jueves, agosto 21, 2008

Exitosa economía delincuencial

Por: Lilia Arellano
Estado de los Estados

La multitud obedece más a la necesidad que a la razón, y a los castigos más que al honor: Aristóteles

* Más del 60% del campo en el narco
* Calderón ejerce economía sin sensibilidad
* Total fracaso en la firma de acuerdos comerciales
* Ángel Buendía cuestiona a economistas voraces

Angel Buendía Tirado, presidente del Colegio Nacional de Economistas

El modelo económico actual ha demostrado ya su ineficacia es momento de cambiarlo ya que está afectando todos los renglones de la vida nacional sin excluir, por supuesto, el que genera la delincuencia, ya que entre las ramas de esta infame actividad también hay que mencionar a la economía delincuencial. Es tal el grado de fuerza que ya tiene en nuestro país que las autoridades del sector agropecuario advierten que más del 60 por ciento del campo mexicano productivo está dedicado a la siembra de estupefacientes: de ahí que pueda desprenderse que la contaminación ha llegado a todos los órdenes.
Entrevistado en el programa radiofónico Estado de los Estados (www.620.com.mx), el licenciado en economía y presidente del Colegio Nacional de Economistas, Ángel Buendía Tirado, sostuvo que sin necesidad de recurrir a los viejos cánones de la política ejercida durante 70 años, es necesario que nuestro país recupere un nivel que le permita mantener el índice de crecimiento que se requiere y con ello se logra, obviamente, la productividad, la competitividad, ya que cada Tratado de Libre Comercio que firma México es un autogol pues siempre, siempre, salimos perdiendo.
Lilia Arellano.- Gran parte de la inseguridad, nos dicen de manera reiterada, por una parte se debe a que no se abren espacios, a que los jóvenes no tienen acceso a las universidades, que tampoco hay parques públicos, que no contamos con esparcimientos culturales, etcétera, etcétera, etcétera, y yo me pregunto ¿a la hora que nos den una puñalada pues hay que comprender que al muchachito, pues su papá trabajaba, no tenía donde divertirse, donde jugar? ¿No va a pasar nada de eso, verdad? Es un pandillero y es un asesino. No habrá quien, desde el hospital, haga esas grandes reflexiones y otorgue justificaciones.
Pero por el otro lado, nos dicen: gran parte de que se desate la delincuencia depende de la economía. Estamos dentro de un proyecto que no garantiza empleo, que no nos garantiza el futuro, en donde los bancos abusan, en donde las Afores, todos los ahorros para el retiro desaparecen de manera milagrosa, con justificaciones con alzas y bajas en las bolsas de valores en el mundo, y bueno el que está 18 horas a la semana o cada dos días u ocho horas diarias tras de un escritorio, se vale decirle; ya te rebaje tu ahorro para el retiro porque la Bolsa de Nueva York se cayó. ¡Ay caray! El señor a lo mejor ni sabía que la Bolsa de Nueva York existía.
Todo esto nos dicen es la economía, ¿qué pasa con la economía? ¿usted si nos puede explicar algo licenciado Buendía?
Ángel Buendía Tirado.- Yo creo que este problema como el que arrancaste platicando de la inseguridad es un problema evidente y obviamente complejo, que incluye muchos planos, muchas dimensiones, y muy difícil de percibir en su conjunto. Déjame intentar comentarles a qué me refiero: tenemos en el país, como tu lo comentas, varias economías conviviendo, la economía formal, que es la economía que paga impuestos, que paga seguro social, que crea empleos; la economía informal, en la que tenemos quizá más del 30 por ciento de toda la población económicamente activa del país, y puede ser desde luego mucho más; lo que le llamamos la economía foránea, que es la economía de los millones de mexicanos que están en el extranjero, enviando recursos a México para mantener a sus familias y que de manera muy importante contribuye a la economía nacional, más que el turismo, y quizá en estos momentos con una cantidad que apenas nos permite salir a mano con déficit que tenemos en nuestra balanza comercial, por ejemplo, con China.
Lo digo de otra manera: todo el dinero que los mexicanos que viven en el extranjero nos mandan a México, más que el turismo, veinte y tantos mil millones de dólares, sirve para compensar lo que nosotros dejamos de percibir en nuestra relación comercial con China. La cifra con China debe andar cerca de los 16 mil millones de dólares de déficit. Entonces, ese dinero que entra por un lado, sale por el otro.
Pero sigo en el tema con el iniciaba el comentario: tenemos la economía formal, la economía informal, la economía foránea, la economía de subsistencia en la que están cuarenta y tantos millones de mexicanos pobres, luchando por sobrevivir cada día, y lo peor de todo que es nos mete en el tema que comentabas que es la economía delincuencial, y que es una de las economías más prosperas en este país.
Un altísimo porcentaje, cito al procurador agrario, quizá el 60 ó 65% de la tierra productiva del país está en manos del narco; quizá el 60 ó 65 por ciento de los municipios del país infiltrados por el narco. Cada mexicano que opta por delinquir o cada mexicano que se va arriesgando la vida a los Estados Unidos, es un discurso vivo, doloroso, de la incapacidad del Estado mexicano para crear los empleos que angustiosamente millones de mexicanos están reclamando.
Entonces, desde luego que la delincuencia se nutre de esa incapacidad de nuestra economía para competir, para generar empleos y para distribuir la riqueza con mayor justicia, claro que hay una conexión.
L. A.- Aquí hay algo que se aborda solamente desde un lado del escritorio. Usted está hablando de la economía delincuencial, es decir, sumándola al tipo de economías que hay en el país. También está la otra, la delincuencia que se genera por un proyecto económico como el que tenemos actualmente, como el que tuvo Fox, como el que tuvo Salinas, que tuvo Zedillo, que provoca la delincuencia. ¿Ese proyecto económico va a sobrevivir? ¿Vamos a seguir con este esquema, con esta división que se ve muy clara pero que se antoja suficientemente absurda?
A. B.- A reserva de que mis colegas economistas que me escuchen, vean o sientan que no es correcta la comparación, los modelos económicos son como las dietas, o funcionan o no funcionan. Y es evidente que el modelo económico mexicano no está funcionando, no estamos creciendo para generar los empleos necesarios, somos los campeones de los arreglos comerciales, cada vez que tenemos una invitación para firmar un acuerdo comercial salimos presurosos, firmamos, y en todos ellos somos deficitarios. Vamos a todas las fiestas y en todas nos bailan.

