martes, julio 01, 2008

De como hacemos más ricos a los ricos mientras nos empobrecemos

Carlos Fernández-Vega

De unos años para acá algunos consumidores se quejan no sólo de los altos precios y tarifas que cobra el cada día más robusto grupo de empresas pertenecientes al multimillonario Forbes número 2, sino que, ya sin sorpresa, descubren que a la hora de comprar cigarros, tomar café, engullirse un pastelito, hablar por teléfono –fijo o celular–, utilizar Internet, comprar una computadora, ir al banco, consultar el saldo de su Afore, etcétera, etcétera, irremediablemente dedican parte de su ingreso a nutrir el crecimiento de las nunca modestas utilidades de Carlos Slim.

Pues bien, otra buena noticia para todos ellos, que ya no sienten lo duro, sino lo tupido, con apellido libanés: en breve, al de por sí abultado inventario de bienes y servicios anteriormente citado, los consumidores en cuando menos nueve estados de la República (los del Distrito Federal, entre ellos) deberán destinar, al mismo fin, parte de su ingreso para cubrir la abultada factura por el obligado consumo de gas natural, toda vez que Carlos Slim, por medio de Inbursa, y la trasnacional española Gas Natural (en la que Repsol e Iberdrola están presentes) llegaron a un acuerdo “estratégico”: el primero adquiere de la segunda 15 por ciento de su negocio en México, por el módico pago de casi 760 millones de pesos.

Se supone que habría que estar contentos con este anuncio, pues una pequeña porción del gas natural mexicano –que la Constitución establece que pertenece a la nación, aunque en los hechos sea de las trasnacionales– y su usufructo regresaría no precisamente al Estado, pero sí a manos autóctonas. Pero no es así. El propio Grupo Gas Natural (“que tiene en México uno de sus principales objetivos”, según su consejero delegado, Rafael Villaseca), con sede en España, informó que tras el acuerdo “estratégico” el capital de Gas Natural México (“el principal distribuidor de gas, el segundo operador privado de generación eléctrica y el único operador de gas y electricidad) estaría integrado por ese mismo corporativo (una de las rebanadas gruesas pertenece a Repsol y otra a la Caixa de Barcelona), con 71.75 por ciento de participación, Iberdrola, con 13.25, y la sociedad de Carlos Slim, con 15 por ciento.

Apenas un mes atrás el propio Slim vendió 20 por ciento de su grupo Inbursa a la Caixa, por medio de uno de sus tentáculos (Criteria Caixa Corporation), en una operación que involucraría unos mil 500 millones de euros (alrededor de 2 mil millones de dólares). Ahora, en el intercambio de estampitas, el multimillonario se quedaría con una pequeña porción de Gas Natural México, en plena “transición energética” (Calderón dixit).

Con los amigos adecuados y el maíz apropiado, en México eso de la “transición” se le ha dado muy bien al grupo español Gas Natural. Va un paseo por el historial: la concesión obtenida por la trasnacional no se limita al Distrito Federal, donde opera por medio de la empresa Metrogas. También es la reina más onerosa en Nuevo Laredo, desde 1994; Saltillo, 1995; Toluca, 1997; Monterrey 1998, y los municipios conurbados de San Nicolás de los Garza, Apodaca, Guadalupe, San Pedro Garza García, Santa Catarina, General Escobedo, García, Pesquería y Juárez; Celaya, Irapuato, León, Salamanca y Silao, en Guanajuato, y las ciudades de Aguascalientes, Zacatecas y San Luis Potosí.

La trasnacional española, ahora con una rebanadita para Carlos Slim es, como hemos comentado en este espacio, beneficiaria de la mal llamada “privatización silenciosa” del sector energético mexicano, y opera ampliamente en México como producto de manoseos, traspasos y herencias que generosamente se dan y otorgan entre sí las empresas privadas participantes en la distribución de gas natural, y sin condicionamiento de la autoridad respectiva.

El caso de Metrogas es ilustrativo. En julio de 1998 la Comisión Reguladora de Energía (CRE) declaró ganador de la licitación respectiva a un grupo de empresas –Lone Star Gas International (subsidiaria de Texas Utilities), el Grupo Diavaz (hoy sentado en la cuenca de Burgos) y Controladora Comercial e Industrial (Consorcio PEM)– para la distribución de gas natural en el Distrito Federal. Casi tres semanas después, PEM firmó un convenio de “cesión de derechos y obligaciones” a favor de Servicio de Energía de México (SEM). Diez días más tarde, SEM adquirió las acciones de Diganamex, hasta ese momento propiedad de Pemex-Gas y Petroquímica Básica. El 3 de septiembre de ese año, dicha comisión otorgó a Diganamex –ya privatizada– el permiso para distribuir gas natural en las 16 delegaciones políticas del Distrito Federal. Diganamex hoy se llama Metrogas y es propiedad de Gas Natural México, que a su vez pertenece al Grupo Gas Natural SDG, del que son copropietarios Caixaholding, Repsol (también en Burgos) e Iberdrola, estas dos últimas las trasnacionales consentidas por el gobierno federal (de Miguel de la Madrid a Felipe Calderón). Dos años después de esa última fecha, como por arte de magia, Gas Natural México aparece como propietario del 100 por ciento de Metrogas y, por ende, heredero o beneficiario del “traspaso” de la concesión. Grupo Gas Natural utilizó el truco (amigos y maíz) en buena parte de la geografía mexicana, y como en los cuentos, creció y creció sin que nadie en el gobierno metiera la mano.

Las rebanadas del pastel

Como ya no siente lo duro, sino lo tupido, el inquilino de Los Pinos decidió enviar a su secretario de Hacienda para “convencer” a los legisladores sobre las “bondades” de su “reforma” petrolera. Agustín Carstens participa hoy en el foro de debate en el Senado de la República, pero ni así. También asiste Carlos Tello Macías, 25 años después… En vigor, a partir de hoy, el llamado impuesto a los depósitos en efectivo, supuestamente ideado para “combatir la informalidad” (léase: sacarle raja a, porque por ninguna parte se ve el combate)… Guillermo Fabela Quiñones (gmofavela@hotmail.com) invita a la presentación de su libro Las paradojas de la transición, agonía de un sistema político sin autocrítica. La cita es el 2 de julio, a las 19 horas, en el Club de Periodistas de México, Filomeno Mata 8, Centro Histórico, y participarán, además del autor, Porfirio Muñoz Ledo, José Luis Calva, Jesús González Schmal y Enrique Burgos.

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