lunes, diciembre 15, 2008

A lo que hemos llegado y lo que falta...

María Teresa Jardí

En nuestro país, no se resuelven los casos de secuestro ni los homicidios porque al sistema no le conviene. Lo impiden también, desde luego, las complicidades que involucran a políticos, empresarios y funcionarios. Pero es la forma de desanimar a la sociedad a oponerse a los que mandan y adquiere sentido que no resuelvan tampoco las ejecuciones sumarias ni las desapariciones imputables, ambas, de manera clara, al sistema de derecha que las impulsa.
Pero el caso Martí y el caso Vargas indican que es oponiéndose como se obtienen resultados y el pueblo mexicano va tomando nota.
¿Qué desata una confrontación armada? ¿Qué detona el ya basta de un pueblo? Cualquier cosa. Grecia, por estos días, da al mundo un ejemplo al respecto. Y la historia está llena de los hechos banales, en apariencia, que desataron confrontaciones incluso mundiales. Y lo mismo sucede con las dictaduras. Sin los cacerolazos de las damas ricas, organizados por la derecha, con el visto bueno de Frei, ¿habría sido distinto el destino de Allende? Nadie lo sabe. Seguramente no, porque su fatal destino estaba decido, desde el Imperio, por Nixon apoyado por Kissinger, al que dieron el Nobel de la Paz, como clara demostración de que el origen del Nobel, creado por el inventor de la útil dinamita para las construcciones, pero además como componente de las bombas, también marcó a ese reconocimiento de manera siniestra Los inventos que hacen avanzar al mundo suelen servir también para crear los monstruos que destruyen la vida digna de las personas.
Inventor de la operación Cóndor y, por ende, responsable de miles de desapariciones forzadas de personas, es público, hoy, que ese Nobel, otorgado a Henry A. Kissinger, fue el mayor de los desaciertos de un Comité Nobel (integrado por cinco personas) designado por el Parlamento noruego.
La Guerra de Vietnam la perdieron los yanquis de manera tan total, que cargan con un pueblo adicto a las drogas para poder superar el horror vivido por los jóvenes enviados a combatir invadiendo un país soberano que no estaba dispuesto a dejar de serlo. Al igual que tienen perdida la guerra en Irak, por las mismas razones. Y, aunque a Bush se le ocurriera enviar a Condollezza a retirar las tropas y luego le dieran el Nobel, no por eso dejaría de ser, la Rice, una asesina canalla, como lo es Kissinger y tantos otros convertidos en héroes de pacotilla por los intereses —-compartidos por la derecha corruptísima y sin sentimientos de ninguna especie —- que son (los intereses), a fin de cuentas, lo único que parece unir realmente a las personas.
Cualquier cosa puede ser un detonante. Los soldados en los retenes tienen miedo. Es obvio, es lógico, es humano. No puede exigírseles que no lo tengan. Son entendibles los excesos en los que incurren incluso cuando revisten, como en el último caso ocurrido en México el asesinato de una mujer embarazada desarmada, una gravedad extrema. Pero no por eso dejan de tornarse en imperdonables esos hechos.
Es criminal convertir a un Ejército en canalla y eso es lo que ha venido haciendo el usurpador en manos del Plan México.
Al Ejército se le debió encomendar la lucha contra el narcotráfico, ante la evidencia de la contaminación de las instituciones policiacas. Pero no se le debió nunca mezclar con esas instituciones largamente contaminadas y el seguir haciéndolo es un crimen de incalculables consecuencias. Desnudada la SSP, con el secuestro de Martí, como cabeza de los secuestradores en el país, al General Del Real se le debió nombrar como su titular, dejando la responsabilidad en el Ejército, aunque de manera tardía, las consecuencias (evidenciadas por los Zetas) de no haberlo hecho así hace ya un largo tiempo, desde Zedillo, al menos saltaba a la vista que era urgente hacerlo. Aunque de manera tardía, repito, pero en aras de dar al país la oportunidad, por un lado de que el Ejército no siga contaminándose y por el otro, de que si no hay otro remedio que matar sean los malos los que se mueran y no los pobres como limpia inaceptable del sistema.

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