Sin definir el rumbo del país

No somos competitivos, y no somos competitivos porque no hemos sabido definir como país en qué queremos ser competitivos. Es evidente que la vieja receta del famoso Consenso de Washington, la vieja receta neoliberal, tiene más de dos décadas probando sobradamente su ineficacia.
L. A.- El propio gobierno de Estados Unidos está virando hacia la izquierda.
A. B.- Más que un problema de geometría es un problema de decisiones económicas. Pero Estados Unidos se ha caracterizado siempre por decir una cosa y hacer otra. Los Estados Unidos son los campeones del liberalismo económico y de la apertura comercial, y qué le pasa a nuestro aguacate, y ¿qué le pasa al chile mexicano, y qué le pasa a nuestro atún? Cada vez que hay excesos de producción en los Estados Unidos, nos cierran la frontera. Hay evidentemente en los hechos y en la práctica una actitud de protección y de subsidio a sus sectores económicos más importantes.
En cambio nosotros estamos todavía en el movimiento pendular de retirar al Estado de sus responsabilidades. Yo les pregunto: ¿dónde hay hoy en el mundo una economía exitosa sin la presencia del Estado?
L. A.- No, en ninguna, al contrario.
A. B.- China, Rusia, Corea...
L. A.- Hoy vemos lo que sucede en Venezuela con Cemex. Lo vemos muy claro, están festejando allá los ex trabajadores de Cemex que ahora la cementera es suya, eso les permite abaratar sus construcciones, sus obras de infraestructura, de desarrollo, todo.
A. B.- Bueno, nadie está postulando un regreso a los viejos estatismos, trasnochados y que probaron también su ineficacia. Lo que estoy diciendo es que el Estado mexicano, en su expresión más amplia, no solamente el aparato gubernamental, tiene brillantes, luminosas experiencias en materia de conducción del proceso económico, de participación en el proceso económico. ¿Qué tenemos que hacer? Creo yo, refuncionalizar esas experiencias del Estado mexicano y volverlo nuevamente a poner al frente de los equilibrios necesarios entre Estado y mercado.
L. A.- Oiga, ¿quién puede hacer eso? Porque Carstens no puede ni siquiera con el péndulo. Digo, no es que no quiera, no puede el pobre. Comerse media vaca también tiene sus consecuencias.
A. B.- Es responsabilidad del aparato público, del sector público, pero también es nuestra responsabilidad decirlo, empujarlo, estar permanentemente como yo estoy contigo, con ustedes en los medios, subrayando que es posible encontrar soluciones inteligentes.
L. A.- ¿Qué... hacemos otra marcha?
A. B.- Pues si sirve, encantado de la vida, y me dicen qué pancarta me toca.
L. A.- Hubo momentos en el país en el que parecía que todo dependía de la acción, la función de los contadores públicos. Los contadores públicos eran el punto máximo en cuanto a administración, entrega de cuentas, supervisiones, etcétera. Después llegaron los economistas y primero hubo enfrentamientos, los economistas pretendían ser los jefes de los contadores públicos, porque supuestamente era mucho más amplio su campo de acción y sus ideas. Lo cual también era cierto, los contadores siguen siendo cuadrados, a los contadores un balance les tiene que dar un balance y, de preferencia, con números negros.
Pero de repente parece que al gobierno le llegaron los contadores, no los que se dicen economistas. La función gubernamental hoy se rige por números negros. A ellos les interesa decirnos que hay superávit fiscal, que tenemos las reservas internacionales más importantes en la historia del país, pero ¿qué sucede cuando tenemos un gobierno tan rico, tan infinitamente rico, y un pueblo tan desgraciadamente pobre? ¿Y los economistas? Estos que aparecen, todos, incluyendo al secretario de Hacienda, es economista y esta muy, muy, pero muy interesado en que tengamos superávit, y además subejercicios, y ahorros...
A. B.- En temas tan sensibles como seguridad pública...
L. A.- En todos los rubros, en salud, en seguridad pública, en vivienda, en educación, en infraestructura, en empleo, en todo. ¿Qué se convirtieron los economistas en contadores para presentar estos balances? ¿Qué pasó?
A. B.- Lo que sucede es que al igual que en cualquier otra profesión como en la medicina, como en la ingeniería, como en la arquitectura, hay muchos tipos de economistas, básicamente dependiendo de la formación que uno adquiere y pareciera ser que a una cantidad importante de economistas pues se les olvida que a final de cuentas la profesión tiene que ver con la calidad de vida de la gente.

