lunes, marzo 24, 2008

Las grandes petroleras acecho



Nunca como ahora las trasnacionales petroleras habían coincidido con tanta exactitud con los gobiernos estadunidense y mexicano en sus esfuerzos para lograr la total apertura de Pemex al capital extranjero. Gigantes energéticos como Exxon Mobil –la compañía más importante de Estados Unidos en su tipo–, Transocean Inc, BPLC, Royal Dutch Shell PLC, Chevron/Texaco, Devon y Anadarko Petroleum, entre las de mayor peso, anunciaron ya que cuentan con miles de millones de dólares para desarrollar proyectos de exploración y explotación de yacimientos petroleros en aguas profundas de numerosos países, incluido México, que tras 70 años de haber decretado la nacionalización de la industria petrolera, se halla a unos cuantos pasos de perder su soberanía en materia de explotación y usufructo del energético.WASHINGTON.- “Pemex requiere urgentemente de capital privado (nacional o extranjero) para modernizar y fortalecer su capacidad de producción, exploración, explotación y exportación”, dice el reporte titulado La industria petrolera: Fusiones, cambios estructurales y el combate a los monopolios, de la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FTC).El informe de 303 páginas, donde fácilmente se reconocen las posiciones del gobierno mexicano actual sobre la necesidad de abrir más ampliamente Petróleos Mexicanos, fue presentado desde agosto de 2004 por el Departamento de Economía de la FTC, dependencia que se encarga de vigilar toda clase de transacciones de las empresas estadunidenses en su país y en el extranjero. En el documento se aborda el tema desde un punto de vista casi empresarial, con interés de invertir en México:“Desde la década de los noventa las únicas industrias petroleras que han tenido éxito son las que permitieron la privatización y no limitaron este ingrediente esencial a las actividades de exploración y producción de petróleo crudo… Las que siguen aferradas al nacionalismo están enfrentado una caída notable en su capacidad de producción energética y una contracción en sus reservas petroleras”, destaca el informe de la FTC en los capítulos sobre privatización que hacen referencia a la paraestatal mexicana.Otra investigación, realizada por el Consejo Estratégico de Energía Global de la misma FTC –Las actuales implicaciones de la situación energética en el mundo para los proveedores de energía de Estados Unidos, publicado el 12 de abril de 2007–, apunta que las empresas petroleras de México, Venezuela y varias naciones del Medio Oriente, que tienden a privilegiar políticas nacionalistas por encima de las necesidades de inversión, “corren el riesgo de convertirse en obstáculos” para las investigaciones y el desarrollo de mejores proyectos de producción y aprovechamiento de energéticos.El reporte incluye una advertencia para industrias “nacionalistas” como Pemex: “Hay que tomar en cuenta un hecho inminente que depara el futuro. La demanda de energía en China eliminará el superávit que ahora existe en la capacidad mundial de la industria de la refinación de petróleo. Los países o industrias que no se modernicen sufrirán las costosas consecuencias por no haberse actualizado para enfrentar esta perspectiva global.”Un cuadro estadístico, que acompaña al reporte del Departamento de Economía de la FTC, muestra el deterioro de las reservas petroleras de México entre 1990 y 2002:“En 1990 Pemex contaba con una reserva petrolera de 51 mil 298 millones de barriles, o sea 5.1% de la reserva mundial. En 1995 la reserva mexicana bajó a 48 mil 796 millones de barriles, o 4.8% de la reserva mundial; en 2000 se desplomó a 28 mil 260 millones de barriles, o 2.7% de la reservas globales, y en 2002 las reservas petroleras de Pemex fueron de 17 mil 196 millones de barriles de crudo, que equivalían a 1.4% de la reserva del planeta.”Las dos investigaciones sobre las alternativas que tiene Pemex para no quedarse atorada en la problemática petrolera mundial, que la FTC facilitó a Proceso, coinciden con las advertencias indirectas que han lanzado empresas petroleras estadunidenses para que el gobierno de Felipe Calderón las tome en cuenta en sus planes de “hacer acompañar” a Pemex de capital privado y extranjero, como dijo el director de la paraestatal, Jesús Reyes Heroles, en el 70 aniversario de la expropiación petrolera.Por mencionar un caso, Exxon Mobil, la empresa energética más importante de Estados Unidos, anunció a principios de este mes que invertirá 125 mil millones de dólares para la exploración de mantos petroleros y de gas natural “en países políticamente estables y que no se oponen a la privatización de su sector o sectores energéticos”. Los “países políticamente estables” que menciona Exxon Mobil en los planes que publica en su página de internet son Alemania, Nueva Zelanda y Groenlandia.
