lunes, febrero 11, 2008

Italia: Nuevas eleciones con la misma ley

Franco Marini
Foto: archivo

Roma, 11 de febrero (apro).- Italia volverá a las urnas: realizará elecciones los días 13 y 14 del próximo mes de abril. Tal es el corolario no sólo de la caída del gobierno de centro izquierda encabezado por Romano Prodi, sino de las fallidas gestiones del presidente del Senado, Franco Marini quien, después de cinco días de consultas, no logró formar una mayoría capaz de dar vida a un nuevo gobierno cuyo único objetivo, como había advertido el jefe de Estado Giorgio Napolitano al confiarle el encargo, era reformar la actual ley electoral. La tarea de Marini no era fácil, pero él mismo se encargó de hacerla más difícil: declaró que formaría un nuevo gobierno sólo a condición de que pudiera constituir una “amplia mayoría”, lo que ni los más optimistas consideraban que podría ocurrir. “Existe la voluntad, pero no una significativa mayoría que apoye una precisa hipótesis de reforma electoral”, dijo Marini después de anunciar al presidente de la República el resultado de sus gestiones. El fracaso del presidente del Senado en realidad no sorprendió a nadie. Desde el inicio de la crisis del gobierno Prodi la mayoría de los líderes del centro derecha rechazaron la hipótesis del llamado gobierno de transición e inmediatamente hicieron saber que pedirían al presidente Napolitano, como puntualmente lo hicieron, disolver el Parlamento y llamar a elecciones anticipadas. “Confirmamos al presidente Marini lo que habíamos ya expuesto al jefe del Estado: que estamos convencidos de que la mejor manera para afrontar los graves problemas del país es dar a Italia un gobierno legitimado por el voto popular”, afirmó Silvio Berlusconi, líder de Forza Italia y de la coalición de centro derecha Casa de la Libertad (CDL), al termino de su encuentro con el presidente del Senado. Igualmente claro fue Gianfranco Fini, secretario de Alianza Nacional (AN), el segundo partido de esta coalición: “Además de que no existen las condiciones para formar un gobierno que modifique la ley electoral, un gobierno de este tipo no está siquiera previsto por la Constitución”. Los miembros del partido secesionista de la Liga Norte, la tercera fuerza del centro derecha, optaron por no presentarse a la cita con Marini para así reforzar su petición de elecciones anticipadas. La rígida posición asumida por Berlusconi y el resto de los dirigentes de derecha fue duramente cuestionada por la centro-izquierda. “Con la experiencia que acaba de vivir el país es una irresponsabilidad ir nuevamente al voto con esta ley electoral”, afirmó Walter Veltroni, líder del Partido Democrático, que agrupa a varias fuerzas de izquierda. En el mismo sentido se pronunció Franco Giordano, secretario de Refundación Comunista, quien aludió a las contradicciones presentes en esta ley y en la caída misma del gobierno Prodi: dadas las características del actual mecanismo electoral, el partido democristiano Unión Democráticos por Europa (UDEUR), con sólo el 1.5% de las preferencias, terminó por sentenciar a muerte a este gobierno justo en el momento en el que dos de sus tres senadores le negaron el voto de confianza. Alarmada por la inestabilidad política que genera esta ley electoral --reflejo de ello es que el gobierno Prodi duró sólo 20 meses--, la sociedad civil (sindicatos, sector patronal, constitucionalistas e intelectuales en general) también tomó cartas en el asunto. Lanzó un fuerte llamado a la “responsabilidad”. Un documento titulado Manifiesto para la gobernabilidad, firmado por diez de las más importantes organizaciones patronales, expuso:“La petición de ir inmediatamente a votar es legítima y comprensible y justo es así mismo que ahora la palabra pase a la ciudadanía. El problema, sin embargo, es que sin preferencias y con listas preconfeccionadas, las opciones de los electores seguirán siendo controladas por las secretarías de los partidos, esto es, se reproducirán alianzas no sólo inconsistentes, sino prontas a romperse a causa de los intereses egoístas de tantos micropartidos”.
“Una porquería”
Creada por el diputado Roberto Calderoli, la actual ley electoral, que su mismo autor definió “una porquería”, entró en vigor en el 2006, con los comicios celebrados en ese año. La inestabilidad política que provocó se debió fundamentalmente al exagerado número de partidos presentes en las dos coaliciones, a los fuertes contrastes ideológicos que esto trajo consigo y al enorme peso que asumieron los pequeños partidos, capaces tanto de hacer caer un gobierno, como sucedió con el de Prodi, como de ejercer un permanente “chantaje” para obtener beneficios en el ámbito gubernamental. El politólogo Michele Próspero, profesor de la Facultad de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Roma, explicó a Apro las características del sistema electoral italiano. Prevé, dijo, dos mecanismos, uno para el Senado y otro para la Cámara baja. En esta última, precisó, la ley otorga una compensación de 55% de los escaños a la alianza que obtenga la mayoría de votos a escala nacional, “es decir, es suficiente tener un voto más para adjudicarse el premio”. La coalición que obtiene el mayor número de votos en el Colegio Nacional, que reagrupa a todas las regiones, es la que se adjudica la ventaja.Esto induce lógicamente a la agregación de partidos