jueves, enero 31, 2008

Rescate bancario al estilo uribista

Okrim Al Qasal
Jueves, 31 de Ene de 2008. 9:33 am

Desde que las relaciones entre Colombia y Venezuela se tensaron, Globovisión, El Nacional y otros medios “nacionales” han tomado una línea editorial que, vaciada de sutilezas, se reduce básicamente a: “¡Ay! (suspiro) Si tan sólo tuviéramos a un presidente tan chévere como Álvaro Uribe”.

Ayer, durante la crisis de rehenes en un banco en Altagracia de Orituco, pudimos ver el excelente trabajo de las fuerzas de seguridad venezolanas, comandadas por el ministro de Interior y Justicia Ramón Rodríguez Chacín. El resultado: todos los rehenes liberados, sin heridos, ningún muerto, todos los secuestradores capturados. Un final feliz muy alejado de los mezquinos deseos de estos medios, mal disimulados durante todo el día de ayer.

Podemos imaginarnos, para poner un poco a cada uno en su sitio y cotejar ambos gobiernos, venezolano y colombiano, cómo habría sido manejada la situación de ayer desde un punto de vista tan “chévere” y “humanista” como el del uribismo.

a) Primero, el gobierno de Uribe se habría negado de plano a negociar con delincuentes, aunque estos tuvieran rehenes y amenazaran con matarlos, como fue el caso aquí. “Con terroristas no se negocia” habría tronado Uribe ante la prensa, con gritos de “bravo” y “Álvaro, Álvaro” de fondo.

b) Tomada esta varonil y populista decisión, el gobierno neogranadino habría vacilado entonces entre dos posibles caminos: uno, habría dejado que los rehenes murieran de hambre o fueran ejecutados; dos, habría ordenado un rescate a sangre y fuego.

c) Si los secuestradores hubieran pedido una ambulancia para salir del banco y liberar a la mayoría de personas, como fue el caso en Venezuela, la respuesta habría sido un rotundo “no”, disimulado con otro ofrecimiento: una “ambulancia de encuentro” (sin gasolina... ni cauchos), donde se sentarían secuestradores y fuerzas del Estado para entablar una negociación “sin condiciones”.

d) Si los secuestradores rechazaran este ofrecimiento "condicionado pero sin condiciones", se dejaría a los rehenes a su suerte. Si los secuestradores quieren alimentarlos, bien; si no, bien también. Si los secuestradores los ejecutan, mala suerte. Esta situación podría alargarse hasta los diez años y más allá, sin que el gobierno colombiano variase su postura.

e) De llegarse a algún tipo de acuerdo humanitario entre secuestradores y un tercer actor, por ejemplo un gobierno extranjero, en el preciso momento de producirse algunas liberaciones, el presidente Uribe se desplazaría hasta el lugar y daría una improvisada rueda de prensa donde anunciaría que los secuestradores mienten, porque no tienen 31 rehenes si no 30, y que uno de los malandros no es hijo del que cree su padre, según unas investigaciones llevadas adelante por el DAS, que deben cotejar con muestras de ADN. La liberación quedaría entonces aplazada.

f) Eventualmente, la presión familiar y hasta cierto punto mediática, llevaría al gobierno uribista a desesperarse y tomar una medida drástica: el rescate a sangre y fuego. Un equipo de élite formado por 15 estadounidenses, 4 agentes del Mossad y un campesino colombiano al que, desempleado y desplazado, no le quedó más remedio que meterse al ejército, irrumpirían en la sede bancaria, disparando en todas direcciones sin discriminar.

g) El resultado serían 27 personas muertas de los que estaban en el banco. Del equipo de élite, sólo el soldado colombiano causaría baja, por "fuego amigo". Únicamente tres rehenes sobrevivirían a la balacera.

h) Ante la confusión generada por la violenta irrupción, y la imposibilidad de las autoridades de discernir quién era secuestrador y quién secuestrado, el equipo de élite pondría armas en las manos de los secuestrados fallecidos, aseverando a continuación que se trataba de secuestradores y no de rehenes. El nuevo informe de inteligencia revelaría que en el banco había en realidad 27 secuestradores y sólo 3 secuestrados.

i) Si alguno de los escasos rehenes supervivientes rechazara esta absurda hipótesis oficial, moriría misteriosamente en un “ajuste de cuentas motivado por drogas” mientras se dirigía a su trabajo a la mañana siguiente, antes de poder declarar en un juicio.

j) Si alguno de los familiares de los secuestrados fallecidos protestara, correría parecida suerte.

k) Si alguno de los vecinos de alguno de los familiares dijera algo que contradijera la versión oficial, se uniría a ese destino “fortuito”.

l) etc.

m) Uribe daría entonces una efectista rueda de prensa en la que aseguraría que el operativo había sido “un éxito de la Seguridad Democrática” y dicha apreciación sería secundada por casi todos los medios de comunicación de Colombia, Venezuela, España, México, Estados Unidos y resto del mundo.

Sinceramente, echo de menos los tiempos en los que los medios de comunicación venezolanos, para "demostrar" que Chávez "no sirve", se dedicaban a ensalzar a un incapaz corrupto e inculto como Manuel Rosales, en lugar de a un mafioso, venenoso, manipulador, paracodependiente y guerrerista como Álvaro Uribe Vélez.

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