lunes, octubre 13, 2008

Los jacobinos negros

Hace unos días terminé de leer el libro, Los jacobinos negros de C.L.R. James, editorial Fondo de Cultura Económica, que trata sobre la abolición de la esclavitud y la Independencia de Haití. Lo recomiendo como una lectura obligada a todo aquel que se interese en conocer no sólo los procesos de liberación sino al ser humano.

Haití, lo que en aquel entonces era la parte de Santo Domingo (La Española) colonizada por Francia, fue el primer país que abolió la esclavitud en 1793 y fue la primer colonia de América Latina que proclamó su independencia el 1 de enero de 1804.

¿Cómo puede ser ahora el país más pobre del continente?

1) En 1492, Cristóbal Colón se encontró con una isla, la nombró La Española y tarde se le hizo para convertirla en parte de España, sin importarle que ahí habitaban los Taíno Arawaks. Apresaron a Anacaona, la reina del lugar y la ahorcaron delante de sus pobladores. Por años explotaron el oro de sus minas y esclavizaron a los aborígenes, si se negaban a trabajar para ellos los asesinaban. La malnutrición y las enfermedades que les contagiaron redujo significativamente a la población. Entonces se fueron a África por esclavos.

Estoy segura que si alguien puede imaginar el más horripilante escenario para los negros que eran cazados en África, a quienes transportaban atados de pies y manos durante el largo trayecto hasta Santo Domingo, en el que un tercio moría por las infernales condiciones o porque se suicidaba arrojándose al mar, se quedará corto. Y es que cuando uno comienza a imaginarlo, según lo describe el autor, sólo consigue algunas escenas que provocan tal dolor que no se puede seguir pensando en ello. La vergüenza de pertenecer a una especie capaz de semejantes crueldades provoca el deseo de escapar hasta el último rincón de la tierra para no volver jamás a cruzarse con un ser de esta especie a la que se le denomina humana.

2) A la par de este sentimiento surge, en la misma proporción, la admiración por el ser humano que comandó las fuerzas rebeldes para que en poco más de diez años lograran abolir la esclavitud y que se proclamara la independencia: Toussaint L’Overture.

Toussaint L’Overture había sido un esclavo y tenía 45 años cuando inició la lucha. El ejército de esclavos que logró conformar luchó contra españoles, británicos y franceses.

Inimaginable resulta también que un esclavo que comenzó con un grupo de esclavos analfabetos cuyos cuerpos soportaban el peor trato y un trabajo agotador haya generado una fuerza que terminara por derrotar a españoles, británicos y nada menos que al ejército de Napoleón.

Ese negro además de su fortaleza física, fue un genio en lo intelectual y en lo moral.

3) En la cruenta lucha, los negros sufrieron masacres, torturas y traiciones en pos de un deseo: LIBERTAD.

Los blancos propietarios de las grandes plantaciones no tuvieron la mínima piedad al utilizar las más inhumanas acciones en contra de estos negros que habían sido arrancados de sus tierras para esclavizarlos. Por una parte no los consideraban humanos porque el pigmento de su piel era oscuro y por la otra no aceptaban renunciar a sus privilegios.

En su mayoría, los mulatos se unieron a los blancos, odiaban su parte negra y no importaba cual era el grado de pigmentación blanca que tuvieran, ellos querían ser como los blancos, y propietarios de esclavos negros.

Cuando los negros obtenían alguna victoria, Toussaint L’Overture respetaba a los blancos y a los mulatos que habían luchado en su contra y les perdonaba sus atrocidades porque lo que quería era Libertad, Igualdad y Fraternidad como lo proclamaba la Revolución Francesa. Él no quería independizarse de la patria que había gestado ese movimiento libertario, lo único que quería era que todos se manejaran con los valores revolucionarios. Los tiempos de paz eran muy cortos pues una vez que los blancos y los mulatos se reponían volvían a la carga y a una lucha sanguinaria.

4) Es evidente que la idea de seres humanos superiores e inferiores es lo que provoca todas las guerras que han asolado a la humanidad. No sabría de donde sale la absurda idea de que la pigmentación de la piel o el practicar una determinada religión es un parámetro para postular tal jerarquía. En cuanto a pensar que el que tiene propiedades es superior a el que no las tiene parece igualmente absurdo. Y estas ideas son las que prevalecen en la mayoría de los seres humanos. Mientras este salvajismo predomine no habrá forma de que se consoliden los valores de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

5) Toussaint L’Overture fue traicionado por muchos, hasta que consiguieron apresarlo y llevarlo a Francia en donde murió por este afán suyo de cumplir con los postulados de la revolución. Entonces Jean-Jacques Dessalines, otro ex esclavo negro, no siguió con las contemplaciones de L’Overture, comandó las fuerzas rebeldes y tuvo que exiliar o matar a los blancos y mulatos para poder proclamar la independencia y no seguir con el riesgo de que los volvieran a esclavizar. Es decir, tuvo que arrasar con ellos, quitar el cáncer de raíz.

En 1825 volvieron los franceses a querer reconquistar la isla, el presidente Boyer tuvo que pagarles 90 millones de francos para que los dejaran en paz. A mediados del siglo XIX comenzaron a llegar inmigrantes: alemanes, ingleses, franceses y estadounidenses.

En el siglo XX, los Estados Unidos ocuparon Haití, después pusieron a Duvalier, un sanguinario dictador, a quien Saddam Hussein no le llegaba ni a los tobillos, que durante 30 años cometió genocidio contra su pueblo con su ejército formado por escuadrones de Tonton Macoutes. A los de "Democracy and Freedom" poco les importó lo que este dictador hiciera en su país mientras los tuviera sometidos. Desde 1990 al 2000 Jean Bertrand Aristide ha ganado las elecciones en Haití, pero ahí sí los Estados Unidos ha estado muy pendiente de los “procesos democráticos”, ha sido capaz de remover al presidente que ganó las elecciones y exiliarlo. Como siempre, sobornando a los traidores a su patria y con una postura hipócrita ha estado saboteando la democracia en ese país de alrededor de 7 millones de habitantes sin que Aristide pueda asumir la presidencia.

Y volvemos a preguntarnos: ¿Cómo es posible que el país que primeramente logró abolir la esclavitud y el primero en proclamar su independencia en América Latina sea ahora el país más pobre del continente?

¿Quién sabe de Toussaint L’Overture? ¿No tendría este hombre que tener estatuas por todas partes? ¿No tendría que tener un mausoleo más grande que el genocida de Napoléon?

Y lo peor de todo ¿a quién le importa? ¿Será porque es un país de negros? ¿Será porque la historia de Haití previene que si el imperio no interviene sería un país que se independizaría de su hegemonía? Muchos historiadores expertos en Haití probablemente nos responderían a estas preguntas con detalles históricos, económicos y sociales.

Pero el meollo del asunto está en que la hiperbólica situación de Haití pone de relieve que hay tres cosas con las que se tiene que acabar para que un mundo mejor sea posible: el prejuicio racial, el imperio y el capitalismo. Porque mientras estos existan podemos olvidarnos de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Y la única forma de acabar con esos tres lastres es un sistema que se base en esos valores y los promueva desde el nacimiento de forma obligatoria. Porque un sistema como el capitalismo en el que la desigualdad se profundiza cada vez más, en el que se restringe la libertad a los pobres y en el que lo que más se produce son armas no puede haber jamás libertad, igualdad ni fraternidad. Ese sistema lo que más cría son salvajes que se creen superiores, que desean esclavizar y matar a los otros. Lo mismo que sucedió en Haití.

Sique

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