sábado, diciembre 01, 2007

UNAM, los desafíos III


(Tercera de cinco partes)
III
Recuerda Ordorika que “con la salida del PRI del gobierno federal, la incidencia del propio gobierno en el proceso sucesorio de la UNAM se vio reducida, no digo eliminada. En La disputa por el campus y La política azul y oro mostramos evidencias concretas de intervención del gobierno federal en los procesos sucesorios hasta los años ochenta y noventa. “La salida del PRI del gobierno federal tuvo implicaciones en muchos ámbitos. En el universitario significó que se rompieron cierto tipo de amarres políticos, de correas de transmisión y de conocimiento de cómo operar la influencia del gobierno federal en la Junta de Gobierno, y particularmente del presidente de la República. Durante la presidencia de Vicente Fox, la segunda designación de Juan Ramón de la Fuente como rector, fue casi en automático; no hubo mucho espacio para que incidiera y no había mucha capacidad gubernamental para hacerlo.”--Ni interés… --Quizá no hubo interés. Quizá hubiera habido más interés si hubiera habido más conocimiento. En el caso del gobierno de Felipe Calderón, yo creo que había interés pero no había ni el conocimiento ni los mecanismos para hacer pesar lo que hubieran sido las preferencias del gobierno calderonista.“Con esto no quiero decir que no haya habido intención de influir, ni tampoco quiero decir que la Junta de Gobierno haya tomado una decisión contraria al gobierno calderonista. Esto habrá que medirlo todavía: cómo es esa relación. Así como la relación del gobierno foxista, y aun del calderonista, con la rectoría de Juan Ramón de la Fuente fue conflictiva, confrontacional, de disputa bastante evidente, la relación que se va a entablar con el nuevo rector es una incógnita que tendremos que despejar viendo el futuro próximo”.--Felipe Calderón, además, carga con algún sentimiento de animadversión hacia la UNAM, porque no pudo entrar a ella por la cuestión del pase automático… --Tanto a nivel personal, por esa historia que tú señalas, como por el proyecto político que mantuvieron los últimos gobiernos priistas y que han continuado los gobiernos panistas, hay un desprecio y una animadversión hacia la UNAM.“Los gobiernos del PAN la ven como un espacio excesivamente liberal, demasiado crítico, contrario a su proyecto económico: de privatización de la educación superior. Pero al mismo tiempo la ven con la enorme fuerza histórica y la enorme tradición universitaria que los imposibilita para actuar agresivamente contra la UNAM.“Recordemos la intervención muy desafortunada, el año pasado, del diputado panista (Raúl Padilla, presidente de la Comisión de Presupuesto), que incluso llevó al PAN a echarse para atrás y apoyar a la UNAM. Pero no son afines a la UNAM.“Hay que hacer notar una cosa muy contradictoria: el PAN está fundado por un universitario histórico, que es Gómez Morín. Me da la impresión de que todavía al interior del PAN subsisten algunas corrientes del panismo antiguo que tienen afinidad con la UNAM.“Pero el neopanismo que representa Felipe Calderón, y Vicente Fox en su momento, tienen una postura anti-UNAM, anti-educación pública, y son muy poco intelectuales. Entonces, no hay una valoración enorme de la educación superior como proyecto cultural; se la ve más como un mecanismo económico, y por eso hay una apuesta muy clara por la educación privada.“Pero la UNAM es una institución que si como tal critica una política pública, también tiene un enorme peso. El rector de la universidad –depende de cómo juegue el propio rector-- puede tener mucho más peso que muchos de los secretarios de Estado. En el libro La política azul y oro, narra Javier Jiménez Espriú, que era secretario general entonces, cómo por instrucciones del presidente Echeverría, Soberón tenía, como rector, la capacidad de convocar a varios secretarios de Estado, y cómo eso había cambiado en cierto periodo con el rector Sarukhán, que ya no tenía capacidad de convocar sino que era convocado por los secretarios de Estado.“Pero cuando se ve una figura como la que alcanzó Juan Ramón de la Fuente –yo no sé si convocaba o no--, pero ciertamente estaba en un nivel de disputa y de interacción con los secretarios de Estado, de tú a tú, de igual a igual. Y eso lo da la UNAM.“Puede haber un rector que no tenga la personalidad, las tablas, la capacidad de hacer esto, pero ciertamente el peso político de la UNAM en el país es impresionante. Veamos nada más: el proceso de sucesión ocupa los principales espacios de los medios informativos. Ninguna otra universidad en el país, ni siquiera el IPN que es muy importante, se acerca siquiera a lo que ocurre aquí”.
