viernes, abril 04, 2008

El fantasma del interinato en el PRD

Carlos Presuel Salazar

I
¿Qué hay detrás de la actitud de judicializar la elección del PRD, sostenida por Nueva Izquierda? Consideramos que hay elementos suficientes para establecer que la determinación asumida por los “Chuchos” de llevar el proceso interno perredista al Tribunal Electoral obedece a una estrategia del régimen para desviar la atención y la energía de la izquierda perredista del tema fundamental: la lucha contra la privatización de Pemex. Los círculos del poder hacen todo para consumar la división en el PRD. Buscan evitar, por la vía judicial, el ascenso de Alejandro Encinas a la dirigencia nacional de este partido. Los “Chuchos” han abierto la batalla interna a fuerzas exógenas que han montado una campaña similar a la del 2006, pero ahora con la intención ya de nulificar el proceso y nombrar a un interino a modo.
1. El factor Cárdenas
El factor Cárdenas responde a una lógica del régimen: la de impedir a toda costa la asunción de Alejandro Encinas y, por esa vía, quitarle a López Obrador el control del partido. El problema es que resulta insostenible la votación que Jesús Ortega recibió en varias Entidades de la República. Por ello la figura del interino promovida implícitamente en la carta de Cuauhtémoc Cárdenas en la que solicita la anulación del proceso, no es más que el Plan B del gobierno, para evitar que AMLO se mantenga como el factor crítico de este partido.
1.1 Cuestionada anulación
Cuauhtémoc Cárdenas fue y es aliado de los “Chuchos”; tiene información privilegiada del proceso interno. ¿Por qué tardó cinco días en pronunciarse por la anulación cuando según sus propias aseveraciones, desde un principio eran tan evidentes las irregularidades? ¿Por qué solicitar la anulación antes de que el proceso de cómputo concluyera oficialmente? ¿Por qué ubicarse por encima del Comité Técnico Electoral y de la Comisión Nacional de Garantías cuando se dice respetuoso de los órganos que ese partido ha dado para normar su vida interna y sus procesos de renovación de dirigencia? ¿Por qué pronunciarse por la anulación cuando ni siquiera se preocupó en votar el día de la elección? ¿Por qué demandar la anulación justo cuando se dan a conocer los resultados en 10 Estados donde gana Alejandro Encinas?
1.2 Doble juego
La carta de Cárdenas se da a conocer cuando aparecen las irregularidades en Chiapas, entidad donde se presume que los “Chuchos” se excedieron mediante prácticas fraudulentas: relleno de urnas, inducción del voto, rasurado del padrón, acarreo, falsificación de actas, etcétera. Hay un doble juego en esto: mientras Jesús Ortega judicializa la elección, Cuauhtémoc Cárdenas exige la anulación. En el fondo se persigue un mismo objetivo: evitar que Alejandro Encinas asuma como nuevo dirigente nacional del PRD y que AMLO mantenga de ese partido un fuerte respaldo.
En tanto que Jesús Ortega se pronuncia en contra de anular la elección, Cárdenas habla de que es insostenible y argumenta razones de legitimidad, convocatoria, liderazgo del próximo dirigente. Tanto Cárdenas como Ortega son parte del mismo grupo político. Debe entenderse este doble discurso como parte de una estrategia para llegar a un interino.
1.3 Colocar a un interino
El motivo real de la carta de Cuauhtémoc Cárdenas está en la certeza que tiene el grupo al que pertenece de que técnica y políticamente es imposible el triunfo de Jesús Ortega. Ante esa perspectiva, Nueva Izquierda y los Cárdenas estarían por imponer a un presidente interino. Con su carta, Cárdenas se exhibe como el aliado que siempre ha sido de los “Chuchos” y descubre su falsa neutralidad política. No está por encima de las tribus, sino que es parte de una de ellas, la execrable Nueva Izquierda.
La idea es debilitar al PRD; dañar su imagen para que Alejandro Encinas, si fuera el caso, administre el cascarón. Pero el peor escenario está en marcha y es, precisamente, que Encinas no llegue a la dirigencia de ese partido. Para el régimen y los “Chuchos” cualquiera es mejor que Encinas, porque él es un lopezobradorista químicamente puro. Viene el turno de un presidente interino.
En este contexto es que la carta de Cuauhtémoc Cárdenas en la que solicita la anulación de las elecciones del PRD se inscribe en la misma estrategia del régimen de evitar que Alejandro Encinas llegue a la presidencia de este partido y, por esa vía, fracturar la intención de AMLO de mantener el control político del PRD. ¿Se habría pronunciado Cárdenas por la anulación si los conteos rápidos de Mitofsky e IMO hubieran dado como virtual ganador a Jesús Ortega? ¿Qué sabe Cuauhtémoc sobre las irregularidades acreditadas a Nueva Izquierda de más de cien mil votos ilegales? Es insostenible la votación de Jesús Ortega en estos Estados, por eso Cárdenas solicita la anulación del proceso mediante la siguiente misiva (las negritas son nuestras):
2. Distractor político
La revuelta política de Nueva Izquierda es un gran distractor. Justo en la semana en la que se prevé que el gobierno envíe su iniciativa de reforma al sector de la energía y también cuando en el IFE se discute ya la destrucción de las boletas electorales del 2006, Jesús Ortega amenaza con mantener ocupado a todo el PRD en asuntos internos. Mayor favor no puede ofrecer a un gobierno carente de liderazgo y con problemas reales de conducción parlamentaria.
Pero, ¿puede Jesús Ortega, objetivamente, ser impuesto presidente del PRD por el Tribunal Electoral? A menos que el régimen haya tomado ya la determinación de fracturar a este partido mediante las peores prácticas del sabotaje interno, la presidencia de Jesús Ortega es políticamente imposible. Entonces, ¿cuál es el juego de la corriente Nueva Izquierda? Ganar tiempo, prolongar el conflicto interno y despejar el camino al PRI y al PAN para que aprueben en sus términos la reforma al sector de la energía.