Sed de petróleo
La nueva modalidad que las empresas petroleras o energéticas de Estados Unidos y de Europa promueven a todo vapor para enfrentar la acelerada caída en la producción petrolera mundial es la extracción de petróleo y gas natural en aguas profundas.Este tipo de producción implica el uso de tecnología y equipo que, a decir del gobierno mexicano, una empresa como Pemex no podría costear sin la participación de capital privado nacional o extranjero. El tema forma parte del debate sobre la reforma energética que la administración de Felipe Calderón y el Partido Acción Nacional impulsan actualmente en el Congreso de la Unión. Esta posibilidad de apertura a la inversión extranjera atrajo la atención de empresas como Transocean Inc., compañía estadunidense fundada en 1919 en Louisiana, que ya extrae petróleo de aguas profundas en el Golfo de México y en las costas cercanas a Nueva Orleáns.Con 140 unidades móviles de perforación, ocho equipos de exploración y perforación de alta mar, la grúa más grande del mundo (equipada con 68 unidades de perforación) y una flota de 68 naves perforadoras con equipo semisumergible, Transocean es la mayor empresa de perforación marina en el mundo y afirma que cuenta con la tecnología necesaria para perforar mantos petrolíferos en aguas profundas de México, Mauritania y Malasia.Tiene sus oficinas centrales en Houston, Texas, emplea a 20 mil personas en varios países y cuenta con clientes en Canadá, Brasil, Gran Bretaña, Noruega, Arabia Saudita, India y Australia, además de otros países de Asia y África.Frente a las posibilidades de “acompañamiento” o “asociación” anunciadas por la dirección de Pemex para eventualmente abrir la exploración y explotación de recursos petroleros en aguas profundas, Transocean informa en su página de internet que cuenta con equipo y tecnología de perforación en aguas profundas con un alcance de 3.2 kilómetros, es decir, el que requiere México para esa modalidad de extracción. A raíz de la promoción que está haciendo Transocean, y luego de que Exxon Mobil diera a conocer el monto de su presupuesto para inversiones en “países políticamente estables”, otras trasnacionales, como BPLC, Royal Dutch Shell PLC, Chevron/Texaco, Devon y Anadarko Petroleum, anunciaron que también cuentan con miles de millones de dólares para desarrollar proyectos de exploración y explotación de yacimientos petroleros en aguas profundas. De hecho varias de estas empresas, como Devon y Anadarko Petroleum, ya perforan mantos petrolíferos en aguas de Brasil, Nigeria y Angola, y al igual que Transocean ambas trasnacionales aseguran tener la capacidad económica y tecnológica para explorar en las costas del sur de China, India, Paquistán, Mauritania, Egipto, Malasia y México.Además, Exxon Mobil y Transocean, entre otras empresas estadunidenses, trabajan actualmente en la extracción de petróleo en aguas profundas de África Occidental. La producción actual con este método de explotación de mantos petrolíferos es de 2 millones de barriles de crudo diarios, y según las trasnacionales existe la posibilidad de alcanzar 10 millones de barriles al día para el año 2015. Calculan también que abrir un pozo petrolero de aguas profundas le costará a México de 50 a 100 millones de dólares.
Interés crucial
El reporte elaborado por el Departamento de Economía de la FTC destaca un hecho que el gobierno de Felipe Calderón debe considerar en sus planes de inyectar capital privado en Pemex: “La mitad de los 274 mil 200 barriles de petróleo refinado que Pemex produce al año, se debe a la asociación de 50-50 que tiene con Shell”. Además, ejemplifica lo que un país puede lograr si permite la participación de capital privado en el sector energético:“La asociación entre Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y Citgo (con sus filiales) da como resultado una refinación anual de mil millones 158 mil 533 barriles de petróleo y reditúa ganancias calculadas en unos 49 mil 900 millones de dólares”, indica el reporte La industria petrolera; fusiones, cambios estructurales y el combate a los monopolios. El mismo documento hace hincapié en otro problema al que se enfrenta la paraestatal mexicana dentro de su limitada apertura a la inversión extranjera: “Por tener el control de 50% de la refinación de petróleo mexicano, los intereses de Shell en Pemex le permiten controlar el precio y tomar las decisiones de la producción del petróleo ya refinado. Pemex, además, no es dueña de ningún otro activo de refinación en Estados Unidos y por ello no tiene ningún papel significativo en la venta de la producción del petróleo refinado mexicano.”Con base en datos de Pemex sobre su capacidad de producción (que en 2004 era de 3.4 millones de barriles diarios y actualmente es de 2.8 millones), las trasnacionales prevén que si la paraestatal no se moderniza y abre las puertas al capital privado para diversificar sus métodos de exploración y explotación de crudo, para 2015 México dejará de exportar energéticos y se convertirá en importador neto.Al respecto, el reporte del Departamento de Economía de la FTC señala que “con una privatización extensa, muchas entidades paraestales podrían ser más exitosas, abriendo sin límites sus fronteras a todo tipo de actividades relacionadas con el aprovechamiento de sus recursos petroleros”.El documento del Consejo Estratégico en Energía Global de esta misma dependencia, ya mencionado, llega a conclusiones más políticas: resalta que si países petroleros que no pertenecen a la Organización de Países Exportadores de Petróleo –como es el caso de México– permitieran un mayor acceso al capital privado, “resurgirían como proveedores de petróleo seguro” para los intereses energéticos estadunidenses.“La neoglobalización requiere de una nueva arquitectura petrolera y existe un número importante de esfuerzos multilaterales que se llevan a cabo con este propósito”, enfatiza el informe de 20 páginas del Consejo Estratégico de la FTC.Los dos reportes de la FTC subrayan que si Pemex se abre al capital extranjero ofrecerá a Estados Unidos la posibilidad de atenuar su dependencia de las importaciones petroleras del Medio Oriente.“Las respuestas de los mercados parecen por ahora ser la mejor opción, porque los programas que se han realizado para lograr una independencia energética (de Estados Unidos) lo único que han dado como resultado es un gasto de 50 mil millones de dólares durante los últimos 10 años”, dice el reporte elaborado por el Consejo Estratégico en Energía Global de la FTC.Esos miles de millones desperdiciados son los que han gastado el gobierno y el Congreso de Estados Unidos para impulsar legislaciones que no se han aprobado o aplicado, instalar laboratorios y centros de investigación energética, y desarrollar programas de discusión y análisis sobre el impuesto energético y la búsqueda de fuentes alternas de energía sin la participación del sector privado.“La energía es el asunto de mayor importancia para la seguridad nacional de Estados Unidos y su importancia supera cualquier interés político bipartidista. (…) Es prioridad nacional seguir apoyando los esfuerzos de inversión de las empresas privadas del país en proyectos petroleros y de gas natural en el extranjero. Hay países donde este objetivo debe ser crucial; México, Rusia y Venezuela son apenas un ejemplo de esta necesidad”, consigna el reporte del Consejo Estratégico.