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Calderón, el crítico de la UNAM
Cuando fue diputado por primera ocasión, Felipe Calderón fue un severo crítico de la UNAM, de sus sistemas de acceso –es “sólo para los del pase automático de la Ciudad de México” y no para los que tengan mejor promedio--; de su reglamento de cuotas –“pagan lo mismo el joven mal nutrido y mal formado que el junior que llega a la Universidad”--, y de la mala calidad académica de muchos de sus egresados –“abogados que no saben defender al pueblo”; “ingenieros cuyos edificios y puentes se caen”; “médicos que dejan lesiones irreversibles en sus pacientes”.En la sesión plenaria de la Cámara de Diputados del 16 de junio de 1992 –Carlos Salinas de Gortari ya en la Presidencia de la República-- se discutía el tema de la UNAM, de la necesidad de crear un proyecto para transformarla de fondo y modificar su reglamento de cuotas.El entonces diputado panista Calderón Hinojosa, en tribuna, exhibía su resentimiento hacia la UNAM y la educación pública superior:“Recibí, desde una preparatoria incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México, una beca de la Universidad Nacional; la recibí porque ciertamente no teníamos en mi casa el dinero suficiente para pagar la cuota o la colegiatura de esa preparatoria, ese bachillerato donde yo estudiaba. Y la recibí además y estuve con la ilusión de ir a la Universidad Nacional porque había aprendido mucho de ella desde lejos, porque la había aprendido a leer, a escuchar, en las narraciones de mexicanos, mucho más valiosos que muchos que se autoproclaman defensores de la Universidad.“Porque escuché de sus palabras las luchas por la autonomía universitaria, porque supe de la lucha de Gómez Morín en la rectoría, porque supe de la actitud del gobierno despótico de (Lázaro) Cárdenas, que le cortó el subsidio a la Universidad Nacional porque representaba un foco de discrepancia, de pensamiento y de crítica. Y supe de la lucha de Gómez Morín por renunciar él mismo a su sueldo; supe de la generosidad de los universitarios por dar aportaciones mayores a las que se estipulaban, la de los maestros, la de las cooperaciones de la sociedad, por rescatar la autonomía financiera de la Universidad”.Más adelante, expuso su encono:“Y cuando quise presentarme en la Universidad Nacional a estudiar la carrera de derecho, rechazado además en la Universidad Michoacana, que no reconocía los estudios de esta preparatoria por el crimen contra la patria de no ser estatal, sino particular. Y cuando quise inscribirme en la Facultad de Derecho en la Universidad, se me negó el acceso; se me negó el acceso con el argumento, entre otros, de que la Universidad no era nacional, sino que era para los del pase automático de la Ciudad de México, con el argumento de que no importaba el promedio que se tuviera, aun en una escuela incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México, porque lo que importaba era eso: que pasaran los que ya estaban antes. Ciertamente no todo mundo tiene las mismas oportunidades”.Prosiguió: “Fui a otro centro educativo, sí, privado (la Escuela Libre de Derecho), donde paradójicamente se paga mucho menos o se paga más o menos igual que en algunas universidades públicas, por la sencilla razón de que sus maestros no cobran salario.“Lo que se está financiando de gratuidad a los alumnos de altos ingresos en la Universidad, que no lo necesitan los de altos ingresos, son a los que van enfocados una modificación al Reglamento de Cuotas o de Pagos; lo que se les está dando gratuitamente a ellos se les está quitando a muchos mexicanos hundidos en la miseria, que son precisamente los alumnos universitarios del futuro, quienes no podrán aprender por las deficiencias orgánicas y estructurales, como bien se dice, de los estudios universitarios”.Finalmente lanzó sombríos augurios: “Y lo que está pagando la Universidad a abogados que no saben defender al pueblo, a ingenieros cuyos drenajes, cuyo edificios y puentes se caen; lo que está pagando a médicos que dejan lesiones irreversibles en sus pacientes en las instituciones públicas y privadas; lo que está pagando la Universidad a muchos aspirantes a economistas, a sociólogos, a abogados que sólo aspiran a conectarse a una política que ha que cambiar de raíz; lo que está pagando la Universidad a muchos de ellos que pudieron haber pagado sus recursos, se lo están quitando a un pueblo miserable”.

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