viernes, febrero 29, 2008

24 de febrero (Día de la Bandera)

Ricardo Andrade Jardí

Mientras afloran los miedos de la usurpación, la pequeña ciudad de Iguala es sitiada por un cerco militar para que ni las moscas se le acerquen al usurpador Fecal, incapaz de articular un discurso medianamente creíble, de la celebración del Día de la Bandera, en voz del español e inconstitucional secretario de Gobernación del desgobierno de la usurpación telecrática, en tanto cientos de miles de personas, a partir de ese mismo día 24 de febrero, ya histórico, se movilizan por todo el país con la clara convicción de defender lo que por derecho nos pertenece, ni siquiera un cerco paramilitar alrededor de Fecal podrá detener la convicción mayoritaria de que México no está en venta, de que el petróleo es nuestro y ni siquiera los intentos fascistas de su reforma judicial podrán encrespar a un pueblo dispuesto a re-nacionalizar cuantas veces se pretenda vender lo que nos pertenece a todos, lo que no debe ni puede ser vendido, no hay justificación para que la rapaz usura estilo FOBAPROA tenga participación en una empresa que ni 25 años de tecnocracia han podido quebrar, menos ahora que el mercado mundial eleva los costos del producto a niveles inimaginables. PEMEX es y sigue siendo la paraestatal más rentable del continente, en PEMEX y en la generación de nuevas formas de energía menos contaminantes que los hidrocarburos, está el único futuro posible para transitar a un sistema menos cruel e injusto que el que hoy se nos impone.

Abrir nuestra industria estratégica al capital privado nacional o extranjero, en un país donde los que usurpan el poder se han adiestrado no para gobernar sino para administrar los intereses de la trasnacional “Democracia Corporation S.A.”, es lo mismo que renunciar a nuestra soberanía, a nuestra independencia. Somos una nación que nos hemos permitido, a cambio de nuestro enajenado confort, ser explotados por las más cretinas trasnacionales, que incluso han impulsado toda una reforma laboral que les permita tener una mano de obra aún más barata y condiciones de ganancia que no ofrece casi ningún otro país del mundo. En México, el sistema garantiza a todo inversionista el mejor de los negocios, 100% de ganancia y cero pérdidas, las que siempre serán socializadas, es decir, que si la inversión no funciona es el dinero público el que garantiza la devolución de las posibles pérdidas del inversionista privado, pero si en cambio el negocio opera, la ganancia será absoluta para el privado inversionista, con todo y la exención de impuestos, los que por supuesto serán asumidos por el estado y pagados por los ciudadanos, que no tengan medios de producción, claro está.

Pero también es claro que toda decadencia encuentra fondo y en México las condiciones han llegado al límite, son dos imaginarios los que ahora se enfrentan, el de los tecnócratas que defienden la economía de mercado como verdad absoluta y sus compinches confortados y la de los millones que ya no tienen nada… nada que perder, ni nada para sobrevivir en la rapiña capitalista que alimenta insaciablemente la decadencia del sistema, pero en cambio el tránsito de la confortante pasividad hacia la incierta acción es la diferencia cualitativa, entre esa, nada que perder y ese todo que ganar. Así parece ser que los sindicatos y las centrales obreras y campesinas, en otrora corporativos del gobierno, lo han entendido y cierran filas junto al movimiento de resistencia civil en defensa del petróleo y de México; la necedad tecnócrata está apostando a la violencia, de ahí que proponga leyes para castigar la protesta y la disidencia social y no leyes para castigar realmente la corrupción o la impunidad, baste de ejemplo el hecho de que senadores sacaran de la mentada ley GESTAPO la posibilidad de investigar el lavado de dinero o el secreto bancario, mientras le abren las puertas de nuestros íntimos núcleos familiares a las corruptas policías mexicanas, al rumor y al chisme de vecindad como certezas jurídicas de la presunción del delito… En fin, si la usurpación telecrática sigue su rumbo de querer entregar nuestra soberanía a los intereses económicos de la usura y la especulación del mercado global, debemos estar preparados, pues los tiempos realmente difíciles apenas están por llegar… el costo puede ser muy elevado, pero la razón histórica como siempre se suma a la defensa de México y de su soberanía nacional, frente al rapaz saqueo de las mediocres y apátridas oligarquías urgidas por vender, a intereses extranjeros, lo que el salinismo no tuvo tiempo de robar.

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