viernes, septiembre 19, 2008

Estado vacío de poderes equivale a malos gobernantes

Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri

La crisis por la que atravesamos los mexicanos de a pie (los de caballería tienen guardaespaldas y toda clase de seguridad personal, familiar y de domicilio) por la creciente inseguridad de toda clase delincuencial y cuya “curva”, dice el Procurador General, no “ha llegado a su tope” se debe, principalmente, a lo que han llevado a infeliz término los neoliberales respecto, pues, de reducir al Estado o Estado mínimo y que corresponde no a una reducción burocrática en la cúpula, como a una retirada del buen gobierno y dejarle los espacios, en economía y el mercado, al “dejad hacer, dejad pasar” del liberalismo ortodoxo de inspiración fisiocrática.
En política, la derechización de la conducción gubernamental con acento religioso. Y en lo social, abandono a su suerte miserable a los pobres, a los desempleados, a los niños. Todo en un ambiente de impunidad, todo género de corrupciones, perversiones y así dar rienda suelta al “¡sálvese el que pueda!”.
Se habla de que no hay Estado. Empero, la subcultura de la ilegalidad que desde arriba se practica y que permea a todas las instituciones como a los que desempeñan los cargos públicos judiciales, legislativos y ejecutivos (más la organización estatal descentralizada y sus órganos con autonomía) es la que genera un Estado vacío de gobierno.
Tenemos una descomposición política, caracterizada por el abuso del poder en todas esas instancias. Los buenos gobernantes republicanos han desaparecido dejando un vacío que ocupan los malos gobernantes, los delincuentes y la voracidad de empresarios explotando trabajadores, encareciendo los productos y sacando sus ganancias a paraísos fiscales y la banca extranjera.
Estado sí hay. Faltan buenos gobernantes, en el sentido del buen gobierno republicano. Y democrático. Por eso hay motín a bordo de la nave estatal, mientras el pueblo, desde las clases medias bajas y hasta sus pobres y empobrecidos sobreviviendo en la hambruna, siguen siendo los galeotes que reman, mientras en el timón los malos gobernantes nos conducen al naufragio social.
No es que la historia se repita, pero otra vez, en vísperas de los preparativos para festejar las Revoluciones de 1810 y 1910, existen hechos y síntomas de inconformidad económica, malestar social y cuestionamientos políticos. Y el Estado, vacío de buenos gobernantes, pero sitiado por los delincuentes y los malos gobernantes, enfrenta los reclamos nacionales de una alternativa.
Esa alternativa, con sus dos opciones, es la de restaurar la paz social sometiendo a todos a la legalidad y legitimidad del Estado como orden jurídico-político de fines democráticos y republicanos por medio de buenos gobernantes o estalla la guerra de todos contra todos, como continuación de la violencia que ha impuesto la barbarie de los delincuentes frente a un Estado vacío de poderes eficaces por el mal gobierno de sus tres instancias.
cepedaneri@prodigy.net.mx

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