lunes, noviembre 24, 2008

Astillero

Julio Hernández López

Deslinde de los paleros
“Oposición real”
Toc, toc: el narco

Dos puntos destacan de lo dicho ayer por López Obrador: la continuidad de la lucha, particularmente en los temas económicos y de equidad informativa, y el deslinde claro respecto de prácticas falsas de oposición.

Sometido a un diario bombardeo mediático, que apuntala con disparos de misiles aéreos (es decir, sobre todo radio y televisión) los virus de química social esparcidos en tierra para producir discriminación, odio y división, el movimiento social de resistencia pacífica se encamina abiertamente a su tercera fase: luego de la denuncia del fraude electoral y el rechazo a la privatización petrolera, las baterías populares se encaminarán a la defensa de la economía popular, en el entendido claro de que la administración encabezada por Felipe Calderón sólo ha mostrado disposición para ayudar a los empresarios de elite y colocar el dinero público en favor de los grandes capitales. En esa tesitura, y a pesar de que en los meses recientes se han organizado múltiples movilizaciones, ayer se anunció que habrá manifestaciones el primero de diciembre frente a las oficinas de la Secretaría de Hacienda, para exigir que bajen las tarifas de servicios energéticos y precios de artículos de primera necesidad, y el día 9 a las puertas de Televisa, para exigir respuesta a la carta anteriormente entregada allí en la que se demandó apertura a las voces y puntos de vista de un segmento social hasta ahora excluido y vilipendiado.

La recomposición y redefinición de ese movimiento se expresó particularmente en el señalamiento de que constituye “una oposición real”, cuyos miembros no actúan “como paleros” y que “sin titubeos ni vacilaciones estamos anclados en la izquierda”. Las precisiones tienen inequívoco significado en relación con el proceso de ruptura con el chuchismo colaboracionista que se ha quedado con el cascarón del PRD y pretende desde allí tejer alianzas comerciales con postores varios.

En otro rubro, los caldereros ya no aguantan los hervores derivados de la llamada “guerra contra el narcotráfico”. Enredados y desanimados andan muchos de quienes a partir de una designación michoacana trabajan en la administración de ese segmento estupefaciente del fogón nacional. Genaro García Luna, el vicepresidente policiaco del país, es señalado una y otra vez como presunto destinatario principal de los embates de una Operación Limpieza cuya escoba punitiva ha ido sacando basura con la marca de la casa de debajo de la alfombra política y burocrática del secretario federal de Seguridad Pública. El operario principal del perol, el licenciado F.C., ha creído necesario precisar que de ninguna manera se duda de la integridad y honestidad del ingeniero G.G. Moon, pues si tales desconfianzas hubiera, el susodicho funcionario en su silla no estuviera. El coordinador general de los trabajadores del Calderón llamado México utilizó parte de una conferencia de prensa en Lima para advertir que “hay un sesgo (…) un error de apreciación” de los medios mexicanos al colocar bajo la lupa o en entredicho al secretario Luggage (equipaje, según el diccionario inglés-español de la Real Academia del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México), pues este calderero de seguridad goza de la plena confianza de sus superiores a ambos lados de la frontera.

El desplazado procurador federal de Justicia, Eduardo Medina Mora, mientras tanto, ha dado una entrevista al diario español El País en la que asegura que “las organizaciones de delincuencia organizada estaban tocando la puerta de las más importantes instituciones del Estado”. (Astillero Productions ofrece una recreación animada: Toc, toc, se escuchaba el redoble de nudillos, y nadie contestaba desde dentro de las Masimines, es decir, las más importantes instituciones del Estado. Cansados de insistir, dolidos los brazos, deshechas las manos y sus nudillos, los tocadores se retiraban a sus aposentos delincuenciales, olvidando mensualmente portafolios llenos de dólares a las puertas semicerradas desde donde las Masimines estiraban el brazo para no dejar basura en los pasillos. Toc, toc: Knockin’ on heaven’s doors).

El susodicho procurador Medina Mora explicó al periodista Pablo Ordaz que antes había “un modelo de delincuencia administrada. El crimen organizado desde el poder. Y ese modelo fue liquidado en los ochenta, pero no se sustituyó por unas instituciones sólidas. No las tenemos. La principal característica del problema de seguridad es su debilidad institucional”. Pero más delante el mismo funcionario plantea un futuro de convivencia administrada con el narcotráfico, pues, según aseguró, “el planteamiento del gobierno no es terminar con el narcotráfico en la medida en que somos conscientes de que siempre habrá una demanda de sustancias ilícitas, sino quitarle a estas organizaciones el enorme poder de intimidación, el enorme poder de fuego que acumularon a lo largo de todos estos años y por consecuencia su capacidad de destruir instituciones y de secuestrar la tranquilidad de los ciudadanos”. Es decir, no se trata, en realidad, de una “guerra” en forma como el general Calderón ha anunciado y como las bajas en el terreno de batalla muestran, sino una fórmula de reorganización convenida: que los señores narcos dejen de atemorizar a la gente (y al propio gobierno federal) y reduzcan su capacidad de fuego y podría entonces darse otro “modelo de delincuencia administrada”. ¡“Guerra contra el narcotráfico”, cuántas mentiras se dicen en tu nombre! (el siempre entusiasta y optimista procurador M&M anunció un blindaje tecnológico picudo: no más computadoras con capacidad de grabar discos compactos o con entradas para USB, ni impresoras de papel. Es más, con vero ánimo de impedir que haya trasiego de información confidencial, el modernísimo procurador podría ordenar que todo el trabajo futuro en sus cavernas se realice mediante inscripciones en piedra labradas con cincel, para dificultar aún más el espionaje interno). ¡Hasta mañana, con Obama y sus planes que se le están haciendo bolas a Los Pinos!

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