miércoles, junio 18, 2008

Miente Calderón

María Teresa Jardí

El usurpador dice que: "El estado mexicano es más fuerte que cualquier organización criminal".
Miente.
O, peor aún, se engaña a sí mismo.
O, perverso, busca con esa aseveración, que sabe incluso ridícula, engañar a la sociedad y a la comunidad internacional que lo acompaña a lo largo de sus viajes como el fantasma de la usurpación que encabeza Felipe Calderón en el irreconocible México actual.

La realidad mexicana evidencia que las organizaciones criminales hace mucho tiempo que son más fuertes que lo que queda de Estado en México.

El Estado, como las Iglesias, están compuestos por las varias partes de un todo. Un todo que incluye a gobernantes y a gobernados- Un todo que incluye a curas, monjas y a laicos.

Pero así como no tienen el mismo peso las decisiones de la jerarquía católica que las de los fieles a los que rara vez se consulta y menos aún las de las hermanas religiosas relegadas a un nivel que avergonzaría a Cristo ni tampoco las de los simples curas de parroquia. Tampoco en las naciones, y menos como en el caso de la nuestra, donde como sociedad hemos sido incapaces de poner candados a los gobernantes, tienen el mismo peso las decisiones de unos que las de los otros y en el caso de la delincuencia organizada más poderosa que el Estado, político, digamos, parte del Estado al fin y al cabo, la responsabilidad de que estén así las cosas es sólo del gobierno en el momento actual usurpado por el PAN con Felipe Calderón a la cabeza.

Si las Iglesias cumplieran con la función de promover un mundo seguidor de las enseñanzas de Cristo sería igual el peso de las opiniones de su jerarquía que la de los curas de parroquias más remotas y que la de la más modesta entre las monjas y el más pobre entre los laicos…

Pero como no es así y convertidas, que han sido, en poder político las Iglesias, sus jerarquías deciden a voluntad y lo mismo sucede con el Estado donde el gobierno se ubica, hoy por hoy, en muchos lugares y desde luego en México, por encima del pueblo soberano, que ya ni en teoría lo elige. No olvidemos que en México, uno de los tres poderes, a través nada menos que del garante de la democracia, legalizó el fraude electoral.

Y como al cancelar la estructura ética, columna vertebral de las instituciones al servicio del pueblo, nos dejaron sin policía (lo que propicia impunidad e incluso intervencionismo de la DEA, en Progreso, por poner un último ejemplo tomado de lo que nos informaba ayer el POR ESTO!) y como ya se sabe que la PGR se encuentra convertida en la defensora de los delincuentes vinculados al poder político (los Bribiesca Sahagún, por ejemplo) que son de lo peor dentro de la amplia gama de la delincuencia organizada y los verdaderos responsables de la inseguridad que impera y como otro tanto sucede con el Poder Judicial (protector de Mario Marín y etc.) es claro que el usurpador o no sabe lo que dice cuando asegura "que el Estado mexicano es más fuerte que la delincuencia" o miente con el siniestro descaro que lo caracteriza.

Basta con leer un diario para entender el tamaño de rebase de la delincuencia a la usurpación panista que forma parte de esa delincuencia. Mouriño es un delincuente y el que usurpa un cargo, no conferido mayoritariamente por el pueblo, es el peor de todos los delincuentes.

Y lo mismo puede decirse de la Iglesia. Pensemos en cuánto no habría ganado el país si la poderosa jerarquía de la Católica se hubiera opuesto a la usurpación panista, exigiendo el respeto al voto de su feligresía, incluso, porque, muchos, muchísimos de los que votamos por AMLO somos católicos aunque no pertenezcamos a la vertiente enajenada --que si Dios existe, abomina, no le quepa la menor duda a nadie, no se ofrenda la vida de un hijo para aprobar a los corruptos hipócritas que van demostrando por la vida que son capaces de cometer cualquier canallada sin que se les caiga el bigote hitleriano que les acompaña-- de los que defienden la vida del feto de menos de doce semanas pero no cuestionan las ejecuciones diarias ni la impunidad que las cobija.

Monseñor Reyes, de actuar en todo momento la Iglesia Católica como seguidora de las enseñanzas de Cristo, quizá, hoy no tendría que estar pidiendo que Dios perdone a los asesinos de la sobrina porque probablemente no la habría perdido en manos de sus asesinos.

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