domingo, noviembre 02, 2008

La nueva etapa aquí, y su contexto

Antonio Gershenson
gershen@servidor.unam.mx

El proceso de ampliación del programa del movimiento de defensa de nuestro petróleo entró en una nueva etapa. La crisis, la incapacidad gubernamental de hacerle frente, y el cuadro internacional en desarrollo, contribuyeron a que, como planteó Andrés Manuel López Obrador en el Hemiciclo a Juárez el jueves pasado, ahora los objetivos se resumen en la defensa del petróleo, de la economía popular y de la soberanía nacional.

La defensa del petróleo dista mucho de pasar a ser un punto programático más. Los diputados opositores se quejan de varias trampas, cambios ilegales frente a las minutas llegadas del Senado sobre los dictámenes, y ya se han opuesto activamente a ellos.

Se proponen medidas legales para frenar el proceso “legal” de lo que se llamó reforma energética. También están las medidas que puedan adoptarse para evitar la ejecución práctica de actos contrarios a la soberanía nacional y/o a la salud de Pemex. Y se plantean actos y movilizaciones cercanas, que culminarían el domingo 23 de noviembre con una marcha del Ángel de la Independencia, por Reforma y Juárez, hasta el Eje Central.

Es importante considerar el contorno internacional. Si se envió a la Cámara de Diputados el paquete para hacer frente a la crisis, con una nueva refinería de Pemex y otros elementos que ha demandado la izquierda, es precisamente porque la crisis nacional e internacional aprieta y el cuadro político mundial cambia. En Estados Unidos ya se pone de manifiesto que la baja demanda y la consecuente baja producción, ya detectadas y aquí comentadas, se refleja en más despidos y más desempleo.

Las empresas que han anunciado despidos masivos en semanas recientes incluyen financieras, industria eléctrica y automotriz, la Cocacola y casi todas las líneas aéreas. Se estima que el número de desempleados aumentará más rápido que hasta ahora. El producto nacional bruto se redujo, en el tercer trimestre, por primera vez en años.

Se convoca a una reunión del G-20 –Grupo de los 20– en Washington, para el 15 de noviembre. Con esto se pasa por encima de un acuerdo del mismo organismo, cuyo presidente en turno es Brasil, de llevar a cabo la reunión en Sao Paulo. Y Bush insiste en que los necesarios cambios se mantengan dentro del libre mercado, la libre empresa y el libre comercio.

Hay un contraste entre esas imposiciones y exigencias, y la situación política en el vecino país. Faltan dos días para las elecciones. Ya una parte de la atención se ha dirigido a un posible fraude, dados los que hubo en 2000 en Florida, y en 2004 en Ohio, ambos estados decisivos para el resultado final. Aunque ahora la ventaja de Obama es en varios estados, sus partidarios no se confían. En Colorado, uno de los estados “reñidos”, aunque con ventaja para el propio Obama, defensores del voto mostraron ante un juez que se habían eliminado del padrón unos 30 mil votantes y demandaron que se restablecieran a tiempo para la elección. En una salida de compromiso, se dan cédulas provisionales a los afectados para que puedan votar. Y la ventaja de Obama, en general, se afianza. El cambio de gobierno es en enero.

El pasado fin de semana se llevó a cabo la reunión bianual de países de Europa y Asia, esta vez en China. Se creó un virtual frente para lograr, en la reunión del G-20, nuevas y más enérgicas regulaciones para el sector financiero y, en general, que haya decisiones concretas y no sólo discursos.

Este bloque Europa-Asia, más el posible apoyo de Brasil y Argentina, tiene otra fuerza de su lado: si Bush se resiste, pues se convoca a otra reunión en enero, aprovechando para devolver la sede al presidente en turno del G-20, ya con el nuevo gobierno estadunidense, y ya no habrá defensores del pasado.

¿O nuestros derechistas “representantes” se van a lanzar contra el mundo? Recordamos que en este espacio, hace dos semanas, se mencionó un paquete elaborado por el partido de Obama, el Demócrata, en la cámara de diputados (o de representantes), con un segundo conjunto de medidas anticrisis, incluyendo fuertes aumentos a la inversión pública y al gasto social, y que se considera para su presentación al nuevo presidente.

No es casual la prisa de las trasnacionales petroleras por sacar “al vapor” las reformas en su ámbito en México; sabían que el futuro inmediato no les sería favorable. Y en este ámbito internacional se va a desenvolver la nueva etapa de la lucha en nuestro país.

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