jueves, julio 24, 2008

Los precios se comen a los anémicos salarios

Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri

No hay, lo que en rigor se ha denominado una Agenda Pública con una Política Económica que, al menos, frenara la voracidad de los empresarios cercando a las políticas privadas que se regodean en el libre mercado y más cuando éste prospera en una crisis de bajísimos salarios, desmantelamiento del mínimo Estado de Bienestar (apenas se brinda a cuenta gotas atención en salud con escasez de medicinas), aumento de precios y mayor desempleo.
Ya lo dijo el señor Calderón que su administración no se meterá contra la oferta y la demanda del mercado, donde la mano visible de los empresarios (banqueros, productores, patrones y toda la fauna del comercio aliada a la expansión comercial, más que de la globalización, de la voracidad estadounidense y canadiense) es la que defiende sus ganancias usureras, impone precios, esconde bienes y agudiza la pobreza.
Ese aumento de precios en los alimentos, a los que ya le encontraron una nueva causa: el desvío de cereales para producir combustibles, hizo que se perdiera el poder adquisitivo de los salarios y no menos de 80 millones de mexicanos (ya somos casi 106 millones, según el último reporte) que ya padecían hambre se encaminan a la hambruna.
Lo que les pagan a los trabajadores, del campo y de la ciudad hasta los niveles profesionales, se destinan al consumo directo y ahora requieren casi el doble de gasto para surtir sus mínimas necesidades. Los productos han aumentado un 50 por ciento y el calderonismo, como todos los gobiernos de derecha, solamente reza padresnuestros.
Este segundo semestre se inició con la real crisis económica que se anunció desde la desaceleración o recesión estadounidense y a cuya economía, la nuestra exporta el 90 por ciento de lo que a duras penas se produce.
Esa exportación ya bajó al 40 por ciento y nuestros “buenos” vecinos han decretado que la salmonelosis (por uso de agua contaminada para riego agrícola) está en varios de esos productos y les impidieron el paso a su país, para proteger su producción y así, cuando les conviene, el mercado libre y el libre comercio no funcionan conforme, dicen, a la “mano invisible”.
En ese contexto se deprime más la economía mexicana y, como siempre, los asalariados son los que tienen que pagar el sacrificio y reducir su consumo. Esto significa que el empobrecimiento nacional se multiplicará.
Los patrones, con su director de orquesta, el rijoso secretario del Trabajo: Lozano Alarcón (quien en lugar de pulsar el arpa, como Nerón mientras éste miraba el incendio por él provocado en el sector pobre de Roma) se sienta al piano, donde dicen que el calderonista es un “virtuoso”, para responder que por ningún motivo habrá aumentos salariales. Estos de por sí reducidos a salarios de hambre son comidos por el desaforado aumento de los precios. Y no hay políticas públicas panistas para regular el mercado.

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