martes, enero 13, 2009

Salvar al mundo que hoy se llama Gaza

El Correo Ilustrado

Provengo de familia judía y estoy orgullosa de mis abuelos y de mis padres. Mi abuela paterna, exiliada de Lituania por razones económicas y raciales, llegó a México con parte de su familia en la segunda década del siglo XX. Mi abuelo paterno llegó a México por la misma época, también exiliado de Lituania, por razones políticas y raciales: era judío y comunista.

Mis abuelos maternos llegaron a México huyendo de la persecución nazi. Se salvaron de milagro. Muchos de mis familiares de esa generación, fueron exterminados en los campos de concentración. Ambas familias decidieron hacer de México su patria. Fui educada como mexicana. Amando su historia y su pueblo. Soy mexicana y por eso lucho por mi patria. No puedo ni quiero negar mi historia, hacerlo sería, como dice León Gieco, negar el alma de la vida. Pero también soy ciudadana del mundo, por mi historia y porque así pienso que debe ser.

Me refiero, por supuesto, a hombres y mujeres libertarios, humanistas, no racistas, que luchan por la paz… “Imagina”, como compuso John Lenon. Por ello, por mi origen judío, por mi amor a México y por sentirme ciudadana del mundo, comparto con millones el deseo de justicia, igualdad, fraternidad y paz, y por tanto, sólo puedo ver con horror las imágenes de los bombardeos del estado israelí en Gaza… Ninguna razón justifica el asesinato de civiles palestinos… Nada, nada, nada, puede justificar el asesinato de un niño. Por ello me uno al grito de millones en el mundo que piden el alto al fuego y el retiro inmediato de las tropas israelíes del territorio palestino. Como dijo Alberto Szpunberg, poeta argentino, en una carta reciente: “de eso se trata: de salvar un mundo, este único y angustiado mundo que habitamos todos, que a todos pertenece y que hoy se llama Gaza”.

Claudia Sheinbaum Pardo

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