Conocimiento con sensibilidad

Yo me formé en la UNAM, soy egresado de la UNAM; mi experiencia más amplia está en desarrollo regional y he trabajado muchas veces en áreas de desarrollo social, en el gobierno federal, estatal. Lo que digo es que de repente pareciera ser que a algunos economistas se les olvida para quién trabajan y a final de cuentas cuál es su misión profesional. Yo siempre he entendido la economía como una profesión que tiene como fin último que la gente viva mejor.
L. A.- Bueno, cuando se ejerce desde un cierto punto. Tal vez para un economista de Teléfonos de México el objetivo es distinto. Estamos hablando de los economistas que están dentro del aparato gubernamental.
A. B.- No, porque al final de cuentas hay economistas en el sector privado o en el sector público que entienden y comprenden perfectamente que a final de cuentas -y uso tu ejemplo de Teléfonos de México- un economista que trabaje para una empresa como esa puede comprometer su emoción, su experiencia para que haya un buen servicio, para que haya tarifas accesibles...
L. A.- ¿Le corresponde al renglón economía...?
A. B.- Yo creo que sí porque a final de cuentas todo toca el bolsillo de los mexicanos. Y a mi no hay economía que me importe más que la que se refleja en el bolsillo de los mexicanos.
L. A. - Bueno y los economistas que abren los expedientes para la devolución de impuestos. ¿Esos qué, son como magistrados que condenan a muerte?
A. B.- Hay desde luego desde esta amplísima gama de economistas quienes hacen distintas chambas. Seguramente que hay en el aparato tributario mexicano economistas que tienen como misión hacer eso.
L. A.- ¿Y los economistas de los bancos?
A. B.- Igual, evidentemente trabajan al servicio de los intereses de la institución para la que trabajan.
A. B.- Y el Colegio aquí no puede hacer un señalamiento: "oigan, ¿qué les pasó?, están ustedes dándole en la torre a la profesión.
A. B.- Esa es precisamente la idea. No podríamos hacernos cargo del desempeño de cada uno de los economistas de México habida cuenta de que hay economistas de chile, de dulce y de manteca. Pero si asumir la responsabilidad de que el Colegio debe ser una organización básicamente plural, al interior del Colegio están reflejadas todas las corrientes de pensamiento, todas las militancias, todas las simpatías políticas. El Colegio no tiene ningún sesgo de orden partidario, ni nos importan las elecciones. Nos importa básicamente que al interior del Colegio la inteligencia colectiva de los economistas de México pueda funcionar y ponerse al servicio del país antes que otra cosa. Nos importa antes que nada que la economía del país les sirva a los mexicanos y dejemos de estar tributando un proceso global en donde los ganadores están afuera, no adentro.

