lunes, mayo 19, 2008

Operación masacre en gestación en Paraguay

(Luís Agüero Wagner)
Operación masacre es una famosa novela histórica del escritor argentino Rodolfo Walsh, que narra los entretelones de los fusilamientos de simpatizantes peronistas en León Suárez, inmediatamente posteriores a la revolución Libertadora que derrocó a Juan Domingo Perón en 1955.
No menos recordada es la respuesta de la resistencia montonera, que encarnó la voluntad peronista de sobrevivir. El ajusticiamiento del ex dictador Teniente General Aramburu el 1º de Junio de 1970 llevó a la caída del dictador Onganía en apenas una semana.
El concomitante plagio de los ejecutivos cerealeros Juan y Jorge Born en 1975, es conocido como el más grande secuestro extorsivo de la historia, en razón de haberse pagado como rescate 60 millones de dólares. De la empresa de los hermanos Born, Bunge y Born (mas tarde asimilada por Bunge a secas), se había llegado a decir en Argentina que primero compraba el cereal a precios miserables, luego hacía lo mismo con las tierras del productor y luego le vendía desde las bolsas de arpillera importadas de la India para el cereal hasta la soga con la cual ahorcarse cuando estaba suficientemente arruinado.
Ambas acciones de la guerrilla urbana peronista citadas son consideradas derivaciones de la Operación masacre del 9 de Junio de 1956 que Walsh relata en su novela, con un estilo cuyos créditos de alumbramiento disputa con Truman Capote.
Una secuencia sucesiva de hechos similares a la secuela de la Operación Masacre en argentina parece estar gestándose en Paraguay, donde los traficantes de soja transgénica brasileños, que someten a los campesinos a un oprobioso apartheid en su propia tierra, han logrado instrumentar a las autoridades paraguayas e incluso a los medios de comunicación para que hostiguen y repriman a sus propios compatriotas en defensa de los intereses del sector agro exportador. Curiosamente, son los mismos medios y periodistas que defienden a la clase sojera quienes se llenan la boca con un nacionalismo xenofóbico que raya en el chauvinismo jingoísta cuando abordan temas como la represa hidroeléctrica de Itaipú.
La conciencia de clase, obviamente, está más allá de todo nacionalismo.
El buque insignia de la prensa reaccionaria paraguaya, el diario ABC color, publica hoy domingo 18 de mayo un memorable editorial que constituye toda una apología al apartheid dependiente y a la falta de autonomía de pensamiento. Basta citar un párrafo donde condena la agricultura orgánica como arcaica y afirma tajante que los campesinos paraguayos son pobres porque carecen de las mismas biotecnologías que causan estragos en las zonas rurales con sus fumigaciones y fertilizantes. Es decir, para progresar deben pasar de víctimas a victimarios, pero sin saber cómo.
Si no tijereamos por conveniencia la historia deberíamos aceptar que las raíces del problema campesino paraguayo se remontan por lo menos a los tiempos en que el dueño de ABC color donaba dinero para represión dictatorial, hacía negocios con su pariente el dictador Stroessner y lo llenaba de elogios desde su diario, buenos tiempos en que la influencia brasileña empezaba a crecer en Paraguay como derivación de la estrategia de la “marcha hacia el este”, diseñada en Washington ya en la década de 1930 para desplazar la influencia argentina en Paraguay.
El proceso encontró escollos dialécticos cuando Brasil, que quería construir por propia cuenta Itaipú, ocupó Puerto Coronel Renato en 1965 y se apoderó así de los Saltos del Guairá.
El revuelo nacionalista que causó la invasión brasileña al territorio paraguayo fue aplacada por los intereses de la industria azucarera norteamericana, que entonces obligó al presidente Lyndon Johnson a coordinar una invasión a República Dominicana bajo auspicios de la OEA. El dictador Stroessner fue uno de los primeros en colaborar con el dulce negocio enviando soldados paraguayos a colaborar con la noble causa, junto a una fuerza multinacional que actuó en nombre de la “comunidad internacional”, apodo bajo el cual disfraza ocasionalmente Washington sus intervenciones. Los soldados paraguayos actuaron bajo las órdenes de un general brasileño, Panasco Alwyn, en defensa de los intereses norteamericanos, a pesar de que algunos de ellos acababan de enfrentarse a tiros con tropas brasileñas por las aguas que según dicen los enterados, valen oro.
