miércoles, julio 09, 2008

Cálculo oportunista
Sarkozy y la familia de Ingrid

PARÍS.- Desde que llegó a la presidencia de Francia, Nicolas Sarkozy soñaba con anotarse ese triunfo. Pero fue Álvaro Uribe quien logró liberar a Ingrid Betancourt junto con otros tres rehenes estadunidenses y 11 militares colombianos.El mandatario francés reaccionó de inmediato al enterarse de la noticia. Sólo dos horas después de su confirmación acogió a la familia Delloye Betancourt en el Palacio del Elíseo, en presencia de medios informativos nacionales e internacionales.Sarkozy celebró el acontecimiento de manera muy hábil. Empezó por felicitar a Álvaro Uribe para luego rendir homenaje a Hugo Chávez, Rafael Correa y los demás presidentes sudamericanos que intervinieron de una forma u otra en el asunto. Se refirió a Cristina Kirchner, pero olvidó mencionar a Luis Ignacio Lula da Silva.Por último, recordó los esfuerzos diplomáticos realizados por Suiza y España, junto con Francia, durante los seis años que duró el cautiverio de Betancourt. En ningún momento aludió a Estados Unidos.Su discurso fue breve, pues en realidad sobraban las palabras. Lo que contaba era la imagen transmitida en vivo por los canales televisivos: la de un presidente conmovido rodeado por la familia agradecida de la excandidata presidencial colombiana recién liberada.La hija de Ingrid dijo lo que Sarkozy quería oír: “Agradezco al presidente porque desde que tomó las cosas en sus manos, todo se fue enganchando y hoy mamá está aquí”.Luego el ritmo se aceleró. Los familiares de la senadora liberada acompañados por Bernard Kouchner, ministro de Relaciones Exteriores, dos médicos del Elíseo y un impresionante contingente de periodistas abordaron un avión rumbo a Colombia.Entonces una especie de frenesí informativo se apoderó de los medios de comunicación franceses. A lo largo de todo el jueves 3 radioemisoras y cadenas de televisión dedicaron gran parte de su programación a Ingrid Betancourt: largo abrazo con su madre; primeras declaraciones; ambiente en el avión oficial francés durante el viaje de sus familiares a Bogotá; reencuentro con Mélanie y Lorenzo, sus hijos; su ánimo; su determinación para lograr la liberación de los demás rehenes colombianos y su voluntad expresa a ayudar a otros cautivos en el mundo, como Aung San Suu Kyi, figura emblemática de la resistencia birmana quien lleva más de una década en detención domiciliaria.A segundo plano pasaron el triunfo de Álvaro Uribe y la hazaña casi peliculesca de los cuerpos especiales de las Fuerzas Armadas colombianas. Una especie de tsunami emocional bastante asombroso se abatió sobre Francia. Ese ambiente alcanzó su clímax cuando se confirmó la llegada de Betancourt a Francia el viernes 4.Aunque Sarkozy no orquestó esa desmedida reacción de los medios franceses, saboreó la euforia colectiva que comenzó a generarse. Desde hace varios meses el mandatario ha visto descender su popularidad en los sondeos de opinión. Analistas y sociólogos son casi unánimes en su juicio: muchos franceses están deprimidos y son muy pocos los que confían en su presidente. La liberación de Betancourt representó el final feliz de una novela trágica; fue un momento de esperanza en medio de un profundo marasmo emocional.Capitalizar ese repentino brote de alegría es una oportunidad que no puede perderse el primer mandatario francés. Sus voceros desbordan de energía. Se empeñan en minimizar las tensiones que caracterizan las relaciones entre los presidentes de Colombia y Francia.Álvaro Uribe siempre privilegió la opción militar contra las FARC. Sarkozy, al igual que Jacques Chirac, abogó sin descanso a favor de una solución diplomática. Chirac fue discreto. Sarkozy muy enfático. Incluso en dos ocasiones pidió enérgicamente a Manuel Marulanda, líder histórico de las FARC, hoy fallecido, que liberara a Betancourt.El pasado 19 de junio “fuentes cercanas al Elíseo” afirmaron que emisarios franceses “habían multiplicado iniciativas para reanudar el diálogo con el nuevo equipo de la dirección de las FARC” y que estaban logrando buenos resultados.El 2 de julio, en un discurso que pronunció en el Elíseo, Sarkozy exhortó a la guerrilla colombiana a que de una vez por todas abandonara “su lucha medieval”.Desde la liberación de Ingrid, los voceros de Sarkozy insisten en la “importancia capital” de la presión política y diplomática que éste ejerció sobre el gobierno de Uribe. Les cuesta mucho trabajo reconocer que el jefe del Estado francés no estaba al tanto del operativo de rescate de los rehenes que, según la prensa francesa, se realizó en coordinación con Washington.Patrice Devedjian, secretario general de la UMP (Unión para un Movimiento Popular), actualmente en el poder, no parpadeó cuando declaró que la liberación de Betancourt era “el éxito de la diplomacia francesa que jugó varias cartas a la vez: la de Chávez, la de Uribe y la de Marulanda…” Y añadió: “Sarkozy logró dar una dimensión internacional a esa toma de rehenes…”El carácter apoteósico que seguramente tendrá la llegada de “la rehén más famosa del mundo” a París permitirá a Sarkozy prolongar esa tregua de felicidad compartida. Pero ¿cuánto tiempo durará? l

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