sábado, febrero 21, 2009

Catastrofismos


El Presidente criticó el día de la Constitución a quienes en el contexto de la crisis se convierten en agoreros de males y calamidades. Catastrofistas”, los llamó, y los responsabilizó del “catastrofismo sin fundamento”, que daña sensiblemente al país y su imagen internacional, ahuyenta inversiones y destruye empleos. Pidió “hacer a un lado el alarmismo que ignora los esfuerzos de todos”. Pero días después, en el marco del foro legislativo México ante la crisis: ¿qué hacer para crecer?, saltó la liebre donde menos se esperaba. Alguien que maneja el tema como pocos, y de quien jamás se podría decir que habla de cuestiones económicas “sin fundamento”, anunció el apocalipsis. Y con la gravedad de quien va recitando mecánicamente las siete plagas bíblicas de la ira de Dios, el agorero pronosticó, sin buena sintaxis, pero con pleno conocimiento de causa, un rosario de desdichas: “va a haber una caída importante del comercio internacional”. (Algo que Barack Obama, otro catastrofista, venía señalando desde su toma de posesión: “si no se aprueba el paquete de estímulos económicos la crisis se convertirá en una catástrofe”. Con eso convenció finalmente al congreso estadunidense.) Pero el oráculo mexicano continuaba incontrolable: “va a haber desempleo como no se conocía desde los 30; van a quebrar muchas empresas chicas, medianas y grandes. Va a desplomarse el PIB y va a haber cierre de comercios”, concluyó. Consciente de la gravedad de sus palabras, el augur nacional, mostrando la seguridad de quienes tienen el poder sobrenatural para entender el canto de las aves, se disculpó con humildad: “no quiero ser catastrofista”, ¡qué va! Pero nos dejó sus amenazadoras palabras de tarea, “porque es mejor prevenir que lamentar”. Eso fue suficiente para que Carlos Slim nos bajara de la nube en que andábamos, y destruyera de golpe y porrazo la teoría del catarrito. Se alebrestó el avispero y salieron en defensa del régimen los hombres del presidente.
Javier Lozano, calificado por Porfirio Muñoz Ledo como “pistolero verbal del gobierno”, le advirtió a Slim que “cuidara sus palabras”. No sé si para recordarle que sus señalamientos podrían destruir la credibilidad del gobierno, o a manera de advertencia: una especie de “se puede usted arrepentir”. Haiga sido como haiga sido, en su noble papel de defensor del gobierno, Lozano, incontrolable, osó preguntarle al empresario más importante de México: “¿cuál va a ser su contribución para enfrentar la crisis?”, olvidando que las innumerables empresas del Grupo Carso le proporcionan empleos directos e indirectos a millones de mexicanos. Para finalizar, le lanzó al profeta un golpe bajo que se convirtió en autogol: “ese modelo que hoy critica es el que le ha permitido ser precisamente el segundo hombre más rico del mundo”. Aunque Slim jamás criticó modelo alguno; expuso simplemente su versión de la crisis. (¿Sabe Lozano que en Europa hay 150 mil empresas en quiebra, y que en opinión de la Organización Internacional del Trabajo la recesión mundial podría cobrar 50 millones de empleos al finalizar 2009?)
Slim y Obama no son los únicos catastrofistas. Dennis Blair, nuevo director de inteligencia de Estados Unidos, declaró ante el congreso que la crisis económica (y no el “terrorismo” de George W. Bush, ni Al Qaeda ni el Talibán) constituye la mayor amenaza para la seguridad de Estados Unidos y del mundo (La Jornada 13/02/09). Blair aseguró a los legisladores que la intensidad de la crisis económica “amenaza con derribar gobiernos, generar oleadas de refugiados y minar la habilidad de los aliados para contribuir efectivos militares o ayuda humanitaria”. Con eso, las predicciones de Carlos Slim se convirtieron en juego de niños.
Antes, en Davos, el Presidente había rechazado vigorosamente que México fuera un Estado fallido, como han insistido los analistas militares de Estados Unidos. El colapso económico anunciado por Blair se presentó como “el peligro más grave que hemos enfrentado en décadas, tal vez siglos”. En México, la dramática caída del peso, el desempleo, el crecimiento de la cartera vencida y la reducción sustancial de las remesas (además del regreso de quienes no encuentran empleo en Estados Unidos) podrían desencadenar una escalada del crimen organizado en su carrera por continuar retando al gobierno y desestabilizando al país.
Es conveniente recordar que al día siguiente de un documento en el que el presidente aseguró a la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas que en breve regresaría el ejército a los cuarteles (Milenio 28/11/08), la Defensa anunció que continuaría el combate, reconociendo lo que todos sospechábamos: que el narcotráfico “ha puesto en riesgo la viabilidad del país”.
El presidente mismo, no obstante la enérgica defensa que hizo en Davos, había concedido previamente en España, en una reveladora entrevista otorgada a El País en junio de 2008, que el crimen organizado había comenzado a “oponer su propia fuerza a la fuerza del Estado, a oponer su propia ley a la ley del Estado, e incluso a recaudar contra la recaudación oficial”.

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