jueves, agosto 07, 2008

Gary Becker, Profesor de la Escuela de Economia de la Universidad de Chicago y Premio Nobel de Economia 1992, tiene un trabajo sobre la economia del Crimen, dada la importancia y fuerte impacto mediatico del secuestro y asesinato del joven Marti.


LA ECONOMÍA DEL CRIMEN

JENS LUDWIG Profesor de Administración de Servicios Sociales, Leyes y Política Pública Universidad de Chicago Miembro del Decanado de Investigación, Buró Nacional de Investigación Económica Miembro Senior del Cuerpo de Docentes No-Residentes, La Institución Brookings

Introducción

Presidente Berger, Presidente Zelaya, Presidente Saca, Presidente Torrijos, Presidente Musa, Distinguidos Invitados, Es un gran placer el tener la oportunidad de discutir con ustedes ahora formas cómo reducir la prevalencia y los costos sociales asociados con la actividad criminal en América Central. Quisiera mencionar seis puntos fundamentales: Primero, los costos del crimen para la sociedad, son enormes. Además del enorme peso y cuota humana, los costos del crimen incluyen efectos adversos sobre el desarrollo económico. Segundo, muchas – aunque no todas – las cosas que el antiguo alcalde de la Ciudad de Nueva York,Rudolph Guiliani, le recomendó a la Ciudad de México para lograr su esfuerzo por reducir el golpe del crimen y que me parecieron bastante prudentes. Las piezas prometedoras en su lista incluyen esfuerzos para profesionalizar aún más los departamentos de policía locales, incluyendo salarios altos y mayor rendición de cuentas, así como inversiones en mejores tecnologías. Tercero, las inversiones en mejores tecnologías, especialmente inversiones en tecnologías de la información y sistemas de datos, son básicos para utilizar recursos de puesta en vigencia de la ley deforma más eficientemente. Por ejemplo, en los EE.UU. tenemos varios ejemplos estimulantes de cómo los departamentos locales de las policías han usados nuevos sistemas de datos para involucrarse en resolución estratégica de problemas policiales relacionados a aspectos criminales especialmente difíciles, tales como armas o drogas. Cuarto, el enfoque económico ante el crimen sugiere que hasta los criminales deberían responder ante los incentivos. Esto significa que además de identificar formas para aumentar más eficientemente los castigos por cometer un crimen, deberíamos también pensar en formas cómo usar políticas sociales y educativas para lograr alternativas al crimen. Puesto de diferente forma, deberíamos estar pensando en “zanahorias” así como en “palos” para controlar el crimen. Quinto, cualquier esfuerzo por reducir el crimen es capaz de requerir “insumos” tanto del sector privado así como del sector público. Existe una variedad de temas que los gobiernos pueden hacer para ayudar a estimular al sector privado a participar en el control del crimen. Finalmente, estos esfuerzos por reducir el crimen requerirá gastos adicionales del gobierno, lo que fue enorme preocupación en algún momento fue una de las mayores preocupaciones relacionada a seguirlos consejos externados por el Alcalde Guiliani después de su visita a la Ciudad de México. Sin embargo, existen buenas razones para creer que estos esfuerzos adicionales ante el control del crimen, pueden generar beneficios a la sociedad, que compensan estos nuevos costos. Si lo ponemos de diferente forma, el control del crimen parece una inversión prometedora para sus gobiernos.

2. Los costos del crimen

El crimen impone tremendos costos a la sociedad, tanto en países desarrollados como en desarrollo. Por ejemplo, en Estados Unidos el Producto Interno Bruto en 2006 fue de cerca a $13 billones. Al compararlo, calculo que los costos sociales totales del crimen para la sociedad estadounidense podrían haber sido hasta $2 billones por año.

3. Los crímenes violentos, especialmente los homicidios, representan una participación desproporcionada de estos costos sociales del crimen.