Propuesta oficial a cuentagotas

Aun cuando ya tiene definido que uno de los pilares de su reforma energética es la asociación con empresas extranjeras –previos cambios a la Constitución y a las leyes secundarias, para que puedan participar abiertamente en áreas reservadas de la industria petrolera nacional–, el gobierno de Felipe Calderón no acierta a comunicar su propuesta. No logra convencer ni con videos promocionales, que edita reiteradamente para no suscitar el rechazo público ni con camuflajes discursivos, que infructuosamente pretenden ocultar la verdadera intención de abrir la industria a las poderosas trasnacionales del petróleo.Le tocó a Jesús Reyes Heroles González Garza, director general de Petróleos Mexicanos, dar un pasito más en el camino elegido por el gobierno para dar a conocer, a cuentagotas, detalles de su propuesta de reforma energética.El martes 18, en el marco de la ceremonia del 70 aniversario de la expropiación petrolera, el funcionario advirtió que para la modernización de la paraestatal y el repunte de la industria petrolera nacional “el trabajo interno no es suficiente”. Por ello, dijo, urge permitir que Pemex “pueda hacerse acompañar de otras empresas al desarrollar diversas actividades propias de su giro, sin afectar la propiedad de la nación sobre sus recursos, la soberanía energética o la rectoría del Estado sobre el sector”. Abogó por lo que veladamente ha planteado el gobierno desde el principio: “No es razonable ni eficiente que el marco institucional exija que Petróleos Mexicanos realice solo, por sí mismo, prácticamente todas sus operaciones críticas (exploración y producción de hidrocarburos, refinación, procesamiento de gas, transporte, almacenamiento y distribución de petrolíferos), sin flexibilidad para apoyarse en otras empresas, nacionales o extranjeras”.Subrayó: “Este impedimento es particularmente costoso en refinación y aguas profundas”.Para justificar la necesidad de modificar la Constitución y las leyes secundarias, Reyes Heroles reseñó las debilidades de la paraestatal. Dijo, por ejemplo, que desde hace 10 años Pemex opera con márgenes cada vez más estrechos: “No se ha construido una refinería desde 1979; en Refinación y Petroquímica la capacidad de almacenamiento limita cada vez más su operación eficiente; en general, la infraestructura de ductos se ha expandido con gran lentitud”.También, que “se han acumulado rezagos de mantenimiento, que se estima requieren más de 30 mil millones de pesos y cuando menos tres años para remontarlos. En algunas plazas la autonomía de las terminales de abastecimiento y reparto (TAR) es inferior a la mínima recomendable. La flota para transporte de cabotaje de petrolíferos, en especial en el océano Pacífico, está muy mermada; la flotilla de las pipas para transporte terrestre tiene una edad promedio de más de 10 años, por lo que requiere su renovación acelerada”. Además, “la incursión en aguas profundas es incipiente y tardía, lo que representa una de las mayores debilidades para garantizar el futuro del suministro de la producción de hidrocarburos en el país”.Más: “La formación de cuadros profesionales de primer nivel para la visualización y conceptualización de nuevos proyectos de inversión es insuficiente. La capacidad de Pemex para absorber conocimiento, adaptar y asimilar nuevas tecnologías es limitada. El Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), brazo tecnológico de Pemex, ha perdido influencia y sus aportaciones para la operación cotidiana han disminuido”.Todo ello, dijo Reyes Heroles, explica en buena medida el estancamiento de la producción de hidrocarburos desde 2004 y de petrolíferos desde 1992, así como las pérdidas de Pemex Refinación y Pemex Petroquímica, y las restricciones para la expansión de Pemex Gas y Petroquímica Básica. Quedó claro, pues: hay que modificar las leyes para que Pemex pueda modernizarse, y esto no se logrará del todo si no se permite que entren las empresas, nacionales y foráneas, a toda la cadena productiva de los hidrocarburos del país.Pero Reyes Heroles también subraya la necesidad de mejorar el gobierno corporativo de la paraestatal y darle mayor autonomía de gestión, sin que pierda su estatus de empresa pública, de control estatal; mayor control y fiscalización para evitar actos de corrupción; aplicar a Pemex un régimen tributario y presupuestario que le permita conservar más recursos propios.Y, sin duda, una de las propuestas que será también muy polémica es la de “procurar que se dé una mayor vigilancia del desempeño de Pemex por parte del mercado de valores, sin colocar acciones, parte de su capital o conceder derechos corporativos”. Todo ello, dijo Reyes Heroles, es parte del esfuerzo por “encontrar la solución mexicana para la problemática actual de la empresa petrolera nacional”.