en una misma alianza, porque lo importante es ganar aunque sea por un solo voto. El resultado de esta ecuación es que “todas las coaliciones, al dejar un lado la identidad y la coherencia política, porque lo que interesa es el premio, terminan por perder la homogeneidad y la posibilidad de crear y respetar un programa común”. En el Senado, puntualizó Michele Prospero, el premio se reparte no sobre la base de un conteo nacional, sino según un criterio de repartición regional. Esto, señaló, provoca que en esta Cámara difícilmente se cuente con un mayoría, o bien que surjan problemas como los que afrontó esta Legislatura:“La izquierda, que se adjudicó 250 mil votos menos en el Senado a escala nacional, obtuvo la mayoría sólo gracias a que el conteo de votos fue regional”. No es por lo tanto difícil, subrayó el profesor, que con esta ley puedan darse dos mayorías: una nacional en la Cámara de Diputados y otra regional en el Senado. No menos delicado, consideró el experto, es que las coaliciones puedan ganar con un solo voto y que gracias a éste puedan obtener el premio de mayoría.Esto plantea un problema, que “los partidos pequeños se opongan permanentemente a una reforma de la ley electoral porque, como sucedió en esta Legislatura, terminan por ser determinantes para la sobrevivencia o muerte de un gobierno. El UDEUR, que con su 1.5% ni siquiera hubiera tenido derecho a estar presente en el Parlamento, hizo caer al gobierno Prodi”.El politólogo señala otro problema de esta ley: suscita dudas de inconstitucionalidad.Explicó:“La Corte constitucional ha dicho que el premio de mayoría menoscaba el principio de igualdad al no establecer un límite mínimo para acceder a este premio, el cual puede ser adjudicado tanto con 40 como con 20% de los votos”.
La urgencia de Berlusconi
A Berlusconi le urge que existan nuevas elecciones. Está plenamente convencido que la victoria está en sus manos. Las encuestas parecen darle la razón. Por ejemplo, un sondeo difundido por el diario La Repubblica señala que si las elecciones se realizaran en este momento, la coalición de centro derecha obtendría 55.7% de los votos contra 44 o 46% de la coalicón de centro-izquierda. Como el tiempo podría modificar estas previsiones, Berlusconi renunció rápidamente a la reforma electoral, que hasta hace una semanas negociaba con Walter Veltroni, el líder del Partido Democrático (PD), e inició de inmediato su campaña política. Su nueva estrategia no parece errada. Politólogos y personalidades del centro-izquierda sostienen que el margen que hoy separa a las dos grandes coaliciones se hubiera reducido sustancialmente con el eventual aplazamiento de las elecciones, pues esto hubiera permitido al electorado “evaluar mejor las impopulares medidas que Prodi tuvo que adoptar para sanar la desastrosas cuentas públicas que le dejó Berlusconi”. Apenas cayó Prodi, Gianfranco Fini y Pierferdinando Casini, líderes de Alianza Nacional y de la Unión Democrática del Centro, que hasta hace poco manifestaban su desacuerdo con que Berlusconi debía ser el único e indiscutible líder de la coalición de centro-derecha, modificaron drásticamente su posición y de inmediato volvieron al “redil”.Reconocieron nuevamente la autoridad de Berlusconi, quien, a los 71 años, se presentará por cuarta ocasión como candidato a la jefatura de gobierno. Umberto Bossi, líder del cuarto gran partido de la alianza, la Liga Norte, nunca puso en tela de juicio el liderazgo de Berlusconi. En estas elecciones la Casa de la Libertad (CDL) se presentará, sin embargo, reforzada. A los cuatro partidos que forman su columna vertebral (entre ellos Forza Italia) se han unido diez pequeñas formaciones y el UDEUR podría ser la décima primera:“El partido guiado por el senador Clemente Mastella (líder del UDEUR) será bienvenido en nuestra coalición”, señaló un comunicado de Forza Italia. ¿Cuánto y cómo podrá afectar esta fragmentación al eventual gobierno Berlusconi? Según Roberto Maroni, miembro de la Liga Norte, “la victoria electoral de la CDL será tan amplia que el Cavaliere (como llaman a Berlusconi) gobernará sin ningún problema interno”.Esto significa que los “cuatro grandes” de la coalición están seguros de poder reunir los votos suficientes como para prescindir del apoyo de sus partidos “satélite”, los cuales, de esta manera, serán sólo eso: simples satélites. Las urnas, sin embargo, tendrán que confirmar este optimista diagnóstico.Pero ¿qué pasaría si el margen de la victoria de la CDL o bien del centro-izquierda resultan tan reducidos como en las pasadas elecciones?Esta hipótesis parece no desecharla el líder del PD, Walter Veltroni, quien anunció que su partido, para evitar las discrepancias ideológico-políticas que hicieron caer el gobierno Prodi, se presentará solo, sin aliados, a estas elecciones. Con una ley electoral que exige la agregación del mayor número de partidos (para obtener la victoria y con ello el premio de mayoría), se ve muy difícil que el PD pueda acumular más votos que la “abarrotada” Casa de la Libertad. Refundación Comunista, comunistas italianos, verdes y radicales, aliados naturales del PD, insisten en formar una nueva coalición de centro- izquierda, pues correr cada uno por su lado sería, afirman, no sólo un regalo a Berlusconi, sino “un auténtico suicidio”.

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