El costo humano del crimen es tremendo y en la mayoría de los países de los que he visto datos, el crimen y especialmente los crímenes violentos, se encuentra desproporcionadamente entre los grupos de la sociedad que reciben los menores ingresos. Creo firmemente que existen buenos argumentos para reflexionar sobre los planes para controlar el crimen como un componente importante de las políticas de reducción de la pobreza. Aunque muchas instituciones de gobierno y organizaciones internacionales han convertido en prioridad el “aumentar los ingresos de las personas pobres”, recomendaría una misión ligeramente más amplia como buscar el “mejorar la calidad de vida de las personas en pobreza.”Es posible que en algunos casos, el reducir el riesgo ante el crimen que enfrentan las familias de bajos ingresos, podría ser la forma más costo-efectiva de mejorar su vida, aunque estas medidas de control del crimen no logren nada inmediatamente para mejorar sus niveles de ingresos por sobre la línea de la pobreza. Además de los costos humanos asociados con el crimen, los esfuerzos para controlarlo también son importantes para los esfuerzos por lograr un desarrollo económico. Una fuerte cantidad de investigación empírica desde los EE.UU. sugiere que el crimen afecta la actividad económica de forma muy variada. El crimen obliga a las personas a huir de las ciudades en los Estados Unidos y mudarse a los suburbios, afectando las decisiones comerciales sobre dónde ubicar y cuándo operar, además de aumentar los costos de hacer negocios debido al robo y el fraude. El crimen también afecta el turismo, lo que obviamente es una industria importante para los países que son tan bellos como estos aquí en América Central. Por ejemplo, en los Estados Unidos, el haberles disparado a 10 visitantes extranjeros en la Florida en 1993 llevó a una disminución muy grande en aquel estado con $30 mil millones anuales de industria turística, disminuciones de hasta 15% en algunos cálculos. Existen también algunos estudios económicos que sugieren que la disminución de crimen masivo que experimentamos en los Estados Unidos durante los 90s, ha contribuido a una nueva vitalidad económica de las grandes ciudades como Nueva York y Chicago. Finalmente, los gobiernos en todo el mundo dedican recursos considerables para encerrar a los criminales después que cometen sus crímenes. Por ejemplo, en los Estados Unidos gastamos más de $60 mil millones en correccionales para mantener a más de 2 millones de personas detrás de las rejas1 Nótese que mi cálculo no implica que el crimen representó 15% del PIB en los EE.UU. Mi cálculo incluye tanto costos tangibles a las víctimas del crimen y aquellos que se preocupaban por estas víctimas, así como los costos tangibles. El crimen reduce la calidad de vida en los EE.UU. en un equivalente de tal vez hasta el 15% del PIB en 2003.Si podemos prevenir el crimen antes que suceda para comenzar, podríamos re-dirigir estos recursos gubernamentales a otras actividades que puedan estimular directamente el desarrollo económico o ayudar a satisfacer otros objetivos sociales importantes. La lección central aquí es que el costo del crimen es tan grande que en principio hasta los nuevos esfuerzos caros de control del crimen generarán beneficios que los justifiquen, y que generalmente, la reducción del crimen es un insumo central en el desarrollo económico.

4. La Propuesta Guiliani – No está tan mal...

En 2003, el ex-alcalde de Nueva York Rudolph Guiliani era todavía consultor más que candidato presidencial, cuando visitó la Ciudad de México y describió un programa para reducir el crimen en dicha ciudad. Creo que algunos de los elementos de la propuesta Guiliani son sensibles y prometedores. Estos incluyen:• Ayudar a mejorar el profesionalismo de la policía local, proporcionándoles nuevos uniformes y un sueldo mucho mejor, lo que puede ayudar a reducir la tentación de funcionarios de la puesta en vigor de la ley de ganar dinero extra con actos ilícitos. • Aumentar la rendición de cuentas para los oficiales que ayudan al cumplimiento de la ley, incluyendo tal vez en algunos casos pruebas de drogas y mejoras en los procedimientos de investigaciones internas. • La inversión en nuevas tecnologías, que en mi opinión se enfocarían en gran parte en el desarrollo de sistemas de datos sobre crimen que pueden ayudar a que los departamentos de policía permanezcan con una buena rendición de cuentas y mejorar los recursos generales del enfoque y eficiencia de la policía. El ejemplo más famoso es el sistema COMPSTAT de la Ciudad de Nueva York, donde las estadísticas criminológicas se desarrollan para cada ronda policíaca en la ciudad, y luego durante reuniones semanales de la policía los líderes de rondas rinden cuentas. A esta lista le agregaría la posibilidad de expandir el tamaño de la fuerza policial. Creo que existe buena evidencia que los EE.UU. actualmente está falta de empleados, y que habrían grandes beneficiosa la expansión del tamaño de la fuerza policial. Es posible que esto sea cierto para algunos otros países también. Quisiera anotar que no todas las propuestas del Alcalde Guiliani me parecen una buena idea. Por ejemplo, el Alcalde durante mucho tiempo ha dicho que lo que él llama las “ventanas quebradas” cuando se hace el trabajo de policías, es responsable de una buena parte de la disminución del crimen que se observó en la Ciudad de Nueva York durante los 90s. La policía de ventanas quebradas se enfoca en refuerzo de crímenes menores molestos, tales como personas que rompen ventanas o hacen graffiti o hacer mucho ruido, lo que no es serio por sí mismo, pero de acuerdo al criminólogo James Q. Wilson, ayudan a crear las condiciones sociales que contribuyen a esparcir un problema criminológico. Sin embargo, mi colega de la Universidad de Chicago Bernard Hancourt y yo hemos escrito un documento – convincente, en mi opinión – que la policía de ventanas rotas es el uso más efectivo de los recursos de policía escasos.

5. Resolución estratégica de problemas

El tipo de sistemas de datos que el Alcalde Guiliani está estimulando en la Ciudad de México y que yo recomendaría así como en toda América Central, pueden también ayudar a desplegar recursos policiales de formas más eficientes – es decir, ayudarnos a lograr más reducción de crimen para un grado específico de gastos de la policía. Por ejemplo, en los EE.UU. el crimen está bien concentrado geográficamente – una buena parte de los vecindarios en mi ciudad natal de Chicago representan una buena porción de todo el crimen violento. Han habido un gran número de estudios muy buenos que demuestran que los recursos policiales concentrados en estos “puntos conflictivos” de crimen pueden reducirlo comparado con las prácticas usuales de la policía que usamos en los EE.UU., que involucran el esparcir recursos policiales de forma más pareja en las diferentes áreas, y tenerlos enfocados en actividades normales de patrullaje y respuestas a llamadas al 911 en caso de servicios de emergencia. Pero necesitamos buenos sistemas de datos criminales para poder identificar dónde están estos “puntos conflictivos”. Como otro ejemplo, en la mayoría de las grandes ciudades estadounidenses, la violencia de pandillas y armas son particularmente las áreas principales del problema general del crimen. Existe un programa muy famoso en los EE.UU. que se llama el Proyecto de Armas de Boston que usó sistemas de datos para descubrir que la mayoría de la violencia a manos de armas en aquella ciudad la instaban contiendas entre pandillas dedicadas a la venta de drogas. Esto llevó al desarrollo de programas de disuasión orientados a las pandillas, en las cuales la conducta violenta de cualquier miembro de la pandilla llevaba a que se castigara a toda la pandilla, incluyendo ofensivas muy severas y enfocadas en contra de la actividad de distribución de drogas de la pandilla. Este tipo de enfoque estratégico para la resolución de problemas requiere tanto datos como buena colaboración entre las diferentes agencias de gobierno, pero en mi opinión son muy prometedoras si se pueden lograr. Nótese que mi sugerencia sobre el uso de sistemas de datos mejorados y la planificación estratégica para enfocar los recursos policiales para enfocar los “puntos conflictivos” del crimen, las pandillas y armas, que representan esencialmente el opuesto a hacer policía de ventanas rotas. Bajo la policía de ventanas rotas, los legisladores enfocan sus recursos en aquellas ofensas menores como una forma para prevenir que escalen a ofensas más serias. Creo que la mejor información disponible sugiere que la mejor forma de prevenir las ofensas más serias, es enfocar los recursos policiales directamente en aquellos crímenes serios.

6. Zanahorias así como palos

El enfoque económico al crimen realmente viene desde un documento de 1968 escrito por mi colega de la Universidad de Chicago y Ganador del Premio Nóbel Gary Becker, quien argumentó que hasta los criminales responderían ante incentivos. en los 40 años desde documento de Becker tenemos ahora evidencia empírica relativamente buena que sugiere que está en lo correcto. Esta visión de Becker que los criminales responden ante incentivos sugiere que podríamos estar pensando sobre incentivos positivos para alejar a las personas del crimen, así como incentivos negativos para el crimen, viniendo de la amenaza del castigo. Por ejemplo, dentro del contexto estadounidense, ahora tenemos toda una serie de material investigativo que podemos prevenir que las personas se involucren en el crimen desde un principio, con cosas como por ejemplo ofrecerles a los niños pobres una buena educación temprana, aún antes de comenzar su escuela regular, mejorando la calidad de las escuelas a las que van los niños, y proporcionando asistencia de efectivo adicional que ayuda a sacar a las familias de la pobreza. Otra idea importante que mencionaría del enfoque de Becker ante el crimen es que deberíamos estar utilizando más lo que se llaman las “sanciones intermedias” que son básicamente castigos a las personas convictas de crímenes que se quedan a un paso de ser encarcelados. Para algunas personas, la amenaza de una multa muy alta o arresto domiciliario (implementado ahora con una nueva tecnología de monitoreo electrónico), puede ayudar a detenerlos de involucrarse en crímenes, o por lo menos algunos de estos tipos de crimen menos serio. Este tipo de sanciones intermedias podría ser mucho más costo efectiva en la prevención de algunos tipos de crímenes que el enfoque tan costos que es lo que sucede automáticamente en los Estados Unidos. Es decir, encerrar a las personas durante un período relativamente largo a un costo de cerca de $30,000 por prisionero por año. (Por esta cantidad de dinero podría casi pagar el costo de colegiatura de la Universidad de Chicago).