Con el tiempo encima
Dicha solución mexicana que pretende el gobierno de Felipe Calderón empezó a perfilarse desde noviembre de 2006, cuando Pemex, a petición del entonces presidente electo, le presentó al equipo de transición un diagnóstico completo sobre la industria petrolera nacional y la que a su juicio era la estrategia más conveniente para sacar del bache a Pemex y a la industria petrolera.El diagnóstico es prácticamente el mismo que ya todo mundo conoce –la camisa de fuerza que el marco legal impone a Pemex y la expoliación que de ella hace el gobierno federal–, y que Reyes Heroles acabó por ilustrar el martes pasado.La estrategia –que el entonces director de Pemex esbozó en el Senado el 22 de noviembre de 2006– incluye lo siguiente:En materia de régimen fiscal, hay que hacer cambios a la Ley Federal de Derechos para ajustar las tasas implícitas de recaudación y darle viabilidad financiera a Pemex. Para darle autonomía de gestión y mejorar el gobierno corporativo de Pemex, es decir, para sentar las bases que le permitan alcanzar los estándares de las empresas petroleras internacionales, es preciso modificar la Ley Orgánica de Petróleos Mexicanos y Organismos Subsidiarios y la Ley Orgánica de la Administración Pública federal.En relación a los yacimientos transfronterizos, si se quieren explotar eficientemente los yacimientos de hidrocarburos que crucen los límites superficiales, resguardando los intereses de cada país, tendrán que protocolizarse los tratados limítrofes y modificar el artículo 6 de la Ley Reglamentaria del artículo 27 constitucional, “para celebrar los ‘acuerdos de unitización’ para designar a un solo operador y compartir los beneficios y eliminando los pagos en efectivo y exceptuar a este tipo de proyectos de la Ley Orgánica de Pemex y la Ley de Adquisiciones”.La estrategia planteada por Luis Ramírez Corzo al equipo de transición incluye la “participación de terceros (es decir, empresas nacionales y extranjeras) en actividades industriales”, es decir, en transporte, almacenamiento y distribución de petróleo, petrolíferos y petroquímicos básicos, lo cual daría mayor capacidad de ejecución en el suministro de petrolíferos y petroquímicos. Pero para ello es necesario reformar y adicionar la Ley Reglamentaria del artículo 27 constitucional en el ramo del petróleo y la Ley de la Comisión Reguladora de Energía.También, con una reforma a los artículos 27 y 28 de la Constitución y a la Ley reglamentaria del artículo 27 constitucional, se permitiría la participación de terceros en actividades extractivas de gas natural no asociado. Con las modificaciones legales se podrá crear “una autoridad reguladora que ejerza derechos sobre hidrocarburos, otorgue concesiones y permisos”, y Pemex quedaría como empresa operadora con autonomía técnica y gobierno corporativo.Finalmente, la estrategia propone la “apertura de la industria (petrolera nacional) para permitir la convivencia de capital público y privado con esquemas de asociación de riesgo compartido para proyectos intensivos en inversión y tecnología”. Para ello es preciso reformar los artículos 27 y 28 de la Constitución y la Ley Reglamentaria del artículo 27 constitucional, y crear una nueva norma, la Ley para el Desarrollo de la Industria Petrolera Mexicana.Con todo ello, según la estrategia, el gobierno podría ofrecer –por lo menos en el debate público y en el Congreso– lo siguiente: “Mantener la producción de crudo mayor a los 3 millones de barriles diarios, y de gas mayor a los 6 mil millones de pies cúbicos al día; empezar a dar vuelta al negocio de refinación y abastecer los mercados; contar con una empresa más sana, segura, funcional y rentable, y continuar generando rendimientos antes de impuestos superiores a 600 mil millones de pesos anuales”.De noviembre de 2006 a la fecha es poco lo que Felipe Calderón ha avanzado en la definición de su propuesta de reforma energética. El martes 18, en el aniversario de la expropiación petrolera, apenas se arriesgó a invitar a los mexicanos a “que dialoguemos de manera abierta, objetiva y serena sobre las alternativas para fortalecer, y fortalecer de veras, a nuestra industria petrolera”. Insistió en que Pemex “jamás se privatizará” y que “el petróleo es y será siempre nuestro”.Pero en la construcción de esa “solución mexicana” que mencionó Reyes Heroles, el gobierno no da pie con bola. La estrategia política –si la hay– ha sido incapaz de encontrar o de crear el momento oportuno para hacer pública la propuesta, detallada y completa, de reforma energética. Y cada vez se le acorta el margen de maniobra. Por lo pronto, ya tiene encima no sólo el tiempo –quedan menos de 40 días para que termine el actual período de sesiones del Congreso–, sino a un resucitado y fortalecido Andrés Manuel López Obrador que, lo demostró el martes 18 en el Zócalo de la Ciudad de México, está decidido a emplear a fondo su capacidad de movilización para detener la reforma, así sean endebles sus argumentos. l

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