobernadores, el senador Manlio Fabio Beltrones y el diputado Emilio Gamboa. Beatriz Paredes proclama mando con autoridad moral y congruencia ideológica.

“En Viena hay un salón lleno de espejos/ Y la danza que soñaba la tortuga”, dijo el poeta.

No hay comentarios.: