viernes, mayo 23, 2008

La inminente (y necesaria) caída de Ulises


Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri

Si el final del presidencialismo priísta, sin sobresaltos y en cámara lenta tras las elecciones de la fallida alternancia foxista, abrió las puertas traseras del sistema para el regreso al antiguo caciquismo de los (des)gobernadores, entonces el presidencialismo neopanista del bribón de Fox y los casi dos años de la manu militari de Calderón, de plano abrieron de par en par las puertas del frente para que en los 31 estados (y el Distrito Federal de Ebrard), los tres poderes estén en manos del gobernador en turno. Esto, pues, ha generado que en las entidades, y en unas más que otras: Oaxaca, Sonora, Veracruz, Jalisco, Guanajuato, Chihuahua, Estado de México, Chiapas, lo que impera es el autoritarismo de sus (des)gobernadores.
De los citados, indudablemente Oaxaca, Sonora y Veracruz están más que urgidos de cómo deshacerse de sus depredadores y malos gobernantes: Ulises Ruiz, Robinson-Bours y Fidel Herrera, ya que les ha causado gravísimos daños políticos, económicos y sociales que, si funcionara el Estado Federal y estuviera vigente un presidencialismo (aunque fuera como lo es de derecha, en su versión actual) sin chantajes por los poderes menos institucionales y los grupos de presión, esos (des)gobernadores ya hubieran renunciado. Y hasta puestos a disposición del juicio político, para deslindarles responsabilidades y esculcarlos por sospecha de enriquecimiento ilícito.
El (des)gobernador oaxaqueño, tras cuatro años, sostenido por el PAN y Los Pinos, más las bendiciones del priísmo madracista, debería encabezar el descabezamiento. Su caída ha sido inminente. A punto de ocurrir. Y sin embargo, el presidencialismo calderonista lo sostiene, apechugando los costos que lo señalan como cómplice; pudiendo sus diputados y senadores promover la desaparición de poderes en Oaxaca, lo cual sólo sería una confirmación ya que en la entidad Ulises se encuentra exiliado y no hay gobernabilidad. Los conflictos y baños de sangre son una constante.
A punto siempre de ocurrir la caída del (des)gobernador, lo salvan, ayer Ramírez Acuña y ahora Mouriño (y con Fox los sostuvieron: Creel y Abascal) con los buenos oficios de los panistas en el Congreso General, la indiferencia del PRD, la complacencia de Convergencia y un PRI que se deja querer para mantener esa gubernatura priísta. Un PRI que no comprende o se hace, que mantener a Ulises lo desprestigia más y que Oaxaca, como Sonora y Veracruz, peligran electoralmente. “Ulises Ruiz debe irse, es responsable de la crisis”, subtitula el periodista Ricardo Alemán en su columna: “¡Ya basta! Oaxaca, la otra pesadilla (El Universal: 20/V/08).
Así que de inminente debe pasar a un hecho consumado la caída de Ulises y su grupo, quienes han sumido a la entidad en un caos. Y todo porque los tres poderes se han coludido para sobrevivir en la anarquía, mientras las facciones de la confundida sociedad civil no logran ir más allá de mítines, revueltas y plantones que no resuelven el problema.
cepedaneri@prodigy.net.mx

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