domingo, octubre 19, 2008

Distrito Federal; ciudadanía en movimiento

Bernardo Bátiz V.
jusbbv@hotmail.com

En todo el país veremos movilizaciones en protesta contra la pretensión de abrir la puerta de nuestro petróleo a intereses particulares y ajenos, pero sin duda la batalla cívica crucial, la que definirá el rumbo de la nación mexicana en las próximas décadas, se dará en la capital del país. Están ya formadas las filas de quienes en estos días evitarán que se altere subrepticiamente la legislación constitucional que reserva para la nación "el control y la propiedad" de las áreas estratégicas de la economía, entre ellas el petróleo.

El martes pasado se dio el anticipo: varias decenas de miles de ciudadanos, convocados menos de 48 horas antes se reunieron al llamado de quien encabeza el movimiento en defensa del petróleo. Entre el Hemiciclo a Juárez y el antiguo templo de Corpus Christi, una multitud abigarrada dio nuevamente muestras de su decisión de defender la economía nacional contra quienes se quieren apoderar del petróleo.

La gente escuchó cuál es la situación del debate en el Senado de voz de Pablo Gómez, experimentado legislador. El auditorio se mostró alegre y entusiasta y disfrutó las ironías del senador, quien relató los altibajos de lo logrado en comisiones.

Poco después la arenga, que fue subiendo de tono, de serena a exaltada, de López Obrador, encendió los ánimos y arrancó el compromiso de todos a salir adelante. El martes, como en otras ocasiones, nadie se excluyó y todos están prestos a evitar el atropello que ensombrecería aun más el futuro de México.

Nuevamente en la capital, la más politizada concentración de ciudadanos en el país, la gente de avanzada, consciente, informada y decidida, se prepara a movilizarse si es el caso, para exigir que se respete la Constitución y que no se entregue a unos cuantos lo que es de todos.

Supliendo la falta de información (los medios electrónicos ignoraron la concentración), la voz de la resistencia ha buscado sus propios canales, la verdad no puede detenerse, y de boca en boca, por la maravilla del Internet y por hojas impresas y modestas publicaciones, con carteles en las calles y en las casas, todos sabemos ya que ha llegado la hora de mostrar a los que tienen su ambición puesta en los negocios de Pemex que no se los permitiremos.

En todo el país se dará la batalla, pero la capital será el centro, el corazón de la confrontación cívica; lo que aquí pasa es noticia nacional y mundial, aun cuando las grandes televisoras rechinen los dientes y den preferencia a lo insulso, tratando de ocultar lo importante.

Quienes estuvimos el martes en avenida Juárez disfrutamos de una fiesta; la tarde estaba nublada, pero clara, sobre la avenida Juárez, a un lado de los modernos edificios de Relaciones Exteriores y el Tribunal Superior de Justicia, obras del gobierno de López Obrador, enmarcado todo por el verdor de la Alameda, la gente disfrutaba; era un gusto ver los grandes rehiletes amarillos girar con la brisa, las banderas ondeando e identificar a los brigadistas por el color de sus camisas y de sus paliacates, todos velando armas en vísperas de la batalla cívica en la que se juega algo muy importante para todos.

La reiteración del dirigente no sobra, la resistencia al atropello es civil y pacífica, hay que repetirlo contra las mentiras de quienes atribuyen al movimiento un carácter violento; no sólo está el llamado constante a la resistencia pacífica, sin agredir, sin destruir o dañar, el discurso se confirma con los hechos. Pueden estar reunidos cientos de miles de ciudadanos indignados por el fraude electoral, por la injusticia o por los abusos del poder, sin desbordamientos y sin agresiones; todos saben que razón y firmeza son más fuertes que la ira y la violencia.

La privatización ya se detuvo, ya se hizo imposible tal como inicialmente se había planeado; sin embargo fue sólo una primera batalla; si persisten en su afán antipatriótico, la ciudadanía consciente e informada está preparada para resistir.

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