7. Participación pública y privada

Por último, cualquier intento de reducir el crimen requerirá esfuerzos privados así como públicos. El sector privado juega un papel muy importante en la lucha contra el crimen. La importancia del papel del sector público aquí me lo enseñó mi amigo Philip Cook, un economista en Duke y uno de los investigadores líderes sobre el crimen, que nota que en los EE.UU. hay tantos guardias de seguridad contratados por el sector privado, como lo hay funcionarios de la policía juramentados, empleados por el sector público. Un desafío de la política pública es que los ciudadanos privados son capaces de sub-investigar en aquellas actividades de prevención del crimen que general beneficios a otras personas en la comunidad. Tal vez el ejemplo más famoso de esto en los EE.UU. es Lo Jack, que es un artefacto electrónico que ayuda a la policía a darles seguimiento a los automóviles robados. Los vehículos equipados con LoJack no lo anuncia, y la investigación hecha por mi colega de la Universidad de Chicago, Steve Levitt, ha demostrado que las compras privadas del artefacto Lo Jack ayudan a reducir la probabilidad que se roben los vehículos, aún para personas que ellos mismos no equipan su vehículo con dicho artefacto. En casos como este, podría existir un papel muy importante qué jugar para el gobierno en el subsidio de actividades del sector privado que ejercen un efecto disuasivo general sobre el crimen y que beneficia a todos en la comunidad. Por supuesto, existen algunas actividades protectoras del sector privado que simplemente desplazan el crimen, que no son tan merecedoras de subsidios gubernamentales. Nótese que hasta las actividades de justicia criminal estándares que ejerce el gobierno no pueden funcionar sin la cooperación y confianza de los ciudadanos comunes. Es muy difícil para la policía es arrestar a alguien si no relata el evento criminal la víctima, y muy difícil para las cortes el procesar con éxito a los ofensores, si los ciudadanos privados no están dispuestos a participar en el sistema judicial como testigos y jurados. Parte de la duda de parte de los ciudadanos privados de participar en el sistema de justicia criminal, viene del hecho que el tiempo que ellos dedican al informe de crímenes alas policía, o sirven como testigos o jurados, no está bien compensado, en el menor de los casos. Y en algunas circunstancias, los ciudadanos comunes podrían muy bien estar dudosos sobre si informar sobre un crimen o servir como testigo, por que ya sea no confían completamente en el sistema de justicia criminal que haga lo correcto, o no confían completamente que el sistema de justicia criminal los pueda proteger en contra de aquellas personas que buscan coaccionar o disuadir a los testigos. El resultado de esta constelación de factores, es que vemos pocas tasas de reportes policiales en los Estados Unidos. Por ejemplo, en 2005 solamente el 41% de todos los crímenes fueron reportados a la policía por las víctimas. Podría imaginarse que la participación de crímenes reportados a la policía podría ser mucho mayor para los tipos más serios de ofensas – crimen violento – pero aún ahí, solamente el 47% de crímenes violentos en los Estados Unidos son reportados a los funcionarios de puesta en vigor de la ley. Estas cifras vienen de las encuestas nacionales de victimización del crimen llevadas a cabo en los EE.UU., y aunque no tenemos datos de significancia similar para muchos países, me sorprendería si las tasas de reporte bajo que vemos en los EE.UU. no se sostienen para muchos otros países también. Una implicación es que deberíamos estar considerando formas cómo estimular a los ciudadanos privados a participar en el sistema de justicia criminal. Por ejemplo dentro del contexto de los EE.UU., existe evidencia que el expandir el tamaño de la fuerza policial aumenta el deseo de las personas de reportar los crímenes a la policía, supuestamente en parte por que opinan que existen posibilidades que el reportar el crimen hoy en día es más posible que lleve a un arresto. Es posible que algunos de los otros cambios que hemos discutido – profesionalización de los departamentos de policía a través de un pago y rendición de cuentas aumentado – podría tener el mismo efecto. Podríamos también considerarla posibilidad de otras formas de incentivar a las personas de forma directa, para que sean tan cooperadores como sea posible con los esfuerzos de la puesta en vigor de la ley.

8. Conclusión

Cuando el Alcalde Guiliani visitó la Ciudad de México en 2003 y ofreció su grupo de recomendaciones al alcalde sobre cómo reducir el crimen, la reacción inmediata fue preocupación de cómo iba el gobierno a poder pagar los costos asociados con la propuesta del Alcalde – sin importar cómo iba a poder pagar el gobierno los honorarios de consultoría de $4.3 millones de Guiliani. Sin embargo, los costos del crimen mismo son enormes, incluyendo muchos costos tangibles y concretos relacionados al desarrollo económico y presupuestos gubernamentales. Dadas las investigaciones existentes sobre la efectividad de muchas de las estrategias específicas que hemos discutido, creo que existen buenas razones para creer que el dedicar recursos adicionales a estas propuestas, sería una inversión sabia que eventualmente generaría beneficios al desarrollo económico y la sociedad como un todo, y que justificaría los mayores gastos.
oikos mailing listoikos@lists.yumka.com

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