miércoles, febrero 11, 2009

El justo valor - Parte 1

En resistencia chabocha
Por Paquita

La Economist Intelligence Unit nos anuncia la muerte del sistema monetario actual y el modelo de producción vigente; "Las naciones recurren al trueque para conseguir alimentos". Es un signo muy claro de la inutilidad del sistema monetario actual, ya que es imposible conseguir dinero virtual, crédito o papelitos para poder intercambiarlos por alimento, y sin embargo, la sociedad continúa produciendo valor en los tres sectores básicos de la economía. ¿Por qué éste valor no tiene un número de billetes asociado? Ya no es posible que el sistema económico respalde la producción, sino al contrario, la producción está sustentando la persistencia de un sistema económico moribundo, es como tirar alimentos a la basura en una tierra con hambre. La causa de esto es que llevamos décadas de rezago en las que el valor de las cosas está volteado, y hemos tenido que cargar a cuestas la deuda con la tierra, la deuda con la vida humana, hasta llegar a este punto, en el que N mil millones de dólares no pueden recuperar la producción, aunque la humanidad, por supervivencia siga produciendo. Irónico, ¿no?

Entonces las naciones se ven obligadas a intercambiar valores tangibles por otros valores tangibles; comida por comida, así de simple, como en el comunismo primitivo. En palabras de la directora del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, éste sería el "inicio de un gran problema". ¿Y por qué no al revés? Que esto fuera el inicio de una gran solución. No hay manera más tajante de regresarle el justo valor a los recursos, al trabajo y a las ideas, que pedir algo a cambio de ellos, preguntar qué estás dispuesto a dar a cambio de alimento, de ropa, de comodidades o inclusive, a cambio de creatividad y estética. Actualmente "vale mucho" jugar un partido de futbol y vale muy poco sembrar y cosechar alimentos, aunque solamente lo segundo es sustancial para nuestra existencia. Actualmente vale una nimiedad comprar un automóvil y quemar gasolina comparando este valor con el alto costo que tiene para nuestro ambiente y nuestra propia preservación a largo plazo. Actualmente tiene un "alto valor" administrar la pobreza en los países en vías de desarrollo desde el ámbito público, y muy "poco valor" educar a la población para aumentar la oportunidad de desarrollo. Nosotros no hemos puesto el precio de éstas cosas, como nos quieren hacer creer con la ley de la oferta y la demanda, con la frase "el poder del consumidor". No, los precios están dados por una valorización forzada impuesta por los grandes industriales y sus aliados gobiernos, y todos ellos están rellenos de paradigmas antihumanos ahora ya caducos; no conciben lo que significa el justo valor.

Todo el sistema de valoración de las cosas en nuestra sociedad es tan irracional, que es insostenible. En una carta enviada a Enrique Galván Ochoa para su columna en la Jornada, Antonio Cárdenas preguntaba por qué no se reparten los cientos de miles de millones de dólares inyectados al sistema financiero entre los 7 mil millones de habitantes del mundo, a razón de 118 millones por persona. Definitivamente nos resolvería la vida a todos, en teoría, aunque la realidad es menos benigna. No existen suficientes recursos, suficiente espacio, para proveer de uno o dos automóviles a cada habitante del planeta, ni para proveernos de todos los lujos y superficialidades que el sistema capitalista nos ha mostrado como la panacea. Sería lo mismo que tirar el dinero a la basura, lo mismo que inyectarlo al sistema financiero porque el problema no consiste en la cantidad de billetes disponibles para gastar (mismos que ya no están respaldados por la riqueza de los países), ni en la cantidad de créditos invisibles que se nos proporcionen, sino en una incapacidad de sustentarnos, en la destrucción sistemática de nuestro ecosistema y nuestra humanidad que nos ha traído a este punto, y en la necedad de los gobiernos neoliberales de perpetuar éste modelo que tanto nos ha costado a la humanidad.

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