sábado, junio 21, 2008

Prólogo Político

Alvaro Cepeda Neri

El ombudsman Soberanes se pasó de listo


Casi diez años al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, José Luis Soberanes Fernández (designado para un período y ratificado para otro) acumula ya desaciertos de toda índole que lo hacen merecedor de un despido inmediato y la exigencia de que rinda cuentas y razón de sus actos.

Uno de éstos sería el de intervenir en las audiencias sobre la despenalización del aborto, en la Suprema Corte, sin haber tomado en cuenta el parecer de los integrantes de CNDH, ya que participó a nombre de la Comisión. Y lo hizo contra los derechos de las mujeres, quienes han de tener la alternativa de abortar o no. Ha llegado a su nivel de incompetencia.

Se ha visto involucrado en riñas verbales y descalificaciones contra organismos internacionales de derechos humanos, solamente porque se considera el único autorizado para evaluar el estado de cosas que guardan los derechos individuales y colectivos de los mexicanos. Ha implantado un despotismo en la CNDH para manejarla a su antojo y esto ha venido generando conflictos internos y mayormente externos.

Y es que el comportamiento de Soberanes ha llegado al extremo de actuar como el Luis XIV y proclamarse como "Los derechos soy yo", está dañando la tarea de la institución. Es por lo cual no ha de esperarse a que concluya su segundo período o de lo contrario, como el IFE, el TRIFE, el señor Soberanes terminará conduciendo a la Comisión a su descrédito.

El titular de la CNDH se ha vuelto complaciente ante la avalancha de violaciones a los derechos, no obstante las quejas interpuestas y los hechos (como Anteco, Oaxaca, feminicidios, etc.) que ameritan un defensor intransigente frente a los abusos de los poderes públicos. Se ha pasado, incluso, de listo, al criticar la labor de la ONU y haber presionado para la remoción de su Alto Comisionado: Amerigo Incalcaterra.

Y hacer alarde de sus discrepancias con Amnistía Internacional. El cambio de señales desde Los Pinos y Gobernación lo han hecho que cambie de opinión, para dejar en la impunidad las embestidas contra los derechos y permitir que sus recomendaciones a los gobernadores no tengan la menor tramitación.

El comportamiento politiquero de Soberanes ha puesto a la CNDH en la necesidad de hacerlo a un lado o la Comisión, que ya no cumple con su cometido, se precipitará en una crisis donde ni tomando la decisión de cesarlo podrá recomponerla. Sus fines han sido tergiversados por Soberanes y el daño nacional a los derechos es grave, con todo y que su jefe de comunicación (El Universal: 2/VI/08), para replicar una crítica de Jorge Zepeda, quiera cubrirlo de impunidad.

La CNDH no puede ser el autocrático comportamiento de su titular, al ponerse de parte de quienes abusan del poder para vulnerarlos. Y tampoco es de su incumbencia calificar los desempeños de órganos internacionales que, a diferencia de la CNDH, han estado cumpliendo con su deber de velar por los derechos humanos de los mexicanos que ya no cuentan con un defensor, pues Soberanes ha dejado de serlo.

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