lunes, diciembre 17, 2007

¿Sorprende que el TLCAN no beneficie a mexicanos?

Carlos Fernández-Vega

Lástima que apenas se den cuenta de que las “ventajas” del tratado se han “agotado”

Con una lentitud equivalente a la pérdida de beneficios, los otrora aplaudidores del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) paulatinamente se han dado cuenta de que las ventajas que ofreció a México se han venido agotando, erosionando, y el país se ha quedado rezagado frente a quienes más avanzan.

Y lo anterior no proviene de alguna entidad que se caracterice por su elevado grado de crítica, sino de una que ha explotado hasta la última gota la miel del TLCAN y de su calidad de inversionista extranjero, a saber, el BBVA, que en México opera bajo la razón social de Bancomer, una institución que se queja de las “glorias pasadas” que vive el país en materia de libre comercio e inversión foránea.

Sólo hasta que las “ventajas” por ellas obtenidas se han estancado, que no desaparecido, instituciones como el BBVA muestran su “sorpresa” por el “rezago” de las “virtudes” del citado acuerdo comercial y lo que para ellas implica (La Jornada).

Señalamientos igualmente agrios hacen organismos empresariales nacionales poco a poco alejados de las mieles del libre comercio, golpeados importadores otrora exportadores, desilusionadas instituciones académicas, ahorcadas agrupaciones gremiales e incluso de bancos multilaterales en un principio panegiristas del TLCAN, al que ya no le ven las virtudes prometidas en un principio, porque el tratado ya no es uno sino cientos que ni económica ni socialmente cristalizan en un país en el que la concentración y el estancamiento se han convertido en norma.

¿Sorprendidos?, si desde un principio quedó claro que el TLCAN no era para México ni los mexicanos, sino para sus dueños, y de ello da cuenta la numeralia que en otras ocasiones hemos presentado en este espacio, y de la que retomamos algunas cifras para documentar la “desilusión” que a estas alturas tal tratado provoca en algunas instituciones que antes lo defendían a la primera provocación.

Más de 3 millones de unidades económicas registradas oficialmente participan en todos los sectores productivos del país, y de ellas sólo 1.2 por ciento, aproximadamente, le clava el diente a la jugosa actividad exportadora no petrolera, aunque también estas cifras concentradas tienen sus bemoles.

De acuerdo con información de la Secretaría de Economía, 37 mil 344 empresas participan (2005) en el mercado exportador asociado al TLCAN (cifra raquítica si se considera el universo nacional mencionado), las cuales, aparentemente, se repartieron los casi 186 mil millones de dólares que en ese año significó el pastel de tal actividad.

Sin embargo, al desmenuzar la información se confirma que, como sucede en tantos otros sectores de la actividad económica en México, la concentración de la actividad exportadora no petrolera es brutal: sólo 601 empresas (la mayoría trasnacionales) se quedan con casi 77 por ciento del valor exportado, porcentaje que en 2005 se tradujo en casi 142 mil millones de dólares.

Esas 601 empresas (no necesariamente mexicanas, y con ventas de 50 millones de dólares anuales en adelante) representan 1.6 por ciento del por sí angosto mundillo exportador que oficialmente opera en el país (las 37 mil 344 empresas), y 0.02 por ciento de las unidades económicas registradas y reconocidas oficialmente.

Justo antes de la entrada en vigor del TLCAN, en 1993, la situación no era muy distinta a la actual, porque 154 empresas exportadoras (0.7 por ciento de las 21 mil 475 registradas como tales en el país en aquel año) se quedaron con 58 por ciento del pastel. Con el tratado (que significa casi 90 por ciento del comercio exterior mexicano), son 601 las empresas concentradoras que se quedan con casi 77 centavos de cada dólar exportado. Y entre las principales exportadoras destacan trasnacionales como General Motors, Daimler Chrysler, Ford Motor, Volkswagen y Hewlett Packard.

En sentido contrario, alrededor de 32 mil empresas dedicadas a esos menesteres y con ventas hasta de un millón de dólares al año (casi 85 por ciento del total de exportadoras y 1.1 por ciento de las unidades económicas registradas y reconocidas oficialmente) se quedaron con una rebanada equivalente a 1.7 por ciento de los cerca de 186 mil millones de dólares exportados en 2005. En 1993, previo a la entrada en vigor del TLCAN, su rebanada fue de 4.5 por ciento.

Casi 92 por ciento del pastel exportador (unos 170 mil millones de dólares en 2005) se queda en manos de poco más de mil 800 empresas, considerando la segunda y tercera (muy alejadas de la primera) posiciones en el ranking respectivo. En 1993 los tres primeros lugares en monto exportado se quedaron con 80 por ciento del pastel, aunque la segunda y la tercera tuvieron mayor peso que en 2005 (14.7 y 8.1 por ciento del total en ese año, contra 10.3 y 4.8 por ciento en 2005).

En el mundillo de las importaciones las cifras revelan que con la indiscriminada apertura comercial y la entrada en vigor del TLCAN, miles de empresas mexicanas reventaron, dejándoles sólo dos opciones: cerrar sus puertas o “reconvertirse”. Muchas optaron por esta última “oportunidad”: de productores activos se “reconvirtieron” en importadores, en simples intermediarios, en agentes de ventas de productos estadunidenses.

De 62 mil empresas importadoras registradas en 1993, el universo pasó a más de 423 mil en 2005, 600 por ciento de incremento en el periodo, a un ritmo ocho veces superior al de las exportadoras. Tal “reconversión” se dio mayormente en tiempos del “cambio”, a grado de que en 2005, 14 de cada cien unidades económicas oficialmente registradas (aparte la informalidad) se dedicaba a la importación.

Qué lástima que sólo hasta ahora se den cuenta de que las “ventajas” se han “agotado” y México “ha quedado rezagado frente a quienes más avanzan”.

Las rebanadas del pastel

Y en la rebatiña por el país, ya no se sabe cuál de las famiglias es más feroz a la hora de sacar los dientes en defensa del hueso. ¿A quién le va?: ¿al equipo de Los Pinos, a los partidos políticos y sus legisladores, a los ministros de la Corte o a los consejeros del IFE?

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