Frecuentemente ABC alaba la obra patriótica y nacionalista del historiador Efraín Cardozo, a quien el diplomático y petrolero norteamericano Spruille Braden sindica en sus memorias como responsable de que Bolivia se haya quedado, en 1938, con 50.000 kilómetros cuadrados de territorio petrolífero que las tropas paraguayas habían conquistado en su guerra contra Bolivia. Al mismo tiempo Zucolillo que ensalza a Cardozo fustiga el entreguismo de su otrora protector, el dictador Stroessner con respecto al Brasil.
Curiosamente, la edición del “Journal do Brasil” del 29 de enero de 1966 revelaba que había sido nuestro gran historiador el redactor de los documentos que por ese entonces intercambiaba el Ministro de Relaciones Exteriores Raúl Sapena Pastor con su contraparte de la dictadura brasileña, hecho que explica la extraordinaria similitud entre las argumentaciones del canciller de Stroessner y las contenidas en el libro que posteriormente publicó Cardozo bajo el título “Preguntas y respuestas sobre los Saltos del Guairá”. Hecho que sólo podría mencionarse en la serie de notas y entrevistas que publica el diario de Zucolillo al respecto si es que lo redacta un periodista que no lee el diario donde trabaja, hecho que al contrario de lo que uno pueda imaginarse no es muy difícil y ya ha sucedido en varias oportunidades.
El periodista Nemesio Barreto cuenta que a mediados de la década de 1960, durante una reunión entre los ministros de relaciones exteriores de Brasil y de Paraguay, el canciller Juracy Magalhaes le apartó a su colega paraguayo, Raúl Sapena Pastor, para hacerle un comentario estremecedor: “mi querido amigo, como usted bien sabe, un tratado puede modificarse en virtud de otro tratado o bien por el feliz resultado de una guerra; Brasil no está dispuesto a aceptar un nuevo tratado, lo que entonces resta por saber es si Paraguay está dispuesto a soportar otra guerra”
Esa misma noche hubo una gran fiesta en Asunción para agasajar a los miembros de la Inteligencia Militar paraguaya, quienes una semana antes habían decidido usar una imperfectible estrategia en el conflicto limítrofe con Brasil. Cuenta el escritor uruguayo Eduardo Galeano, que visitó Paraguay en esa época como cronista, que le sorprendió ver que muchos de los jerarcas de la dictadura de Stroessner a los que durante el día vio en los mítines políticos vivando al Mariscal Francisco Solano López y a los héroes de la guerra contra la Triple Alianza, volvió a encontrar a la noche en la embajada brasileña brindando con champagne por la gloria de Pedro II, el Marqués de Caxias y el Conde D’eu..
La explicación está en que el canciller Raúl Sapena Pastor recibía precisas instrucciones, sin descuidar el más mínimo detalle, sobre cómo hacerse el desentendido de cualquier problema con los herederos del imperio lusitano. El resultado de esta política fue un documento que unos denominaron como el “Acta de Entrega de los Saltos del Guairá” y otros como el “Acta de Defunción” de una de las grandes maravillas de la naturaleza. El documento que fue firmado en la ciudad brasileña de Foz de Yguazú, el día 22 de junio de 1966. Inmediatamente después vendrían las ventas irresponsables de tierras a colonos brasileños por parte del encargado de la reforma agraria nombrado por el dictador Stroessner, Juan Manuel Frutos, a la sazón jerarca de la Liga Mundial Anticomunista que financiaba la Secta Moon.
En la Operación Masacre que describió Rodolfo Walsh en su famosa novela, llevada al cine en la clandestinidad durante el año 1971 por Jorge Cedrón, puede reconocerse el germen del Proceso de Reorganización Nacional que costó decenas de miles de muertos y desaparecidos en Argentina.
Por el mismo camino parecen desear llevar al Paraguay quienes se agazapan en las redacciones para ideologizar y justificar dependencias y estancamientos de regímenes antidemocráticos, planes económicos trashumantes, represiones y asesinatos de campesinos, todo ello en medio de una rebeldía cuyo estallido se siente y resuena por todas partes.
(Luís Agüero Wagner)

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