Otra vez acuerdos frustrados

Ricardo Iglesias. - Si en México ya se había dado la solución de la economía mixta, ¿por qué destruir, desmantelar toda esa estructura que se había hecho conjuntando capital privado y público, e incluso social, para dejar una economía feroz, loca, sin objetivos, sin rumbo?
A. B.- Porque cometimos el error de satanizar los aspectos negativos de ese modelo que se fue agotando, entonces tiramos el agua sucia de la bañera con todo y el chamaquito adentro, nos deshacemos de lo que debemos deshacernos pero se nos olvida que lo importante está también ahí. Es decir, nos fijamos, satanizamos, castigamos, robamos los componentes de ese modelo que dejaron de ser funcionales y asumimos un modelo que ha mostrado sobradamente que no funciona, que no opera.
La única manera que tiene el ser humano en el planeta de compensar las deficiencias del mercado se llama Estado. No hemos podido inventar ningún otro mecanismo que opere para compensar esas deficiencias del mercado. Y le apostamos siempre al mercado en los últimos años. Le apostamos a que el mercado haría el milagro de localizar, de ubicar los recursos de manera eficiente. El mercado te puede hacer efectivamente una localización relativa, inteligente, del recurso pero el mercado no entiende de justicia social, ni de problemas sociales, porque esa no es su función, esa es función del Estado.
Joaquín Reséndiz.- Todas estas condiciones, todos estos estudios, todos estos análisis, nos llevan a una pregunta, siguiendo aquí al compañero Miró, como decía Lenin: ¿qué hacer para poder lograr tener el crecimiento económico que requiere el país, que dicen algunos especialistas debe ser del 7 por ciento el crecimiento del Producto Interno Bruto y que debe de haber una generación de empleos de cuando menos un millón al año para poder hacer frente a nuestro ejército de reserva. ¿Qué es lo que tenemos que hacer para alcanzar esto?
A. B.- Ojalá Joaquín alguien tuviera una respuesta directa, concreta y simple a tu pregunta de ¿qué hacer con la economía? Hay muchos quehaceres, hay muchas propuestas. Afortunadamente lo que no nos falta en México es el concurso de economistas, de sociólogos, de analistas, de mexicanos que han estudiado el problema, que lo conocen a fondo y que están sistemáticamente sugiriendo qué hacer.
El problema no está en encontrar modelos, alternativas, caminos que nos permitan incluso utilizar experiencias de otros países, sumadas a la experiencia mexicana. La pregunta es ¿cómo logramos construir acuerdos para que esas propuestas y esas sugerencias se concreten y sean viables?
Algo que ha mostrado el país trágicamente y tristemente es incapacidad crónica para producir, generar, crear los acuerdos que el país requiere. No somos capaces los mexicanos, los políticos, los partidos, de ponerse de acuerdo en los temas fundamentales del país. Ahí está por ejemplo el caso Pemex, qué bueno que hay un conjunto de iniciativas de esa naturaleza, pero el problema de la economía es bastante más amplio que el problema de Petróleos Mexicanos, no obstante que Pemex como ustedes lo saben contribuye con una parte fundamental del gasto público.
¿Qué es lo que yo creo que debemos de hacer? Identificar entre sector público, sector privado, representación empresarial, factores reales de la producción, sindicatos, economistas y sociedad organizada, tenemos que crear un proceso acelerado de revisión de aquellos aspectos de la economía que requieren urgentemente un cambio y pactar los cambios. Porque de otra manera, unos jalan para un lado, otros jalan para el otro. Hay cincuenta visiones y no logramos ponernos de acuerdo, y el tiempo pasa y la economía no crece, y los mexicanos se siguen empobreciendo.
Y ya para concluir la entrevista le informamos que tan caduco está el modelito impuesto desde el sexenio de Miguel de la Madrid que el desempleo aumentó y repuntó hasta el 4.15 por ciento de la población económicamente activa, niveles éstos que ya habían detenido su loca carrera en el 2004.( lilia_arellano@yahoo.com)

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