Nueva Izquierda forma parte de una franca operación del régimen: instaló en la agenda nacional los problemas internos del PRD; trata de erigirse sin sustento en una corriente pura y libre de corrupción, cuando su núcleo duro es cuestionable y vulnerable. Sus propias raíces ideológicas así lo confirman. Venir del Partido Socialista de los Trabajadores del cuestionado Rafael Aguilar Talamantes, --“el centavero”- no es precisamente un orgullo político. “López Obrador, aunque sigue pensando solamente en lo electoral y en la legalidad al servicio del poder, ha buscado un PRD menos corrupto” . En esto radica parte de la diferencia con los “Chuchos”.
3. La disputa por el proyecto
¿Cuál es el verdadero asunto que se dirime entre los “Chuchos” y los lopezobradoristas? En el fondo lo que está en juego es la visión de izquierda que habrá de predominar en los próximos años. “La visión política de Jesús Ortega, Ruth Zavaleta, René Arce, Jesús Zambrano entre otros militantes perredistas es la de un partido comparsa y no de un partido con identidad. Bajo el discurso de la institucionalidad se pretende hacer del PRD una fuerza política blandengue destinada a doblar la cerviz, so pretexto de hacer de éste un partido ‘moderno’” .
Por otra parte, está “La aceptación y el liderazgo de personajes como Andrés Manuel López Obrador o Alejandro Encinas…porque han sabido equilibrar y hacer valer la representación social y la política y en muchos casos priorizar en ellas. De nada sirve ser celoso de las formas cuando se atenta contra los intereses de una generalidad” .
3.1 Izquierda institucional o izquierda transicional
No se discute entre izquierda institucional y bien portada e izquierda social y contestataria, lo que hay son “Dos…parámetros que determinan hoy en México la definición de la izquierda. Uno…la vigencia de la transición democrática y otro la superación del ciclo neoliberal. El fracaso redundante de la administración Fox y el continuismo de la actual evidencian a su vez el agotamiento implacable de un modelo económico. Alejandro Encinas insistió a lo largo de su campaña en que ‘no existen condiciones para construir un espacio de entendimiento entre ilegitimidad y democracia’. Explicó que ‘no podemos avanzar en un diálogo como concesión, ni menos en un diálogo como cooptación’ y reiteró el riesgo de extraviarse en acomodos con la alianza que ‘pretende perpetuar el proyecto de la derecha neoliberal y eliminar el referente más importante que haya construido la izquierda mexicana’ (…) ‘los partidos y corrientes progresistas deben entender que resistir a un poder ilegítimo y contrario a los intereses de la mayoría es no sólo un derecho, sino una obligación ética’. Nunca han sido más sospechosos los ‘medias tintas’. La polarización que enfrenta al país no es fruto de un radicalismo convenenciero, sino de una genuina disputa por la nación…” .
4. La falacia de la transición política
Los “Chuchos” se han cansado de afirmar que lo que el país requiere es una izquierda dialoguista y civilista. Al igual que el gobierno, dan por hecho que la transición política ya se dio; que es un proceso concluido. La izquierda social, por su lado, abandera la resistencia política en el entendido de que la transición se fracturó con la llegada de la derecha al poder. Sostiene, con hechos confirmatorios cotidianos, que el régimen esencialmente es el mismo; que se trata de un sistema político autoritario y corrupto, por lo que la transición o el proceso de cambio político en México de amplio horizonte registra una lamentable fractura.
4.1 El bloque histórico
Esta situación, junto a los abusos y a los excesos del poder, crean las condiciones para una inflexión histórica. “A todas luces se está consolidando un ‘bloque histórico’ cuya expresión multitudinaria acabamos de confirmar. Está integrado por ciudadanos indignados y participativos que demandan espacios efectivos de inclusión. A él debieran concurrir los trabajadores, los campesinos y sus organizaciones democráticas, la sociedad civil y en particular los jóvenes. Una amplia red de alianzas de la que los partidos sean instrumentales” .
El error más grande del gobierno que al mismo tiempo es una ventana de oportunidad para la oposición es, precisamente, la reforma al sector de la energía. “En la cuestión petrolera yacen las coordenadas del futuro” .
5. Riesgo de colapso
El error monumental del gobierno y de la facción perredista de Nueva Izquierda es no darse cuenta del extravío político que constituye la reforma al sector de la energía. Ese proyecto tiene en las facciones dominantes del PRI y su agenda de negocios a sus reales beneficiarios, con un agravante, del lado de la oposición, amplía el capital político de Andrés Manuel López Obrador en un momento crucial para el PRD y para el país.
Si los malos cálculos del establecimiento político persisten, entonces se tensionará más la situación política del país a tal grado de que los resortes de la endeble democracia mexicana pueden reventar para dar paso al colapso del sistema. Es probable que esto sea realmente lo que se quiera en una lógica de llegar tan pronto como sea posible al fondo de la crisis; sin embargo, los riesgos de que todo se descomponga son enormes. De hecho, la coyuntura reposiciona a López Obrador y lo coloca ya como el factor crítico del que depende la viabilidad de este gobierno.
6. El segundo desafuero
Por sus efectos políticos la reforma al sector de la energía puede considerarse un segundo desafuero.

No hay comentarios.: