viernes, junio 13, 2008

Cooperativas, apuesta venezolana para hacer productivas tierras expropiadas

La batalla contra latifundios, eje de la política agraria del presidente Hugo Chávez

El gobierno recuperó 2 millones de hectáreas; entregó 60% a 100 mil familias campesinas

Ips

Barinas, 12 de junio. La política agraria del gobierno venezolano, enfocada en expropiar latifundios y volverlos tierras productivas, ha redundado en cooperativas que hoy producen alimentos dentro de comunidades ecológicamente sustentables.

“En todo esto que usted ve no se producía ni un litro de leche, ni una mazorca”, dice el venezolano José Tapia Coirá con los brazos extendidos para poner de límite el horizonte en la sabana salpicada de árboles. “Hoy sacamos 500 litros diarios de leche y cosechamos diez toneladas de maíz”, añade.

Son los llanos de Barinas, suroeste de Venezuela, donde trabaja la cooperativa Brisas del Masparro, por el nombre de uno de los ríos que nacen en los Andes y llevan sus aguas al Orinoco. Coirán, como le llaman todos, ex peón y tractorista en haciendas de la zona, es el presidente.

“Aquí hubo una vez un bosque, pero los latifundistas se llevaron toda la madera. Dejaron unos pocos árboles y miles de hectáreas de rastrojos que nosotros poco a poco vamos limpiando y sembrando con pasto o con maíz”, dice el dirigente. “Esto lo tenían abandonado, sin producción, y por eso lo ocupamos”, agrega.

“Queremos conservar todo lo que podamos, decidimos no tumbar árboles, más bien les quitamos malezas y plagas mientras avanzamos”, dice Miguel Méndez, otro cooperativista.

Guerra al acaparamiento

El presidente Hugo Chávez lanzó una “guerra al latifundio” con una ley de tierras en 2001 que pautó el “rescate” estatal de fincas cuya propiedad privada y condición productiva no pudieran demostrarse suficientemente. Sobre el terreno hubo, y continúan, los choques entre hacendados y campesinos.

Los latifundios ocupaban unas 6 millones de hectáreas en 1999. Dos millones de ellas han sido confiscadas por el gobierno, que entregó 60 por ciento de esa superficie a más de 100 mil familias campesinas, según cifras oficiales.

Además, 98 mil 500 unidades productivas que ocupan 4.3 millones de hectáreas han regularizado su situación mediante la carta agraria, que otorga la tenencia, pero no la propiedad de esas tierras, que sigue siendo estatal.

La hacienda Santa Rita, a orillas del Masparro, ocupaba 31 mil hectáreas con no más de mil 800 cabezas de ganado, según los cooperativistas. Grupos campesinos las ocuparon en 2002 y 2003, y el Estado les asignó unas 16 mil hectáreas, dejando el resto a los antiguos propietarios. Con sus 56 socios, la cooperativa que más ha avanzado es Brisas del Masparro, con 803 hectáreas. Hace cinco años recibieron un crédito de 156 mil dólares que invirtieron en vacunos, equinos, enseres e insumos, y en las primeras siembras.

Ya tienen un rebaño de doble propósito, carne y leche, a base de cruzas entre ejemplares aclimatados a las llanuras tropicales de las razas Cebú y Holstein.

Un caserón usado como refugio de peones y depósito de la antigua finca se convirtió en sede comunitaria. La primera impresión es de desorden. Restos de un tractor en el patio yermo marcan el único punto de la zona donde se capta la señal de teléfono satelital.

Al fondo hay una cocina y una larga mesa de comedor para quienes faenan esa jornada y las familias que se han ubicado en viviendas improvisadas en los alrededores.

Cada día, la cooperativa dona 20 litros de leche a las dos escuelitas de la zona, cuentan orgullosos. “Ponemos el vaso que cada niño necesita”, explica Méndez.

“Pero si además de los animales en común alguno de nosotros tiene una vaca o un caballo o consigue un cochino, lo puede criar con los demás y al venderlo es suyo. Algo entregará a la cooperativa, pero no nos oponemos a esa propiedad. Lo que sí queremos es la tierra y los demás proyectos de vida”, sostiene Coirán.

Los ingresos “se usan para los gastos que también son comunes, para producir o para comer, y cada socio recibe además mensualmente 400 bolívares (186 dólares) como anticipo de lo que le corresponderá por la gestión anual de la cooperativa”, explica Iraima Benaventa, joven madre de dos niños y “responsable de logística”.

Alumna de un programa de estudios secundarios a distancia, Benaventa apunta las compras que desde la ciudad ha traído otro socio –pasta, arroz, vacunas para el ganado– y supervisa el trabajo de limpieza y de cocina –ese día, arroz y carne– que han realizado los más jóvenes.

Brisas del Masparro comenzará a construir este año 56 viviendas para igual número de familias, con un plan de autoconstrucción apoyado por el gobierno. “Las juntaremos en forma de pueblito para facilitar y abaratar los servicios, agua, luz, gas, una cancha, una plaza, una casa comunal, quizá hasta una piscina”, explican.

A este recodo del Masparro, llamado Las Piedras, se llega al cabo de una hora de carretera desde Barinas, capital regional, pasando junto a Sabaneta, el pueblito natal de Chávez. Luego, se avanza otra hora por un camino de tierra y grava que los cooperativistas piden que se asfalte en beneficio de toda la comunidad.

“Las fincas de este sector estaban improductivas hace cinco años. Pero con nuestra lucha llegaron programas del gobierno. Se hizo la vía, se inició un catastro de tierras, se le dieron papeles de tenencia a los ocupantes particulares o cooperativistas, se consiguieron créditos”, expone Coirán.

En Las Piedras “pasamos de casi cero a 21 mil litros diarios de leche (la producción nacional es de 1.3 a 1.7 millones de litros por día, según distintas fuentes). Ahora hay gente criando más ganado, sembrando maíz, frutales y pastos”, argumenta.

“En todo el mundo hay crisis de alimentos, quieren tomarlos para hacer combustible. No estamos de acuerdo y devolvemos el apoyo del gobierno produciendo más comida. Este país no puede seguir alimentando a la gente a punta de importaciones, mientras hay tanta tierra esperando para trabajar”, opina Coirán.

En el período 2004-2007 la producción alimentaria venezolana creció 3.4 por ciento, pasando de 18.9 a 19.6 toneladas anuales, según el gobierno.

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